@matemargouy
Juan Hernández Zubizarreta*
Las redes contrahegemónicas
Afrontar los desafíos descritos en las líneas anteriores requiere construir espacios globales donde disputar la hegemonía al capital y donde reconfigurar el sistema internacional de tutela de los derechos humanos.
La construcción de redes contrahegemónicas es un elemento central de la confrontación con el capital. La solidaridad internacional debe vincularse con la idea de construir agendas comunes contra el “enemigo común”. Es una idea basada en las “relaciones de ida y vuelta” entre los movimientos sociales y pueblos y en la anulación de los “cheques en blanco” entre los sujetos de transformación, es decir, de las prácticas acríticas entre los mismos. Hay que diferenciar el “realismo” en las relaciones internacionales de los gobiernos, de las relaciones entre pueblos y movimiento sociales. Y hay que poner en valor la idea de proceso y de horizontalidad y de mantener el equilibrio necesario entre un idealismo ingenuo y un realismo exacerbado.
Por otro lado, el uso alternativo del Derecho implica el uso legal, alegal e ilegal del mismo. La reinterpretación conceptual de la legalidad frente a la legitimidad vuelve a reaparecer en el marco de los derechos humanos. Resulta difícil limitarse al uso legal en, por ejemplo, el marco del derecho a la subsistencia frente a la “ocupación legal” de tierras por transnacionales, realizada al margen de la legitimidad internacional de los derechos humanos. La desobediencia civil regresa con toda la fuerza transgresora que requiere la tutela popular de los derechos humanos.
Todo ello implica una concepción del Derecho Internacional radicalmente diferente a la “oficial.” Una perspectiva que se aleja de la diplomacia de los Estados y de los organismos interestatales. Hay que transcender los marcos estatales e internacionales en pos de nuevas relaciones basadas en soberanías entendidas como nuevos vínculos entre pueblos y comunidades. El Derecho Internacional y las relaciones internacionales no nacen y mueren en el Estado Nación ilustrado. Los pueblos, las comunidades y los movimientos sociales buscan ser sujetos y no meros objetos de derecho, buscan su espacio constituyente y normativo en el devenir de la humanidad.
La categoría de los Estados no puede ser por tanto el principio y el fin del Derecho Internacional, por lo que el protagonismo y el reconocimiento de los movimientos sociales y pueblos en resistencia deben ocupar el lugar que les corresponde, reconstruyendo formas de acción pública al margen de la visión tradicional del Estado.
Por otro lado, los derechos humanos no pueden desvincularse del telón de fondo en el que fueron aprobados: el capitalismo, el patriarcado y el colonialismo. Muchos de sus imperativos universales conectan con la emancipación y la resistencia de los pueblos, pero otros colisionan con la falta de empatía de otras categorías de derechos y de maneras de entender las relaciones humanas.
Los derechos humanos contrahegemónicos requieren por tanto de una nueva reinterpretación que responda a las propuestas de los movimientos sociales. Deben, a su vez, vincularse a un concepto fuerte de paz, que excluya la violencia física, estructural y cultural. Así, la dignidad de los seres humanos queda fuera de visiones coloniales, patriarcales y capitalistas, asumiendo las agendas propuestas por los movimientos sociales. Estas otras miradas basculan entre lo individual y lo colectivo, entre la naturaleza y la sociedad, entre lo inmanente y lo trascendente. También sitúan en el centro de las relaciones humanas, la sostenibilidad de la vida, la negativa a su mercantilización y al carácter patriarcal de los derechos humanos.
Todo ello requiere diálogos y narrativas comunes entre hombres, mujeres, movimientos sociales y pueblos del planeta, que permitan reconfigurar los derechos humanos en categorías alejadas de las lógicas estatales, siempre vinculadas al realismo en las relaciones internacionales. El feminismo, el ecologismo, el movimiento a favor de los derechos humanos, el sindicalismo, las comunidades indígenas y afrodescendientes, el movimiento campesino, anticolonial, etc., deben en este sentido establecer diálogos y convertirse en los protagonistas de una nueva configuración de los derechos humanos. Se convierten de esta manera en sujetos constituyentes de una nueva declaración sobre la dignidad de los seres humanos.
En definitiva, la protección de los derechos de los pueblos y de las mayorías sociales requiere transitar de la crueldad del modelo capitalista y patriarcal, hacia la reconfiguración y “tutela” popular del sistema internacional de los derechos humanos.
* Profesor de la Universidad del País Vasco e investigador del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL)
Primera parte:
La barbarie capitalista contra el sistema internacional de los derechos humanos- Primera parte
Segunda parte:
La barbarie capitalista contra el sistema internacional de los derechos humanos- Segunda parte