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Varias son las emociones que atraviesan los cuerpos del pueblo uruguayo en estos días: enojo, frustración, desazón (y podría seguir) pero también están presentes la lucha y la memoria. Prueba de esto aquí va el relato donde La Calle habla.
Viernes 15 de noviembre, de mañana mi hermana (primera vez que vota, detalle no menor) en el ómnibus y yo trabajando. Me escribe “estoy escuchando la radio y están pasando todos los jingles del frente, no voy moqueando de casualidad”. Se saca los auriculares porque se armó bardo en el ómnibus y me manda varios audios contándome “varias mujeres se están peleando y una le grita a otra ‘se van, se van’ y la otra responde que no se va a ningún lado y le explica los avances que ha tenido el país”. Mi hermana se baja y escucha a la mujer que gritó que dice “yo no soy de ningún partido, para mi debería de gobernar un año cada partido” y ahí mi hermana me dice “la indignación me corre por las venas” y le respondo “calmate te va a dar algo”.
Viernes 15 de noviembre, de tarde UTU de Atlántida. Era la muestra de fin de año de la UTU que se había inaugurado este año. Entré y no podía salir de mi asombro, un centro educativo de primer nivel con varios pisos, varias carreras. Cuando vi la cocina dije “parece una cocina profesional” y al ver la parte de peluquería dije “woow tremenda peluquería”. Se veía a los gurises entusiasmados con su nuevo local de estudio donde les contaban a los visitantes de sus carreras, pasantías. Una chiquilina de turismo me contó que tienen la posibilidad de hacer paseos durante el año financiados por la UTU donde son ellos mismos que realizan las visitas guiadas y de ese modo practican. Fue inevitable recordar cuando entré al liceo de Salinas en el año 2005, teníamos salones sin vidrios, pizarrones apoyados en bancos y veíamos caer de las paredes un musgo y líquido verde. Teníamos educación física en el campito de al lado del liceo y si llovía o crecía mucho el pasto ya no había clase. El baño era un tema aparte, y siendo mujer aún más, entrábamos con varias compañeras para sostenernos la puerta. Salir del baño con el mismo estado de salud con el que ingresabas era todo un logro. Recuerdo también mi emoción en el año 2007 cuando hicieron el liceo nuevo y entramos por primera vez “parece un shopping” decíamos.
Miércoles 20 de noviembre, de mañana en el Hospital de la Costa. Estaba sentada esperando para retirar medicación y pedir hora, y escucho (escuchamos todos los presentes) a un hombre hablando por teléfono y decía “Mirá yo tengo 75 años, acá hace 15 años caminaban las ratas,esto está hecho a nuevo, a mi hermano que estuvo complicado lo atendieron y lo operaron con una calidad tremenda. Yo soy de Parque del Plata y allá lo que ha cambiado no tiene nombre, las luces, las calles, las plazas, todo…decime ¿en qué está pensando la gente?”. El hombre con sus palabras logró transportarme a cuando iba a la escuela y mi papá de manera arbitraria dejó de pagarnos a mi mamá y mis hermanas la sociedad médica. En ese momento fue una tragedia familiar tener que atendernos en ASSE, hoy decidimos hace ya varios años por elección y convicción atendernos en ASSE.
Miércoles 20 de noviembre, de tarde en taxi camino a terapia (si fundamental en estos momentos). Subo y comienza la típica charla del clima “qué calor hace” me dice y yo le digo “dicen que el domingo llueve” (lo sé en mi cabeza no puedo dejar de pensar en las elecciones del domingo), mira por el retrovisor ve mi cara de angustia (que ya no se puede esconder) se levanta los lentes, muestra también su preocupación y me dice “tranquila viste como es esto, hasta el último momento no se sabe” y le digo “si obvio las esperanzas son lo último que se pierde”. Me bajo del taxi y escucho la música “que no se detenga, no dejes de soñar”, jingle del frente amplio de la campaña del 2014.
Después del 27 de octubre ya nada fue lo mismo, con la convicción de que no manifestarse es también una manera de posicionarse, el pueblo uruguayo alzó su voz y salió a la calle a invitar a la ciudadanía a informarse y a analizar crítica y reflexivamente los dos modelos de país que se disputan la conducción en los próximos cinco años. En este sentido fui testigo como personas que jamás habían participado en política se acercaron a diferentes comité de base, agrupaciones, colectivos para decir “en qué puedo ayudar” y quienes también por su cuenta decidieron hacer pegatinas, carteles, banderas. Cada uno desde su lugar apoyó, algunos también optaron por pedir licencia en sus trabajos para salir a militar y otros casualmente se enfermaron. Una vez más el Uruguay se pone a la altura de las circunstancias y demuestra que la lucha es colectiva.
A mi, individualmente el Frente Amplio no me dio nada, pero si me dio un país con aspiraciones colectivas. Sea cual sea el resultado el domingo, el pueblo uruguayo ya ganó porque se encuentra unido luchando por una sociedad más igualitaria, más justa, más democrática y también más humana, y se seguirá encontrando en las calles para luchar por los derechos que conquistamos y son nuestros.