“Los metodistas pensamos y dejamos pensar”
Con esas palabras del clérigo británico John Wesley, inspirador del Movimiento Metodista inglés y “Compañero”1 de la Universidad de Lincoln durante veinticinco años, culminábamos la entrevista con Heber Cardozo y Blanca Cornero. Un matrimonio metodista que nos abrió las puertas de su casa para hablar de la relación entre política y religión mientras compartían sus experiencias de trabajo social y una picadita para agasajar a los entrevistadores.
Con esas palabras que resumen las ideas vueltas preguntas y vueltas respuestas, paseamos sobre los más de 50 años de actividad pastoral de Heber y nos permitimos analizar el presente, los nuevos movimientos religiosos y las históricas formas con las que la sociedad se interrelaciona con los distintos grupos que practican su fe.
¿Qué es la fe para vos?
Heber Cardozo – En el Nuevo Testamento le llaman “pistis”, literalmente es una confianza y firme convicción en algo que es o que será.
En lo personal, la función que cumple el aire en mis pulmones es la función que cumple la fe en mi vida, es esencial. Sin fe yo no soy, es un componente básico de mi alma. Es la confianza absoluta de que hay un orden universal del cual no podemos escapar, ni queremos escapar, yo no quiero escapar de ese orden. Está todo tan calculado, que los átomos, que las moléculas, que las funciones de este enlace…es tan perfecto, que se precisa más fe para no creer en un orden universal que para creer.
¿Cómo conjugaste tu creencia con tu práctica política?
Tanto la religión como la política son construcciones humanas. La religión para conciliar nuestra relación con lo trascendente y la política para conciliar la convivencia entre los seres humanos, las dos son totalmente imperfectas.
Siempre que uno hace acciones está, desde mi punto de vista que soy un hombre religioso, actuando de forma religiosa. Acertada o equivocadamente. Y cuando estoy haciendo cosas estoy generando acciones políticas, cualquier gesto que haga genera repercusiones y consecuencias políticas. En este mundo no nos podemos mover sin generar consecuencias políticas, por eso me suena tan raro cuando alguien se describe como “a-político”.
Mi vínculo con lo político se dio naturalmente cuando yo me estaba formando en el Seminario, nuestros líderes: Miguel Brun, LaVerne Rutschman, Daniel Miller, Pastor Smith, Emilio Castro, Julio de Santa Ana, Julio Barreiro, Hiber Conteris…eran pensadores de nuestra Iglesia Metodista o de la Iglesia Menonita, la comunidad menonita donde yo me eduqué. Ellos no concebían que el cristiano no se involucrara políticamente. La iglesia no debe ser un refugio para ampararse y la religión no puede ser excusa para no participar. Al contrario, la religión te obliga a tener actitudes políticas, fue lo que le pasó a Jesús, jamás quiso militar en política y sus acciones tuvieron consecuencias profundamente políticas, murió por política y no por religión. Fueron los religiosos, metidos a políticos como en toda Teocracia, que lo mataron.
¿Qué podés contarnos de la relación histórica entre la Iglesia Metodista y las manifestaciones políticas en nuestro país?
Para entender esa relación, tenemos que remontarnos a los comienzos del Metodismo como movimiento.
El fundador del Metodismo fue un cura anglicano de Londres: John Wesley, siglo XVIII. Se fue a Norteamérica para evangelizar a los indios y se aprendió el idioma de los indígenas; quería dialogar con los “moravos” de Alemania y aprendió alemán; quería trabajar con los hispanos y aprendió español. Un hombre inquieto espiritualmente.
Empezó a percibir la realidad de su pueblo, iba a las minas de carbón a denunciar la utilización de niños, que -como consecuencia- morían de tuberculosis. Acordó con algunos padres para sacar a sus hijos de allí. Se los llevaba a su casa, les daba comida y les enseñaba a leer y a escribir. Un día va al puerto y ve bajar negros esclavos de las galeras, denuncia esta situación y se pone en contra a los dueños de las embarcaciones que asistían a su propia iglesia, la Iglesia Anglicana del siglo XVIII.
Le empezaron a cerrar iglesias, no le ordenaban Ministros, lo dejaron solo. Pero él, como era presbítero y muy respetado, empezó a ordenarse sus propios Ministros: el primero fue un zapatero, el segundo un herrero, y los fue instruyendo.
De ahí viene nuestra tradición, donde hay una Iglesia Metodista hay un Colegio y hay una obra social. Quedó eso como parte de nuestra esencia metodista.
…ir adonde está la gente y la realidad.
No hay otra manera. Pero no es solo el mandato de Wesley, es el de Jesús.
