Bruno Arizaga
1920: el Salto Oriental federado y anarquista
En 1920, en la ciudad de Salto, se organizaban las manifestaciones por el Día Internacional de los Trabajadores, 9 años después de la primera conmemoración de esta fecha en el departamento.
En ese entonces, la organización de los actos en el Salto Oriental eran llevadas a cabo por la flamante Federación Obrera Local (FOLS), una federación que había nacido en 1918 y nucleaba a 7 sindicatos, de panaderos a picapedreros, de saladeros a sastres. Era una federación local, ya que la tendencia anarquista de la época que dominaba la organización sindical nacional, la cual se organizaba en Montevideo en la Federación Obrera Regional Uruguaya (FORU), contribuía a que cada localidad se organizara a si misma, casi en autonomía. Si bien la economía del país mejoraba más que en otros años, la desigualdad entre obrero y patrón había propiciado la creación de diversos sindicatos y posteriormente la federación.
La organización sindical salteña era de las más fuertes del interior en la época, al punto que el día de los trabajadores era un privilegio que tenía la ciudad al ser visitada por un delegado de la FORU, como ya había sucedido un año antes con la visita del secretario de la organización, Francisco Carreño. Y tanto había calado la organización sindical salteña hasta en la vecina orilla que fue visitada por dos delegados de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), venidos de Buenos Aires.
El acto principal no fue terminado con anterioridad como el del 1919 (por tormentas), y según el periódico Tribuna Salteña, se calcula que concurrieron 2 mil personas. Repleta de banderas de las distintas sociedades sindicales, este periódico cuenta que la manifestación la había abierto una banda de música que entonó La Marsellesa y La Internacional.
Sabemos, además, por relatos de un activo militante y referente sindical salteño, Franco Hernández, que al acto principal de la fecha se le sumaron otras conmemoraciones, como una velada en el Teatro Larrañaga se representaban las obras “Fin de fiesta, el muerto resucitado y 1° de Mayo” que además de ser un éxito por la ovación, recaudó ciento cuarenta pesos destinados al centro cultural “Ciencia y Vida”. También se había organizado un pic-nic, muy común en las federaciones anarquistas de la época para compartir discusiones políticas, pero este se vio frustrado ya que el dueño de la quinta “Los eucaliptos” de apellido “Arriague”, se arrepintió de cederles el espacio, lo que le ganó la descripción de “burgués y ladrón” por parte de Hernández.
Se cuenta también que hubo otro acto en la fecha, una conferencia en el local de Constructores Navales dada por el sindicalista argentino Luis Lotito (delegado de la FORA del IX Congreso), que fue un antecedente local y regional de la lucha de tendencias ideológicas en las federaciones sindicales. Cuando terminó la conferencia, Hernández y otros sindicalistas salteños cuestionaron a Lotito acusándolo de negociar con políticos y policías, ya que otra rama de la Federación argentina había sido recientemente reprimida, encarcelados sus militantes y cerrados sus locales, mientras la facción de Lotito permanecía intacta.
Al realizar una conferencia más, ese día, en la taberna del “Turco” ubicada en 19 de abril y Joaquín Suárez, los sindicalistas que se encontraban en el local de “Ciencia y Vida” fueron hacia lo del “Turco” para preguntarle si en esa instancia daría tribuna libre, la respuesta fue negativa y eso ameritó que los obreros se marcharan gritándole “farsante”, “vendido” y “agente de la burguesía”, además de corear “los obreros conscientes a la calle!”.
2020: el Salto Oriental de las ollas populares
100 años han pasado de este 1° de mayo, y como todo en la vida, la situación cambió. Nos encontramos en un contexto distinto y no tan próspero en materia económica, con una pandemia global declarada que atraviesa continentes, el coronavirus llegó a la Uruguay y -por ende- a Salto.
Este “enemigo invisible” se ha cobrado miles de muertos en el mundo, casi 20 en nuestro país. Paralizó la economía, esto -como en toda crisis- atrajo el desempleo y con éste el hambre. Sobre todo en los sectores más vulnerables, a los que encima se les pide que se queden en sus casas.
Un día de las y los trabajadores muy distinto, con llamados a evitar las aglomeraciones y muchas, muchas ollas populares. Trabajadores y trabajadoras, desempleados y desempleadas, se organizan de distintas maneras: en casas, clubes de fútbol o en alguna esquina de barrio. Cada olla busca donaciones en comercios locales, con pequeños y medianos productores rurales, o a veces familias que se ponen a la orden de recaudar donaciones. Otras brindando un paquete de fideos, alguna botella de aceite, 3 cebollas. Se forman redes entre ollas de una misma zona para ver qué le está faltando a una y con qué le puede colaborar la otra. Y así, casi 50 ollas que reciben entre 200 y 300 personas en una ciudad de no más de 100 mil habitantes.
Hoy, como siempre, existen distintas corrientes ideológicas en los sindicatos, todas llegan a una definición en común: lo urgente es la gente. La bronca por tendencias de hace 100 años está volcada a lo injusto que es ver a barrios enteros sin el plato de comida asegurado. Esta bronca ha organizado a la clase trabajadora entera, hasta los y las ajenas al sindicalismo, que ganan vínculos constantes a través de donaciones, la publicación de un afiche o prestando una olla de hierro.
Y no es un panorama feliz, no hay motivos para festejar, todo lo contrario. Estas ollas son protesta y propuesta.
Son protesta, contra un gobierno que aplaude las ollas pero es responsable de las mismas. Que no se hace cargo de la emergencia que vive el pueblo uruguayo, ni en el barrio La Teja de Montevideo o Patulé de Salto, y encima presenta un proyecto político y económico (Ley de Urgente Consideración: LUC) para un país imaginario.
La urgencia para Luis Lacalle Pou y la coalición que lo ampara, al igual que en el resto de los países con gobiernos de derecha alineados al imperio yanqui, son recortes al derecho a huelga, como avisándote que vas a estar en contra de lo que suceda, que te van a tocar el bolsillo como pero podrás protestar como el Gobierno quiera que protestes. Se le suma la mano dura, el abuso policial, la persecución según la apariencia, y también la desintegración de las empresas públicas, desmonopolizando ANCAP y privatizando algunas funciones de ANTEL, permitiendo que empresas transnacionales compitan libremente en nuestro país, lo que siempre ha dejado ganancias para empresas extranjeras y agujeros para nuestras naciones.
Pero las ollas también son propuesta, ¡sobre todo propuesta! Por ser nuevamente las que están en contacto con los pueblos, por proponer y organizar desde abajo, sin mucha conferencia de prensa ni foto. Porque se organizan tomando en cuenta los criterios de higiene, esos que algunos ricachones viven burlando con el poder de su dinero (sus abogados y sus vínculos), para prevenir la expansión de la pandemia, y están más cerca de la realidad popular que el Presidente o cualquiera de los miembros de su gabinete.