@mateamargouy
Ing. Ernesto Agazzi
Se han multiplicado en los últimos tiempos declaraciones de una serie de gremialistas lecheros
y de algunos analistas económicos planteando que el sector está en crisis, que los ingresos de
productores e industrias no cubren sus costos de producción, y que están trabajando a
pérdida, lo que tiene como consecuencia una disminución de la producción y la pérdida de
productores. Para enfrentar la situación le reclaman al gobierno recursos que han sido
asignados en forma insuficiente y así mayor apoyo económico y financiero. Exigen una
disminución del costo país, rebaja de las tarifas, de los salarios de trabajadores en los tambos y
en la industria, y algunas otras medidas de política económica más generales.
Este artículo tiene por objeto analizar tales afirmaciones, para lo cual se debe razonar con
objetividad, intentando explicar lo que una gran mayoría de productores denomina “una
durísima situación que estamos atravesando”, como aporte a entender cuáles son las razones
de fondo que tienen que ver con la situación de la cadena láctea y a quienes afecta en forma
importante.
El problema es muy vasto, y a pesar de que sólo tomaremos algunos aspectos centrales, se
hace necesario subdividir el artículo en dos notas. La primera que entregamos hoy,
reflexionará sobre la mal llamada “crisis generalizada” en la cadena láctea, rentabilidad y
costos de producción; la segunda que publicaremos en los próximos días en MateAmargo,
agregará otros elementos sobre la producción y formas de propiedad que conforman
deformaciones estructurales de la misma cadena. Lo expuesto, en un marco internacional
específico.
– Frecuentemente se habla de una crisis generalizada de la cadena láctea, que
conduciría a un colapso final si no se toman medidas de urgencia por parte del
Gobierno Nacional.
No puede dejar de verse la situación mundial de la cadena láctea en la que estamos insertos.
Se trata de una situación muy compleja de producción y comercio internacional, precios de la
leche y sus derivados, incidencia de variados mecanismos de subsidios, protecciones, y
comercio desleal.
En la medida que en el Uruguay la producción láctea creció en forma importante en los últimos
años y diversificamos nuestra producción, cada vez más estamos expuestos a los vaivenes del
comercio mundial. De una producción originalmente destinada a satisfacer nuestras
necesidades del noble alimento que es la leche, el crecimiento del sector nos condujo a
insertarnos en los mercados mundiales, en los que colocamos actualmente el 75% de esta
producción.
La Unión Europea produce el 24% de la producción mundial, los Estados Unidos el 14%, Brasil
el 5%, Nueva Zelanda el 3%, y Uruguay lo hace marginalmente con el 0,3%. Lo expuesto, nos
coloca como tomadores de las decisiones que adoptan las economías determinantes del
comercio mundial de lácteos. Nuestra lechería es muy importante para nosotros, pero no
incide en el conjunto de las naciones.
En el mundo pasa lo mismo que en el Uruguay, precios deprimidos, stocks acumulados,
competencia feroz, con las repercusiones que todo ello tiene al interior de las economías de
todos los países productores. No somos ninguna excepción.
– Se dice que el sector no tiene rentabilidad porque los tamberos trabajan a pérdida.
El precio que reciben los productores por la leche remitida a la industria es residual. Formado
por el ingreso que ésta obtiene de sus ventas en el mercado interno y las exportaciones,
descontado luego el costo industrial y su utilidad, lo que queda es el precio que reciben los
productores.
Con los valores actuales, y con un costo aceptado de producir un litro de leche entregada en el
tambo de U$S 0,27, el costo industrial se estima en U$S 0,25 por litro. O sea, el costo industrial
anda cerca del 100% del valor de producir en el tambo, y éste es un valor que poco se conoce,
y sobre el que el productor no incide, a pesar de ser un sector con un fuerte componente
Cooperativo.
Ese valor no se menciona por los gremialistas, ni por los analistas, y no está disponible
públicamente aduciendo razones de reserva empresarial.
Este es un gran problema, porque el precio que recibe el que produce la materia prima leche
no tiene nada que ver con sus costos de producción, sino que es el remanente de las
decisiones que toman otros actores de la cadena láctea. Además, de ésta lógica se deriva que
el precio es igual para todos los productores, no teniendo en cuenta las diferencias en las
escalas de producción, lo que perjudica a los más chicos.
En otras cadenas productivas, este asunto es motivo de negociaciones muy arduas que
terminan con verdaderas batallas de argumentos para la distribución de la renta entre los
productores y los industriales. ¿Es lógico que haya empresas de industrialización-distribución-
comercio sólidas, y al mismo tiempo productores de la materia prima en crisis permanentes?
Esto plantea el asunto de cuanto es la renta lechera y como se distribuye al interior de la
cadena entre las distintas escalas de los actores económicos. Históricamente los tamberos
chicos han sido el último orejón del tarro.
¿Cuál es la madre del borrego de la lechería nacional? – Segunda parte