@mateamargouy
Mijaíl Pastorino*
En la proclama de enero de 2018 (publicada en su página web), los auto convocados expresan:
“Para finalizar, recordando que estamos entrando en años electorales, desde acá les exigimos a los políticos de todos los partidos que presenten propuestas claras y concretas del desarrollo del país, no queremos más slogans bonitos desarrollados en una empresa publicitaria.
Hoy acá, un 23 de enero de 2018, comienza una etapa donde la gente exige políticas de desarrollo, políticas de Estado a largo plazo, austeridad y cuidado del gasto público, queremos, exigimos #UN SOLO URUGUAY.”
¿Estamos todos contemplados? ¿Estás vos? ¿Está el vecino? ¿Está tu compañero de Facultad, tu compañero de fútbol?
Es curioso, como un grupo de personas de nuestra sociedad tiene la capacidad espontánea de querer representarnos a todos, deslindándose de afiliaciones políticas partidarias, queriendo hacernos creer que vivimos en una crisis, una catástrofe, una situación insostenible. En el fondo creo que para ellos si es así, y eso es una manera de darnos cuenta que vamos por el buen camino. Pero lo que padecen es una crisis de estilo, es una crisis de fragmentación y no de unidad. Es una crisis de que quiero un Estado lo suficientemente grande para ayudarme a mí que soy el productor, pero no lo suficientemente grande que pueda ayudar al abrumador resto, sujetos de derechos, simples consumidores.
Un Estado molesto
Las políticas diferenciadas no son un invento del Frente Amplio, pero lo que sí ha pasado desde el 2005 a la fecha es que las mismas se han focalizado en las pequeñas y medianas empresas, en la agricultura familiar (categoría que no existía antes del 2005), en las organizaciones de productores familiares, en apoyo técnico y capacitación, en inversiones para pequeños productores, en que un asalariado rural que trabajaba en una estancia de 10.000has hoy pueda acceder a un pedazo de tierra del Instituto Nacional de Colonización mediante emprendimientos colectivos. En que las mujeres rurales, empleadas de los estancieros, siempre invisibilizadas, crezcan en derechos y se les reconozca su protagonismo en el sustento de la agricultura familiar.
Un Estado fuerte, que apuesta a la cultura rural, con recursos y decisiones políticas claras:
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Proyectos prediales de mejora en la producción e inversión.
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Proyectos de mejora en la comercialización de los productos.
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Proyectos de asistencia técnica predial y capacitación.
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Proyectos de fortalecimiento de las organizaciones de productores familiares.
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Mesas de desarrollo rural como espacio de intercambio y diálogo público-privado, del Estado con las organizaciones de productores familiares y asalariados rurales.
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Proyecto de Electrificación Rural con subsidios del 40% en el costo de la obra.
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Fracciones de tierra del Instituto Nacional de Colonización para pequeños productores y trabajadores rurales.
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Emprendimiento colectivos de acceso a tierra para aumentar escala de producción.
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Operativos de entrega de ración en épocas de sequía.
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Subsidios en leyes sociales, créditos fiscales por pago de semovientes e inversiones en riego.
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Inversiones habitaciones de MEVIR para productores familiares y pobladores rurales.
Porque la cultura rural no es la que nos ha querido pintar la Federación Rural y la ARU con las exposiciones del prado. La verdadera cultura rural se vive y se respira en el peón de estancia, en el poblador de a caballo que vive en un pueblito de 300 personas en plena Cuchilla Grande, en el niño que va a la Escuela Rural, en la maestra rural, en el médico de campaña, en los mas de 34.000 productores familiares que representan el 75% de los productores del total del país.
¡Cómo no va a molestar un Estado que pone foco en las grandes mayorías del campo! Raro sería que no existiera un movimiento de grandes productores quejándose de un Estado que dejó de priorizar los intereses de esos pocos.
El estado de los intereses adentro del Estado
¿Qué ocurre cuando una persona mejora su condición material y -así- el espectro de sus posibilidades, y comienza a entender que tiene derechos como trabajador, como habitante de un departamento o país, como una persona igual a la de la ciudad? Es simple, ya no es tan fácil de dominar, de ser utilizado, y eso es lo que en definitiva está ocurriendo.
Ese cambio, de carácter cultural, es incipiente pero ya está haciendo ruido. Por eso la urgencia y la desmesura de los auto convocados.
‘Un Solo Uruguay’ está sostenido por un planteo político e ideológico conservador que nada tiene que ver con una idea de democracia plena para nuestro pueblo, nada tiene que ver con los postulados artiguistas que reivindicamos como legado nacional, nada tiene que ver con el desarrollo de relaciones sociales horizontales con un otro. Pero, más que todo lo anterior, nada tiene que ver con el estado de ánimo de la gran mayoría de quiénes habitan y trabajan nuestro campo.
‘Un Solo Uruguay’ nunca existió, nunca existirá mientras las contradicciones de nuestra sociedad no caduquen, mientras la contradicción de clase siga latente. Seguirán existiendo varios Uruguay, sus intereses económicos trabajan para que así sea.
En definitiva, ellos que no quieren “slogan bonitos desarrollados en una empresa publicitaria”, no son más que eso. Maquillados con planteos ideológicos, políticos y de clase, con el único objetivo de desplazar del gobierno al Frente Amplio y favorecer la vuelta de los partidos tradicionales al poder para restaurar las políticas que históricamente los han beneficiado.
O, acaso, ¿quién financia a ‘Un Solo Uruguay’? ¿El trabajador rural? ¿El pequeño comerciante? ¿El pequeño empresario? Honestamente, no lo creo.
Los que vivimos de un sueldo, los que no tenemos más que la fuerza de nuestros manos, la inmensa mayoría, necesitamos un Estado cada vez más fuerte, cada vez más amplio y cada vez más grande.
*Técnico en Producción Animal