Andressa Braun 1
El ámbito cultural es el campo de la batalla política, y toda acción política deriva de un proyecto político que, como parte del campo de batalla cultural en toda su diversidad, atiende a unos intereses y confronta a otros.
La noción de proyecto político que utilizo es la de Evelina Dagnino, que lo conceptualiza como “los conjuntos de creencias, intereses, concepciones del mundo y representaciones de lo que debe ser la vida en sociedad, los cuales orientan la acción política de los diferentes sujetos”. La implementación de un determinado proyecto político resultará según las condiciones estructurales, recursos y oportunidades para ello.
En el Brasil pre impeachment de 2016, el proyecto político antifeminista que aquí expongo, coincide con los intereses de los actores que llevan a cabo los proyectos neoliberal y autoritario de sacar de la presidencia a la primera mujer a ocupar el cargo en la historia del país y, simultáneamente, al Partido de los Trabajadores (PT).
Dagnino apunta a un autoritarismo político en Brasil, correlato al autoritarismo social, es decir, “a la existencia de una cultura que legitima las diferencias sociales e internaliza los códigos que jerarquizan a las clases y los grupos sociales”.
El proyecto autoritario antifeminista se desarrolla en el espacio hueco entre el proyecto democrático participativo y el proyecto neoliberal que emerge en el Brasil pre impeachment y se consolida post golpe de 2016.
La guerra (no) declarada contra las mujeres
En este sesgo autoritario conservador que es legitimado por la acción del Estado y emerge de la sociedad, surgirán las más fuertes reacciones antifeministas. Tales reacciones se impusieron con enorme potencia en Brasil ‘actualizando’ el concepto de Susan Faludi, de los años `902, “backlash antifeminista”: un contra ataque a los feminismos para impedir el progreso de la mujer.
Si pensamos en el Brasil de hoy y en la presencia masiva de los evangelistas en las diversas estancias del poder, con su postura crítica y conservadora en relación a la mujer, podemos suponer que vivimos una nueva fase de contra ataque a los avances feministas más recientes consolidada como proyecto político. En los gobiernos del PT (2003-2016 interrumpido) tuvieron destaque las políticas con perspectiva de género, para la inclusión y el desarrollo de la mujer.
En efecto, tanto la destitución de la presidenta Dilma Rousseff en 2016, como la campaña previa al proceso de impeachment, recurren a la imagen de una ‘presidenta histérica’ y a la producción de ‘evidencias’ que supuestamente indicarían su incapacidad de hacer política y, por ende, de ejercer el cargo para el que fue legítimamente electa.
Como es de amplio conocimiento, la presidenta fue destituida tras un proceso colmado de controversias que constituyó el estopín de la puesta en marcha del proyecto político antifeminista en Brasil. Súmanse a ello, las acciones coordinadas del gobierno golpista por escasear de representatividad, participación y condiciones de vida a las mujeres.
La primera de ellas3, en el 12/5/2016, (fecha de la asunción interina de Michel Temer), fue la extinción del Ministerio de las Mujeres, de la Igualdad Racial y de los Derechos Humanos con la transferencia de su dotación presupuestaria de 3,4 millones de dólares para la Presidencia de la República.
En este mismo día, Michel Temer también nombró a un Gobierno compuesto de 23 ministros blancos, empresarios y ruralistas en su mayoría – reflejo del Congreso Nacional. El interino4 eliminó la presencia de mujeres (más del 50% de la población), de negros (alrededor de un 53%) y de cualquier persona con origen en los niveles más populares de la población.
Como podemos ver, el golpe travestido de impeachment, es clasista, racista y misógino. Además conforma un proyecto antifeminista con un Gobierno exclusivamente masculino que, enseguida, toma por asalto los derechos laborales y elimina las políticas sociales que sacaron a miles de mujeres y sus familias de la pobreza y de situaciones de violencia.
Los cortes de presupuesto en acciones de atención a la mujer víctima de violencia fueron del orden de un 61% en 2017 en relación al año anterior. Según datos del Senado Federal de Brasil, redujo de U$S 11 millones a U$S 4,3 millones. En relación a las políticas de incentivo a la autonomía de la mujer, los U$S 3 millones de 2016 fueron reducidos a U$S 1,4 millones en 2017.
Para la filósofa brasileña Marcia Tiburi5, con la destitución de la presidenta, la misoginia se convirtió en una razón de Estado, siendo la misoginia uno de los principales campos semánticos del discurso antifeminista.
Tanto por la campaña de oposición de los medios previa al impeachment, por la ausencia de representatividad de la mujer en el Gobierno tras la destitución de Dilma Rousseff, por el juicio político y notoriamente misógino por el que pasó con consecuencias desastrosas como las pérdidas de derechos; o aún, por la política económica que generó más desempleo sobretodo a las mujeres, asistimos a la fértil cosecha de la imposición de un proyecto político antifeminista en Brasil pre y pos golpe de 2016.
1 Andressa Braun es periodista y maestranda em Estudios Latinoamericanos en la FHCE (UdelaR).
2 FALUDI, Susan. Backlash O contra-ataque na guerra não declarada contra as mulheres. Rio de Janeiro: Rocco, 2001.
3 http://www2.camara.leg.br/camaranoticias/noticias/POLITICA/508712-MEDIDA-PROVISORIA-FECHA-EM-23-NUMERO-DE-MINISTERIOS-DO-GOVERNO-TEMER.html
4 Michel Temer asumió de manera provisional, por seis meses, hasta el fin del juicio del impeachment de Dilma Rousseff por el Senado Federal, según determina la Constitución de Brasil.
5 Tiburi, Marcia, “A máquina misógina e o fator Dilma Rousseff na política brasileira”, en O Golpe na perspectiva de Gênero, Linda Rubim, Fernanda Argolo (Organizadoras), Salvador: Edufba, 2018.
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