Abril del 2019, Colectivo Mate Amargo se encuentra inmerso en la tarea de rescatar el pensamiento y la práctica de Raúl “Bebe” Sendic a 30 años de su desaparición física. Con este ímpetu nos fuimos a conversar con Sandra Menotti, a propósito de otro hecho que no queremos dejar pasar inadvertido: “Las Muchachas de Abril.”
Antes de meternos de lleno a repasar el diálogo que tuvimos creemos importante repasar aquel hecho y dejar sentada una advertencia: quienes lean no van a encontrar aquí una respuesta fácil y directa a un hecho que hasta hoy nos interpela tanto como nos conmueve. Muy por el contrario, si les interesa hacerse su propia conclusión, tendrán que ir más allá de este artículo y contrastar información.
Un poco de contexto
La madrugada del 21 de Abril de 1974 un destacamento militar se desplegó en varias manzanas del Barrio Brazo Oriental de Montevideo buscando al militante del MLN-T Washington Javier Barrios. No lo encontraron en su domicilio de la calle Mariano Soler 3098 dónde sí estaba su compañera Silvia Reyes (19 años) embarazada de tres meses, Diana Maidanick (23 años) y Laura Raggio (20 años) a quienes balearon con fuego de metrallas sin mediar ningún tipo de diálogo.
Testigos que vieron la escena luego del operativo afirman que sólo en el cuarto donde dormían las tres muchachas había más de doscientos impactos de bala, y en todo el perímetro ascienden a más de mil. También hay versiones que sostienen que el ataque de los militares fue “respondido” por parte de las mujeres… con cinco disparos, como se puede leer en el artículo que E.F Huidobro escribió en Mate Amargo en 1987 titulado “Las tres pibas de Abril”
Sandra es partera, desde hace un par de años también abogada, militante de la salud, se fue del MPP hace unos años. Actualmente acompaña a Cristina Lustemberg y reivindica algunos aspectos profundos de aquellas épocas.
Precedida por su fama de “metedora”, esta compañera nos cuenta algunos hitos de la salud pública desde su experiencia formando parte de la gestión y aplicación de políticas en la materia, y lo que parece un rodeo se vuelve totalmente justificable en la emoción que le gana al repasar lo que fueron los primeros pasos del Hospital de Ojos, los primeros vuelos a Cuba para las operaciones de cataratas y la felicidad de la gente después de las operaciones.
Se advierte la misma fibra moral de la muchacha que militó y vió morir compañeros, tránsitó las procesiones de las cárceles de la dictadura y, ahora desde otro lugar lleva adelante las mismas tareas. En definitiva nos invita a pensar que, pequeñas o grandes, hay que hacer todas las revoluciones.
El rol de la mujer es otro tema central en la conversación, su presencia en la conducción a lo largo de toda esta historia es algo que Sandra nos hace notar. Formó parte de la dirección del 26 de Marzo Uruguay, “un núcleo donde la mayoría eran mujeres”, muchas con responsabilidad directa en la reconstrucción a la salida de la dictadura. Todo para ella es y sigue siendo parte del mismo compromiso, militante, de entregar todo por lo que se está convencido.
Lo que sigue es un extracto de la conversación que tuvimos.
Estuve presa con Laura y con Diana. Laura cayó con 18 años recién cumplidos y Diana tenía 19, casi 20. Ellas cayeron en julio, yo había caído con 19 años en junio del 72. Estuvimos en el Cuartel de Infantería 13, la particularidad que tenía es que en vez de depender de alguna región, dependía directamente del Comando General del Ejército. Eso hizo que la gente que estaba en el trece quedara por varios años. Las Regiones intercambiaron entre sí, a nosotras no, a nosotras nos dejaron. Y eso hizo que hasta el día de hoy nos sigamos juntando, no todas pero la mayoría. Y estamos conectadas por esto de las Muchachas de Abril, se han hecho pila de cosas. Algo que recuerdo mucho es que les gustaba mucho la canción “Palabras para Julia”, de ellas la aprendí y siempre me obligó, en su memoria a no darme por vencida por lo que creo.