Los Evangelios relatan que Jesús fue solo tres veces al templo. Una de las veces que va, irrumpe y denuncia que “habían hecho del templo, una cueva de ladrones”. No era un hombre de templo, era un hombre de gente, de predicar a orillas del mar, de predicar en las montañas, en las casas. Iba a donde estaba la gente.
Una vocación. Y mirá que no es el único ejemplo, hay muchas religiones en las que los grandes enviados de la providencia fueron gente así.
¿Qué opinión te merece la irrupción de los movimientos religiosos como el pentecostalismo y las diversas sectas, sobre todo en este último tiempo en el que están siendo protagonistas con un discurso contrario al Matrimonio Igualitario, a la Interrupción Voluntaria del Embarazo o a la Ley Integral para Personas Trans?
El pentecostalismo es viejo, “los entusiastas” les llamaban en Inglaterra. Gente que entraba en éxtasis con las oraciones, tenían un vínculo muy fuerte con lo que ellos llamaban el espíritu santo. Esto que estamos viviendo ahora, desde hace 40 años, es el neo-pentecostalismo.
Algunos pentecostales legítimos le llaman a los neo-pentecostales: “PESTEcostales”, porque buscan prestigio y poder, estar al lado de donde hay poder, arrimarse y sacar ventaja. Se vinculan con líderes, apoyan campañas políticas como en Brasil, se asocian, han generado partidos.
Mirá, cuando yo era pastor en Buceo vinieron 2 pastores pentecostales a entrevistarme, me invitaron a una reunión de una de las 2 asociaciones de pastores que había en ese momento (grupo de Iglesias bautistas, nazarenos, pentecostales). Me presentaron al Presidente, un coronel retirado, que además era el tesorero. Él nos presentó su plan de financiamiento y yo me dije “No puedo pertenecer a esta asociación, voy a seguir con la Federación de Iglesias reformadas (menonitas, valdenses, metodistas).” Ya vi por donde venía la cosa.
Uno de los pastores que mencionaste anteriormente, Julio de Santa Ana, habla del fenómeno del neo-pentecostalismo como una “sobreproducción simbólica”. Un fenómeno que empezó en la década del 60’ pero se expandió en la década del 80’, de la mano con la profundización de la depresión económica, el combate al comunismo y la implantación del neoliberalismo en el continente. ¿Qué pensás al respecto?
Creo que es Erich Fromm quien dijo que el protestantismo trajo como consecuencia al capitalismo, es una afirmación bastante fuerte pero no está del todo errado. La prolijidad, el ahorro, la frugalidad, ese tipo de cosas que tanto Lutero como Calvino pregonaban, terminan transformándose en acumulación. Lleva a Lutero a redactar un tratado sobre la avaricia, alertando que está bien cuidarse, ahorrar, pero que eso no debía convertirse en guardar dinero por la necesidad de acumular.
Una vez, caminando por 18 de Julio una señora me da una revista muy bien impresa, con una invitación a participar en una reunión que ofrecerían. Decidí ir.
¿De qué año estamos hablando?
Estamos hablando del 90’ y algo. Entré y me senté; el énfasis era en el milagro de la prosperidad, la Teología de la Prosperidad: “Usted le da a Dios y Dios le da”. Una inversión.
Se venía la parte de la mangueada y me levanté para irme, las puertas estaban cerradas y un ujier las custodiaba, como un patovica. Me dice: “Hermano, ¿se retira ya?, se viene el momento más importante. Darle a Dios para que Dios le retribuya”. Insistió un par de veces y yo pensando que si no se corría lo iba a tener que correr porque yo de cualquier forma iba a salir. Me imaginaba esas personas, menos decididas o más afligidas, que van a buscar paz para sus angustias, seguramente las terminan convenciendo, las retienen.
Recuerdo también mi primera Santa Cena en la Iglesia del Barrio Borro, mujeres y niños iban pasando y se arrodillaban, manteniendo una costumbre muy arraigada, con la que no estoy de acuerdo. Simbólicamente no lo podía permitir. Personas cuyas historias hablaban de una vida arrodillada emocional y físicamente frente a un varón, ¡cómo iba a permitirse que también se arrodillaran frente a un representante de una religión -supuestamente- liberadora! La gente tiene que estar de pie.
Ya que introducís el tema de género, ¿Cómo era, cómo es el rol de la mujer metodista?
Las mujeres metodistas siempre fueron unas adelantadas, yo mismo ingresé a la Iglesia Metodista por mi madre y por mi abuela. Me llevaban a una Iglesia que quedaba por Veracierto a cargo de una Diaconisa, Violeta Caballero, que nos embelesaba.
Una mujer preparadísima teológicamente; pero en ese tiempo no se le daba el título de pastora, porque también el machismo estaba presente dentro de nuestra Iglesia.
