@mateamargouy
Por Ma. Soledad López
DE LO JUSTO A LO JUSTO
Antes de comenzar me gustaría hacer dos caracterizaciones de la justicia -a secas-. La primera radica en el carácter dual de la justicia, pues es una construcción ética e instrumental -una herramienta-, dónde ambos aspectos se sintetizan en una relación histórica dada, lo que encierra su carácter no unívoco. La segunda caracterización, es que siempre que hablamos de justicia vamos a estar haciendo referencia -explícita o implícitamente- a una relación de poder.
Nuestra concepción de lo justo y lo injusto, responderá a nuestro posicionamiento ideológico, pero por, sobre todo, al lugar en el mundo que ocupamos y conciencia del mismo, por lo tanto: nuestras posibilidades “del ejercicio del poder”. Estas dependen también de la distancia que tenemos del cumplimiento del mandato de la masculinidad hegemónica1 -a menor distancia mayores posibilidades-. Lo expuesto, sostiene una estructura social, jerárquica y centralizada funcional al sistema capitalista-patriarcal, que se traduce en relaciones de desigualdad y de poder complejas.
Volviendo a la concepción de lo justo y lo injusto: esta responderá en términos hegemónicos a una síntesis histórica, en términos colectivos a correlación de fuerzas, y en términos individuales a nuestro lugar en el mundo y conciencia del mismo. Hablar de justicia, en el marco de este sistema desde un posicionamiento popular, implica no centralizar el análisis desde la visión estatal. De Marx en adelante, el paradigma crítico ha comprendido al Estado, y sus tres poderes, como herramientas que responden a los intereses de los opresores. A lo largo de la historia, la clase trabajadora ha construido una ética y herramientas, en dirección contraria a la centralidad del poder, resignificando el sentido de la justicia y desarrollando diversas herramientas. En términos estatales: reclamando derechos (desde el voto, hasta los derechos humanos), ocupando cargos de representación política, espacio de diálogos tripartitas donde les trabajadores tengan representación, etc. En términos no estatales y comunitarios, ha recorrido una historia olvidada bien interesante, y con vigencia.
Lo instrumental es ideológico
Tomaré como ejemplo de justicia popular a “el escrache”, que ha sido una herramienta histórica del pueblo. Claros ejemplos de estos son, los escraches de los torturadores de la dictadura (cuando la ley habilita/ba su impunidad), los escraches a los empresarios frente a sus casas (cuando oficializan/ban la voluntad de no pago, represión sindical, despidos, etc.), el actual escrache a los empresarios que realizaron abigeato el mes pasado, etc. Esta herramienta de justicia, el escrache (organizado o no), no es cuestionado a la interna del campo popular, porque nadie cuestiona las posibilidades del ejercicio del poder que poseen “los escrachados”.
Tenemos la responsabilidad de hacer una fuerte distinción entre escrache y linchamiento. El escrache como herramienta de índole popular, cuando busca dar respuestas a una situación de injusticia emanada de asimetrías de poder y que no tiene respuestas de la justicia estatal, emana de un proceso colectivo; busca justiciar un hecho de opresión en un contexto histórico cuya dirección ética y política va en búsqueda de la liberación colectiva y la pública felicidad. Esta construye poder popular en la medida que logra cumplir con estos tres supuestos, y disputar el poder hegemónico. A diferencia del escrache, el linchamiento: no tiene un objetivo a largo plazo; la mayor parte de las veces no responde a una acción colectiva, sino individual-; tiene un objetivo punitivista2, y de opresión; y sus prácticas responden a una valoración ética funcional a los valores y política del enemigo.
Podemos pensar en innumerables herramientas de justicia popular a lo largo del a historia. Sin embargo, hoy, en la era de la tecnología y redes sociales, se hace necesario esclarecer ideológica y metodológicamente, cual es la funcionalidad y objetivo de esta herramienta concreta y las contradicciones que emergen de la misma.
Las contradicciones: un puntapié para la permeabilidad del enemigo
En “Sobre la justicia popular” (1972, pág. 6), Foucault y “los maos” debaten la justicia popular, y en un pasaje traen el tema de las jóvenes que se habían acostado con soldados alemanes, Victor enuncia lo siguiente:
“(…) existen contradicciones en las masas. Estas contradicciones en el seno del pueblo en movimiento pueden hacer desviar perfectamente el curso de su desarrollo, en la medida en que el enemigo se apoya en ellas.”3
La justicia popular interna, “al interior del campo popular”, son formas de democracia -comunitaria o popular- al interior del pueblo, sin mediador más que el pueblo mismo. Es estratégico pensar en ella en esta etapa histórica, donde el enemigo a través de esta contraofensiva neoliberal en la región, hará palanca sobre nuestras contradicciones para poder permear en nosotres.
Interesante es pensar que el enemigo toma varias formas, ejemplo de esto es cuando dentro del pueblo, el oprimido toma forma de opresor, al subsumir por razones de raza, género, sexo, a otres. Entendemos que las fisuras mayores del campo popular residen en las asimetrías de poder que existen en su seno4. Por eso el feminismo le trae unidad al campo popular, en la medida que asume su la diversidad. Lo unifica porque la negación de la misma es opresión, y la opresión es injusticia interna. Esta injusticia interna, tiene un origen histórico. Hoy, se nos abre la oportunidad y a la vez el desafío de poder asumirla. Resignificar la justicia interna tiene como objetivo estratégico a mediano plazo disminuir la permeabilidad del enemigo, y en un largo plazo, abrir el camino al proceso emancipatorio.
1 Ver Soledad López “Unidad del campo popular: El feminismo como herramienta” Publicado en “La diaria” 3/12/2018 y en “EconomiaPolitica.uy” 5/12/2018
2 Ver Rita Segato entrevista realizada por la “Agencia Paco Urondo Periodismo militante”, periodista Camila Alfie, 12/12/2018, (consultada en www.agenciapacourondo.com.ar 26/2/2019)
3 Discrepo en cuanto “los maos” deciden resolver esta contradicción. Sin embargo, aportan un elemento de análisis estratégico en una primera instancia.
4 Idem 1