Inés Cortés
A exactamente seis semanas del 27 de octubre, la contienda electoral se pone picante, vale todo por un voto y la derecha es la primera en tenerlo claro.
Entre Fake News, “promesas sobre el videt” y críticas fáciles a la administración que generó el crecimiento económico sostenido con redistribución económica real más largo de la historia del Uruguay; la oposición entrega la vida (o niega sus ideales) por sumar adherentes electorales (votos).
Es entendible, después de 15 años de administración frenteamplista (aunque con algunos desgastes propios de los años), se les complica encontrar grandes fallas por la cuales acumular desde la crítica. Frente a aquella dificultad se nos hace cada vez más común escuchar a los referentes de la oposición y principalmente del Partido Nacional hablar de “buscar puntos en común” con el oficialismo; cosa que a los militantes de izquierda sociales y políticos se nos hace muy difícil pensar, siendo que lo que nos diferencia son dos proyectos de país, dos modelos económicos y políticos antagónicos. Las diferencias son ideológicas y muy profundas (y esto lo sabemos nosotros y lo saben ellos), solo que en momentos de contienda electoral eligen silenciar sus verdaderos objetivos políticos.
Un excelente ejemplo que ilustra esto de las diferencias ideológicas es la del diputado nacionalista Rodrigo Goñi líder de la lista 40, quién está siendo indagado por la fiscalía General de la Nación tras recibir la denuncia de haber sobornado a la concejal del Municipio E, Lorena de León para impedir que asumiera la titularidad de la alcaldía de dicho municipio frente a la ausencia del alcalde titular. La denunciante mostró mensajes en la que se la sobornaba, se le ofrecía un sueldo y materiales de construcción para reparar su humilde casa a pedido de Goñi con el argumento de que era desprolija, sucia, e impresentable y por tanto no entraba en los cánones de los integrantes del Partido Nacional. Es decir demasiado pobre para ser Alcaldesa blanca, pero no así para integrar la lista en su momento y juntar votos para el sector.
Está clarísimo cual es el rol del pueblo en su proyecto, relleno y oportunismo pero sin estorbar. Sino para afuera.
Por más promesas que hagan, e ilusiones mágicas que solo un dios o una fuerza sobrenatural podría realizar, hay algo que está claro: vienen a restaurar el orden social al Uruguay, como lo hizo Macri en Argentina, y Temer en Brasil, y eso estimades lectores ya sabemos como termina: volviendo a ser los excluidos y marginados de siempre, los sin techo, los sin pan, los sin derechos.
Estamos a tiempo de parar esto, no hay recetas nuevas, ni marketing que nos haga olvidar quienes son, de quienes vienen y a qué vienen.
Tranquilos ustedes que nosotros tenemos memoria e historia, somos sujetos de derecho y actores políticos en los barrios, en las calles y en las casas. No pasarán.