Violeta Caballero, Violeta Briata, Ana Cepollina, mujeres que generaron revistas de temas pedagógicos y de teología. Mujeres preparadísimas, con un rol protagónico y muy involucradas en todo. A las mujeres metodistas actuales las vas a ver en las Marchas del Silencio, en todas las manifestaciones sobre la problemática de género. Desde hace décadas, nuestra Iglesia Metodista en Uruguay ha elegido en varias oportunidades a mujeres para el rol de la presidencia de la institución.
Y de las y los jóvenes metodistas, ¿qué me podés decir?
Son pocos, aunque es muy auspicioso lo que están haciendo. Hay una experiencia -si querés conocerla- en la Iglesia de la Aguada, Lima y Batoví, a cargo de Nicolás Iglesias. Es un núcleo de jóvenes que ha hecho revivir nuestra Iglesia. Una iglesia que actualmente se caracteriza por tener cabezas canosas y peladas.
Tenemos mucha esperanza en ellos -los jóvenes- y estamos muy contentos con lo que están haciendo. Ellos tienen que hacer su camino.
¿Cuál ha sido su rol y, en general, el de toda la Iglesia Metodista en la discusión sobre el “No a la Baja” y la “Nueva agenda de Derechos”?
Muchas de nuestras congregaciones debatieron sobre el “No a la Baja”. Las conclusiones finales fueron que bajar la edad de imputabilidad no sólo no solucionaría nada, sino que empeoraría la situación. Hay que buscar soluciones educativas, de inclusión social y de igualdad de oportunidades.
Cuando se discutió pastoralmente el asunto del Matrimonio Igualitario en nuestra Iglesia, las autoridades resolvieron dejarle a cada pastor la decisión de casar o no casar una pareja del mismo sexo.
Volviendo a la relación Iglesia-Política, sobre todo política electoral. Más allá de que una candidata a Presidenta y un actual Diputado intenten reproducir ciertas dinámicas o discursos político-religiosos, ¿creés que en Uruguay hay terreno fértil para que este tipo de prácticas religiosas, como el “neo-pentecostalismo”, tengan la relevancia que están teniendo en Brasil y en Argentina? ¿creés que en Uruguay se puede masificar de la manera que se está masificando en Brasil y en Argentina?
Uruguay es una reserva -todavía- de prudencia en algunos aspectos, pero también es cierto que este fenómeno viene muy fuerte en la región.
El exceso de comunicación, de titulares, que la gente reproduce, comparte y se traga sin discernimiento, es peligroso. Hubo un político francés en la Segunda Guerra Mundial que dijo algo así como que hay 2 cosas que juntas pueden llegar a anular la inteligencia de los pueblos: el exceso de información y la pobreza.
¿Cómo se hace para articular la práctica social religiosa con la vida democrática en un país laico, sin que ello derive en una contradicción antagónica?
La Iglesia Metodista ha sufrido muchas veces una laicidad mal entendida.
B.C. – Es necesario hacer la distinción entre la laicidad según José Pedro Varela,
(que propone conocer las diversas religiones para poder elegir) y el anticlericalismo, que es otro fenómeno. Son conceptos muy distintos.
La Dra. Alicia Casas, hace como 30 años ya, realizó un estudio sobre el laicismo en el Uruguay. En él afirma que somos un país totalmente religioso: además de los cristianos hay manifestaciones afro, los derivados de las religiones de la India, budistas, los bahai. En realidad tenemos una gran oferta espiritual. Capaz que sí, somos laicos, en el sentido primario de la palabra, porque tenemos mucho de donde elegir.
Está buena la aclaración de laicidad y anticlericalismo, no lo habíamos pensado por ese lado, porque muestra también otra faceta del enfrentamiento, de la intolerancia. Nosotros lo pensamos por la característica más visible, en estos últimos tiempos, la de determinados creyentes sosteniendo discursos anti-derechos basándose en sus religiones más que en las normas de convivencia de un Estado que -por lo menos en sus escritos- no responde a ninguna religión en particular.
La Ley y la Teología son malas cuando andan juntas. Todas las teocracias han sido funestas para todos los pueblos, por eso los profetas insistían, Isaías decía “Sacrificio de animales, eso me da asco. ¿Ayunar? ¿Para qué ayunan si se están peleando unos con otros? ¿Saben qué es lo que quiere Dios de ustedes? Que liberen a los presos que tienen cautivos, que le den vista a los ciegos, que socorran al pobre que no tiene comida, que vistan al desnudo, que desaten los yugos que oprimen al ser humano. Eso es lo que quiere Dios.”
La ley ordena, pero si la tomás como cerrojo te aprisiona.
La eterna contradicción, usar la ley para someter o usar la ley para liberar.
B.C. – Nosotros siempre decimos: “ los metodistas pensamos y dejamos pensar.”
1 “Compañero” era el nombre dado a un dignatario de alto rango.