Editorial
La situación cambia, aunque la discusión de fondo permanece. Ni un mes de gobierno y de nuevo nos enfrentamos al problema de sobre quién recaen los costos de una crisis que se presenta para algunos como una tormenta perfecta.
Hay que ser lo más precisos y claros posible en este contexto: el nuevo gobierno no tenía como prever la escalada global de la epidemia del COVID19, pero si tiene todo que explicar en cuanto a mantener la suba de las tarifas públicas, el ajuste fiscal y la escapada del dólar para beneficio del agronegocio.
Ahora todo se entrevera, pero al impacto económico de la emergencia sanitaria se le agregó el paquete de medidas de Lacalle Pou. Nada es inocente ni al azar. Incluso desde lo que se visibiliza cuando te dicen “quedate en casa”. Sobre quien recae el sujeto mediático.. si el problema es qué hacer con tu aburrimiento o cómo hacer para llevar el alimento.
Mientras un sector se va a la playa con la familia a esperar que se normalicen las cosas, otro no le cierran los números de su comercio, improvisa medidas y alternativas para colaborar con las “medidas” sanitarias y a su vez mantener su fuente laboral, se expone al virus, se expone a que el esfuerzo de tener un comercio, un puesto, un emprendimiento desaparezca en un mes negro.
Mientras algunas empresas pagan publicidad sugiriendo medidas contra el virus, ofreciendo servicios virtuales o de delivery, esperando su crédito blando que le ofrece el gobierno, la vendedora ambulante hace el doble de buses y desarrolla todo su speach aún sean 5 los pasajeros.
Ahí, en las praderas uruguayas ganaderos y exportadores no terminan de festejar los aumentos del dólar y ven con preocupación sus últimas actividades sociales y laborales, sacando cuentas de las personas vistas y posibles exposiciones al virus.
Del otro lado en la misma pradera el productor mediano y familiar, también se preocupa por el virus, aunque le aumentaron todos los costos fijos en dólares, le aumentaron las tarifas, le aseguran que va a vender menos y no tiene motivo ni proyección de acceder a un préstamo blando. El Estado de un momento al otro se borró, y como medida ante tal crisis, no ofrece repetir las que se tomaron el año pasado ante reclamos de una situación de crisis un tanto más suave a la que vive hoy. En caso de que sea productor hortifrutícola, y que además no esté exonerado, le ofrecen un 18% de descuento en la contribución, digamos que un par de facturas de UTE sin aumento para este año.
Para quien tiene un colchón de capital o está seguro que no va a ir al seguro de paro el problema es el virus y puede intentar matar el aburrimiento, hasta cambiar la rutina para ver como se siente o mejorar la alimentación, incluso aprender a valorar todas las facilidades que la vida cotidiana nos da, pero aún tirando este mes con internet (te regalan gigas a sabiendas que van a facturas cientos de miles más) hay quienes van a enfrentarse a varios problemas sanitarios a la brevedad, les llegue el virus o no. Los que van a ver como se tensan sus tejidos sociales: familiares, vecinos y amigos, que van a estar en problemas, esos vínculos que te permiten llevar el día a día y sostener un proyecto de vida con necesidades básicas cubiertas.
No está claro cuál es el plan del Estado, salir pero no salir, abrir pero no abrir. Con todas las medidas se ahondan las brechas porque básicamente no hay medidas para atender las desigualdades que se expresan en esta crisis.
El gobierno hasta el momento no tiene un plan sanitario y económico que evite que los más débiles queden por el camino. Por ahora no hay medidas para incluir a quien lo echaron de una empresa que le vino bien la excusa sanitaria, no hay para quien fue a seguro de paro y a fin de mes se le va a complicar, no hay para quien el turismo se le cortó de golpe (casi como una ironía le ofrecen pagar cuotas en invierno…) no hay para quien no sabe como va a pagar las cuentas, que además garantizan que las suben el 1ero de abril.
El elenco gobernante se está queriendo lavar las manos pero el virus que los afecta es más difícil de combatir que los que andan hoy en la vuelta: es el virus del cinismo y del clasismo, esta emergencia sanitaria les está cubriendo la terapia del shock que se propusieron impulsar al acceder al gobierno. Del burro no hay que esperar otra cosa que la patada; de este gobierno con sus intereses a cuestas no se puede saludar ninguna medida paliativa para la crisis económica.
El Estado tiene herramientas y caja, el gobierno tiene que asumir que sus acciones y sus omisiones son las que frenan o ahondan una crisis social.
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