Como la vemos

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@mateamargouy

La Etapa:
La llegada de la fuerzas de izquierda al gobierno, por composición y programa, modificó la
relación de clases. Se produjo un salto que creó un nuevo escenario en la lucha de clases. El
acceso al gobierno no fue ni es un objetivo en sí, lo es en el marco de un proceso complejo y
contradictorio de acumulación de fuerzas que se afinca y se impulsa pero que no se detiene en
el ejercicio de la gestión del Estado.
Se hace necesario concentrar todas las fuerzas para que el Frente Amplio gane el cuarto
gobierno, lo cual y de manera fácil tiene obvias explicaciones si acudimos a los ejemplos de
Brasil y Argentina (como política económico social concreta) y al desarrollo de una estrategia
intransigente y muy agresiva de la derecha en el continente. Es claro el rol clave que tuvo y va a
tener un gobierno del Frente Amplio frente al avance de la derecha y las intensiones
imperialistas. De todas maneras gane o pierda el FA el gobierno, el contexto regional va a ser
adverso, lo que tendrá repercusiones a nivel país.
Entonces, la batalla electoral tiene una relevancia estratégica que no podemos negar.
Estas elecciones tienen más componentes que la distinguen de las otras: Desde el 2014 el
crecimiento ya no se asocia al empleo, cuyo descenso reduce el empuje del mercado interno,
los indicadores sobre la desigualdad y la pobreza se han estancado.
La propuesta frenteamplista no está en su mejor momento. La hegemonía ideológica de la
derecha se fortalece, ya no te está disputando solamente el gobierno, se organiza mucho más
allá de eso, y está usando nuestras propias herramientas ; en este contexto que la derecha retome el gobierno es una posibilidad.
El desafío del FA es superarse a sí mismo, planteándose metas superiores y manteniendo la
bandera del cambio. El proyecto de izquierda, para continuar del lado de “los más infelices” no solo debe
hacerlo garantizando los derechos humanos, sino transformando las estructuras de propiedad
y cooperación, avanzando sobre los procesos que buscan nuevas formas de asociación con
valores de solidaridad y autogestión. El Estado debe jugar un rol central, constituyéndose en un actor productivo insoslayable a través de las Empresas Públicas, la regulación y desarrollo de política industrial articulando productores con la investigación y la innovación. Debemos profundizar como herramienta, la capacidad de compra (compra públicas) para promover proyectos de producción nacional.

Finalmente, queremos dejar algunos apuntes sobre la cuestión programática, creemos que la
propuesta debe ser un instrumento de la acumulación política y social, no un subproducto del posibilismo. Tampoco debería caer en un derivado del voluntarismo, pero sabiendo que liderazgo y propuesta son componentes inseparables en la dialéctica de esa acumulación. Si es verdad que avanzamos, entonces los intereses con los que confrontaremos van a ser cada vez más fuertes.
Hemos tercerizado el trabajo de masas que ahora realiza el Estado a través de las ONGs.
Debemos ampliar los espacios de la política, retomar espacios que abandonamos
insertándonos en los barrios, sindicatos, CB del FA, incluso en aquellos espacios que intente
organizar la derecha. Los nuevos espacios, nuevas agendas, nuevos sujetos sociales a construir,
no son tan distintos a los  espacios, agendas y sujetos sociales de siempre, que
organizados y construyendo poder popular en lo territorial, resuelven problemas que el Estado
nunca podrá.

Solo la organización y el trabajo en el seno del pueblo harán posible la prolongación del
programa progresista en Uruguay.

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