Gabriela Dobal
Tratando de mirar el bosque más allá del árbol,
desde la resistencia y la construcción de
alternativas.
Soy maestra de aula. He participado, por decisión de mis compañeras y colectivos de referencia, en diferentes instancias de decisión de nuestro sindicato. Trato de tirar sobre la mesa de la ronda algunas ideas que nos inquietan, comopara empezar a pensar con otr@s y seguirla en alguna otra vuelta.
Acaba de terminar un nuevo congreso de la Federación de Maestros del Uruguay – Trabajadores de la Educación Primaria (FUM-TEP). Momento para analizarnos y mirar hacia el futuro desde un balance necesario.
Muchas veces no dimensionamos la importancia de eventos como éste. Se trata, ni más ni menos, de la reunión de delegados y delegadas de todo el país, que van a definir las líneas estratégicas más importantes para llevar adelante los próximos años. En este caso, ni más ni menos en una organización con más de 20000 integrantes.
En ese encuentro, en que nos vemos con compas que hace tiempo no nos cruzamos, o debatimos con otros y otras con quienes discutimos a menudo, parece por momentos que estamos en una más de tantas conversas, que se trata casi de un trámite, que como muchas ya tienen su postura tomada casi que estamos cumpliendo con las formas no más…
Pero a medida que transcurre el intercambio y avanzan las votaciones se pone de manifiesto que cada decisión colectiva que se tome tiene su peso y es de gran importancia. Las instancias de reuniones de delegados conllevan ese peso que les da la representación y debemos hacer el esfuerzo por estar a la altura.
La construcción de herramientas colectivas tiene eso de la necesidad de sostener la convicción de la necesidad de asignar valor a las ideas que se vierten, estudiar cuanto se verbaliza y escribe sin prejuicio; creer, en definitiva, en la palabra de los demás. Intentar, aunque sea intentar, escuchar honestamente la opinión diferente, el argumento distinto, los diversos puntos de vista y tratar de acordar puntos en común sobre los cuales seguir construyendo organización.
Esto no es menor, porque vivimos en una sociedad que nos enseña a mirarnos el ombligo y no confiar en nadie. Seguimos bombardeados con el hacé la tuya y cuando se nos invita a hacer algo por otres (desde los medios dominantes) es en clave de lavar culpas. Promover la unidad (sindical, político partidaria, de ideas, etc) es en sí mismo un acto de resistencia.
En esta ocasión, maestras y maestros de todo el país definieron los ejes centrales de lucha en esta etapa que viene, de cara a un nuevo gobierno: sostener la plataforma vigente, priorizar la lucha presupuestal por sobre las disputas internas de cargos, rechazar cualquier proceso de privatización, incluir cláusulas de género y salud laboral en el convenio salarial, volver a apostar por delegades en los Consejos que trabajen en equipo y sean puerta abierta a las demandas y planteos de trabajadores.
Sin embargo, nuevamente nos quedamos sin uno de los pies de apoyo: faltó votar el informe de la comisión de Políticas Educativas, hecho altamente significativo. Porque hace parecer que no tenemos nada que decir, cuando en realidad urge que las y los educadores de este país tomemos la palabra.
Lo que se viene viendo…
De un tiempo a esta parte (más de una década, me parece), parte de nuestro sindicato parece volcarse más hacia una de sus funciones: la protesta, reclamo y defensa en cuanto a nuestra condición de trabajadoras.
En las asambleas, los grupos de wathsapp, en las redes sociales, en las comunicaciones internas… nuestras preocupaciones como gremio son primordialmente sobre nuestra realidad como asalariados.
Obviamente ésta es una preocupación necesaria: en definitiva vivimos de nuestro trabajo, la mayoría estamos en ésto por opción pero no pretendemos caer en un apostolado y rechazamos la caricaturización de nuestra profesión en una elección “netamente vocacional” de amor a la infancia casi por reflejo. Somos trabajadoras y trabajadores de la Educación que miramos porque nuestros ingresos sean los justos y nuestras condiciones de trabajo las mejores.
Pero ésta es solo una parte de la historia. Por otro lado está nuestra condición de servidores públicos, de trabajadores del Estado, de Educadores. Y subrayo EDUCADORES.
En nuestra profesión el trabajo con niños debiera atarse automáticamente al trabajo con sus familias… pero en la realidad eso muchas veces no pasa.
