Renta Básica Universal en debate

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Lucía Sigales – Carlos Pereira das Neves

“Sin la existencia material garantizada, la libertad no es posible” (D.Raventós)

El 15 de junio la Escuela de Gobierno del Parlamento uruguayo organizó una Jornada de Debate abierto con académicos, actores políticos e integrantes de la sociedad civil, sobre un tema que -en el contexto de creciente y globalizante robotización- aparece en la agenda política nacional: la Renta Básica Universal, entendida como un camino a recorrer para intentar resolver el problema de una posible escasez de trabajo y una real disminución de la demanda que aquella traería aparejada.

“Hay razones, como dijo, para cualquier acomodo” (1)

Rodrigo Arim, Decano de la Facultad de Economía, sostuvo que la hipótesis de que los cambios tecnológicos disminuyen masivamente las fuentes laborales no está fundamentada, es una hipótesis. Los trabajos no desaparecen, cambian. No obstante, es preciso tener en cuenta aquella afirmación del sociólogo polaco Zygmunt Bauman de que “…el 20% de la potencial fuerza laboral bastará para mantener en marcha la economía, de continuar la tendencia actual” (2). Y la tendencia actual continúa.

Pero más allá de que la preocupación de la izquierda tenga que ver con la pérdida de trabajo, y por ende el ingreso, o por la inestabilidad en las condiciones del mismo, lo que resulta paradigmático es que la derecha se sume al debate por asegurar un ingreso a aquellos que puedan perder el suyo. Aunque, ¡paradigmático las pindongas!, a este sistema le puede faltar todo menos consumidores. La pelota está en el campo de las ideas, si no la dominamos, nos van a llenar la canasta.

Condicionada o Incondicional

Y es en este baile que debemos meterle un 2 y 1 (3) al conservadurismo de la contrapartida, sobre todo al expresado por la propia izquierda. En este debate en particular, fue por el Ministro Ernesto Murro, quien planteó una defensa de la “cultura del trabajo” como ideal de la izquierda. Sin diferenciar el trabajo remunerado del no remunerado, desacreditando por omisión -nada más y nada menos- uno de los puntos más importantes en la lucha de nuestras compañeras, y desconociendo esa sutileza que plantea el filósofo, sociólogo y psicoanalista esloveno, Slavoj Zizek: cuando describe la “libertad con la que un obrero vende su fuerza de trabajo como lo opuesto mismo de la libertad efectiva, porque este acto libre de venta es la esclavitud del obrero al capital” (4).

Y es que, como sostiene la Diputada Lilián Galán: “La mera comprensión de la RBU supone un cambio cultural tajante. Significa modificar el relato de la vida humana y de la concepción antropológica de los sistemas actualmente vigentes y los engranajes de sistemas de producción, y como seres dignificados por el empleo (que es un concepto distinto que el de trabajo)” (5).

Para modificar este relato es necesario salir de la respuesta momificada, temeraria, fácil. Ser capaces de cuestionar las principales premisas de un sistema impuesto más allá de las responsabilidades que nos toque -coyunturalmente- desempeñar en el, aunque se nos caiga la estantería, aunque se nos derrumbe el marco conceptual con el que crecimos, con el que nos dominaron culturalmente.

Dice el Dr. en Economía español Daniel Raventós: “Que algunos ricos se limiten a vivir de sus rentas, en muchos casos heredadas y sin haber hecho el más mínimo esfuerzo, aparece como mucho más ‘normal’ que la posibilidad de que los pobres puedan optar por vivir, aunque sea por un período de tiempo, sin contribuir de ningún modo” (6). Como si no fuera una contribución el hecho de que puedan contar con un ingreso y consumir, activando así la economía doméstica (almacenes de barrio, servicios estatales, etc.)

La construcción de un otro no merecedor de un derecho es parte de la impronta cultural mediático-política, que nos dice que una parte de la sociedad no tiene derechos y no tiene que tenerlos. Si no existieran medios, tanto los de comunicación masiva como los estigmas socialmente aceptados y reproducidos, propalando el odio social a los pobres, la aplicación de la RBU sería mucho más fácil, natural.

Porque, además, como señaló el sociólogo Juan Pablo Labat, si estudiamos la totalidad de las transferencias del Estado, ¿cuántos ricos se benefician de las rentas básicas, sobre todo de las disfrazadas de renuncias fiscales?, ¿cuánto en comparación con las transferencias que se realizan a los pobres?, ¿por qué revisamos radiográficamente lo que se le va a pasar a los pobres y ni hablamos de las apropiaciones de los ricos?
Quizás la pregunta más democráticamente importante tiene que ver con el paradigma informacional, ¿por qué el décil más rico de la población sabe tanto de nuestros ingresos y gastos, mientras que sus actividades son un absoluto misterio, para el público y para el Estado?

No solo un problema de números

Como si fuera poco. Pero es que la meritocracia reinante te lleva a la urgencia de desarrollar otros argumentos para que la discusión no se resuma en un “parásitos sí o parásitos no”, como si el parasitismo fuera un problema del 99% de la población que es carcomida por los intereses del 1% dominante.

El economista Daniel Olesker sostiene que la RBU soluciona desde el punto de vista económico la desigualdad, y desde el punto de vista filosófico un problema de derecho. Porque existe una sub-valoración del trabajo no remunerado y porque una cosa es la legitimidad de todos los derechos que solo con nacer ya adquirimos, pero otra cosa muy distinta es la capacidad de poder ejercerlos.

Trabajar 9 horas por dos mangos es un NO derecho. La RBU va a reducir la desigualdad funcional del ingreso, porque va a aumentar el salario mínimo para volverlo atractivo a quien ya tiene las necesidades básicas cubiertas.

Es una herramienta que le va a permitir al trabajador tener una base para la negociación y no aceptar cualquier salario. Una herramienta para la autonomía en la toma de decisión, transformando la Santísima Trinidad: trabajo-dignidad humana-patrón, en un binomio de trabajador-sociedad, con la posibilidad de que la RBU dirija ese trabajo a la comunidad o a la casa.

Salpicón final

Cierto es que se precisan fondos importantes para aplicar un RBU que, por lo menos, supere la línea de la pobreza.

Cierto es, también, que no todos los casos de aplicaciones de RBU en el mundo son extrapolables al Uruguay.
Nuestro país, como todos, tiene características propias. Una de ellas es que nuestra pobreza tiene cara de mujer y de niño. Por eso adherimos a la visión del Diputado Alejandro Sánchez, de que si por temor, falta de recursos o viabilidad política, hay que priorizar, es necesario comenzar focalizando las transferencias en el segmento de la población que va de 0 a 18 años.

Teniendo siempre en cuenta esa frase del escritor y científico británico, Arthur C. Clarke:

“Cada nueva idea pasa por 3 fases. Primera: es una locura, no me haga perder el tiempo. Segunda: es posible, pero no vale la pena. Tercera: ¡Ya dije desde el principio que era buena idea!”

Notas

  1. Fragmento de “Milonga de Contrapunto” de Alfredo Zitarrosa.
  2. Zygmunt Bauman: «En busca de la política»; 2002.
  3. Referencia a un clásico baile del estilo tropical romántico.
  4. Slavoj Zizek: «El más sublime de los histéricos»; 2013.
  5. Lilián Galán: Artículo publicado en el portal de La República, el 20-06-2017
    https://www.republica.com.uy/renta-basica-universal-i/
  6. Daniel Raventós: «Las condiciones materiales de la libertad»; 2007.

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