Laura y Diana salen al año y poco y antes de que pasaran los dos años las matan, en abril del 74. Estaban en la casa de Silvia Reyes con la idea de irse del país. En ese momento en Uruguay no había forma de sostener gente que estuviera ilegal o recién salidas de la cárcel.
La historia que se ha generado es que eran tres gurisas, muy jóvenes, las acribillaron, una estaba embarazada, que no hubo resistencia… yo creo que no fue todo tan así. Son esas historias que con el tiempo se las vincula desde un lado “por demás romántico”. Tres mujeres indefensas acribilladas… Me parece que, incluso por nuestra base ideológica, uno no puede reivindicar el asesinato, el “pobrecitas, tan jóvenes…” sino que lo que se debe reivindicar es el dejar la vida por las ideas, por otro compañero. Entonces además hubo muchas compañeras caídas, incluso en el mismo abril, el 14 de abril del 72 murieron ocho compañeros, en una serie de allanamientos y acciones que se iban a hacer contra el Escuadrón de la Muerte. La historia se ha encargado de resaltar un poco más a aquellos compañeros que cayeron asesinados a sangre fría y deja un poco más rezagados a los compañeros que cayeron en combate. Ojo no vamos a hacer una apología de la lucha armada hoy en día, no. Pero, entendiendo el contexto que se vivía, hay gente que también hay que recordar: El 14 de Abril del 72 también murieron Norma Pagliano y Groop Carvajal en un enfrentamiento. Ellos estaban yendo a por Miguel Sofía, integrante del Escuadrón de la Muerte, el mismo que cayó preso el año pasado, que estaba requerido hace tiempo.
No está clara la situación que se dio, lo que sabemos es que desde la policía dieron el alto y ellos al ir armados no podían parar, ahí se da enfrentamiento, donde es herido el compañero Groop, quedando Norma y tres compañeros más, que nunca conocí. Norma era la responsable del operativo, era estudiante de Facultad de Medicina, tenía 24 años. De extracción muy humilde, fue parte de una generación de muchos compañeros de distintas organizaciones. Entonces cuando Norma ve al compañero muerto, el vehículo inutilizado, se tira al piso agarra la única arma ametralladora que tenían y les dice al resto que se vayan, quedando resistiéndose, sabiendo que no se levantaba. Los otros compañeros se pudieron ir. Entonces es justo reivindicar a los compañeros en combate. Por más que yo hoy haría otra cosa, pero es fácil decirlo con el diario del lunes. Lo cierto es que en ese momento nos pareció lo correcto, lo teníamos justificado y los compañeros murieron siendo coherentes con lo que pensaban. Por eso es justo que los que sobrevivimos reivindiquemos a nuestros compañeros. Hubo enfrentamientos, y hubo compañeros que optaron dejar la vida para que no cayera otro compañero. Incluso si pensamos dónde estamos hoy, se vuelve esencial rescatar estas cosas.
Éramos todos tan gurises, y todos los muertos eran gurises. Los viejos tenían 30 y pico o 40 años. Pero estábamos convencidísimos, y claro como siempre una se cuestiona hasta dónde a veces no idealizamos demasiado las cosas. Pero la realidad es que, yo por lo menos no me arrepiento de nada, y creo que fue una experiencia liberadora, pensábamos que teníamos la posibilidad de cambiar el mundo en nuestras manos.
Que el Bebe haya muerto cambió la historia, porque si bien existe eso de que la historia no depende de una sola persona hay compañeros que tienen características que cambian muchas veces las historias de los grupos, el Bebe era uno de ellos. Si me permitís otro que hay que rescatar y estudiar, que nos hizo mucha falta es Pato Quartino.
Laura y Diana eran excelentes compañeras, su muerte marcó toda mi vida y de las otras que compartimos la cana con ellas. Sigue siendo un motivo importante de unión entre nosotras y una referencia que nos obliga a no entregarnos y seguir luchando por un mundo mejor.