Desde algunas posturas, parece que quedan para los libros las experiencias individuales o colectivas de maestras sindicalizadas que además miran lo pedagógico. Quedan para ser citados aquellos maestras y maestros que hicieron historia previo a la dictadura y quienes además llevaron el nombre de nuestro país a recorrer el continente en sus experiencias. Parece que pensar en el hacer, revisar nuestra postura epistemológica, hacer autocrítica sobre qué estamos ofreciendo a la infancia de hoy en día en este país y con esta coyuntura no formara parte de nuestro quehacer sindical. Como si fuera un camino paralelo el de la construcción pedagógica.
Hay quienes defendemos que la Escuela Pública como institución, y los sindicatos como herramientas de sus trabajadores, deben eliminar esas distancias. Muchas son las maestras que en lo cotidiano, en el hacer diario, nos muestran lo que nuestra historia reafirma: el desarrollo de la herramienta sindical va de la mano con el trabajo en comunidad, con pensarnos como profesionales y con nuestro compromiso por la construcción de un mundo mejor, dentro y fuera del aula.
Lo que hay que mirar…
Para quienes tenemos estar perspectiva, a veces la tarea se nos hace cuesta arriba y parece que remamos contracorriente. Es más fácil mirar el árbol, quedarse en lo sintomático, protestar por lo breve y asible, que mirar a largo plazo y tomar en cuenta lo complejo de las transformaciones incluyéndonos como parte del problema y la solución.
Asumimos que estamos con otras en esto porque damos importancia especial a las organizaciones sociales en la construcción de un sistema diferente, más justo y solidario. Para superar el capitalismo y buscar sistemas alternativos de la sociedad, es fundamental que existan y crezcan las fuerzas del cambio. Los sindicatos históricamente han defendido y promovido los derechos de los explotados por el sistema capitalista. En el caso particular de la educación, tenemos un desafío doble: ver por los derechos de les trabajadores de la educación y sus familias, pero a la vez velar por un sistema educativo público que sea cada vez mejor para todos y todas, sin exclusiones de ningún tipo y atendiendo lo que cada quien necesite para aprender mejor y desarrollarse plenamente como ser humano libre.
Desde este lugar, concebimos la militancia sindical como una extensión de nuestro compromiso con nuestras compañeras, las y los niños con quienes trabajamos, sus familias y la comunidad toda.
Aspiramos a la construcción de un sindicato que renueve su rol desde el hacer y proponer, construyendo alternativas y fuerza de resistencia desde la base de las comunidades que rodean e integran a sus trabajadoras.
Sostenemos la idea de un necesario movimiento en favor de la Educación Pública en general, que no sólo la realce como aquella de público acceso, sino que le imprima el valor de ser centro de referencia, constructora de conocimiento, el lugar donde podemos acceder al saber acumulado pero a la vez encontrarnos con otros y con nosotros mismos.
No hay recetas salvadoras. No sabemos cuál es la propuesta ideal para imaginar el futuro de la Educación ni de las organizaciones sociales, pero tenemos algunas certezas: es habilitando y difundiendo la experimentación pedagógica fundada, es con las familias dentro de la escuela, es con las maestras y maestros metiendo cabeza y elaborando desde los colectivos, es valorando la importancia de pensar en los y las gurises, es cambiando el formato de la escuela actual.
Escribo muchas de las ideas desde el plural, porque no concibo construcción en solitario y las ideas que defiendo son fruto de múltiples intercambios y experiencias colectivas. Hay que seguir juntando voluntades, buscando quiénes y dónde están haciendo y modificando la Escuela, porque en cada uno o una de ellos hay un poquito de resistencia a este hacer siempre igual, de la misma manera y por separado. Si cada una y cada uno mira un poquito qué puede cambiar, si cada vez somos más destinando un tiempito de nuestras vidas en mejorar las condiciones de los más desfavorecidos, si nos atrevemos a cuestionar y aceptar cuestionamientos, habremos avanzado bastante.
En definitiva, cada vez que me siento a escribir sobre Educación y sobre la construcción de sindicato me parece que la cuestión es la misma, tan básica como compleja: seguir en esto de convencer, mostrar y demostrar que es necesario trascender nuestra aula/escuela, sumando nuestros esfuerzos con otras y otros para lograr que realmente los cambios sucedan, buscando más que nuestro propio beneficio la construcción de más y mejor Escuela Pública, en clave de derechos para todas y todos.
“Al final, como al principio, todo es plan y fantasía”