Liset García
Los millones de migrantes temporales que llegan a los países del norte como mano de obra barata, ahora se han tenido que quedar en casa, sin trabajo, sin sustento, mientras los campos agrícolas ven morir sus cosechas, porque sus nacionales no aceptan ejercer esas labores, según reporta la cadena Russia Today.
Vaya dilema el del sector agrícola de las naciones ricas que viven de la explotación de esa mano de obra temporal, que ante el cierre de fronteras por la pandemia, no han podido viajar desde Europa del Este y África a Europa, y de México, Centro y Sudamérica a Estados Unidos y Canadá, para trabajar en los campos.
Las restricciones de desplazamiento impuestas por la covid-19 ha suspendido el tráfico habitual de los trabajadores golondrina. Odiados y queridos, ahora los migrantes no han podido servir a los intereses de quienes los han explotado continuamente, con salarios humildes, en ocasiones con precarias condiciones, cuidados sanitarios nulos y el peligro que conlleva trabajar durante mucho tiempo con productos tóxicos. Sin embargo, para millones de ellos esta es la única fuente de ingresos y de financiamiento vital para sus hogares.
Al mismo tiempo, los países desarrollados también se vieron en una situación desesperada. Junto a la sequía y la quiebra masiva de empresas, la escasez de la mano de obra agraria puede llegar a ser uno de los factores clave de una crisis alimentaria global. Ante esa amenaza y pese a la pandemia, estos países cuyo bienestar depende de la importación de mano de obra barata buscan frenar el problema.
Por eso, cuando el 22 de abril pasado el presidente estadounidense Donald Trump firmó una orden ejecutiva para suspender temporalmente la inmigración legal a Estados Unidos, exceptuó a los trabajadores temporales del campo. Principalmente los mexicanos, son parte de la base económica de EE.UU. y la clave de la prosperidad de sus imperios agrarios. Unos cuantos millones trabajan en los campos y granjas de varios Estados para proveer alimentos a los estadounidenses y garantizar sus exportaciones a otros países.
Por la misma razón Canadá tampoco cerró sus fronteras a los temporeros. Desde inicios de abril comenzó a recibir al primer grupo de mexicanos, en lo que se conoce como Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales México-Canadá (PTAT).
En Europa el problema también está latente. Según Financial Times, la agricultura alemana durante una temporada necesita unos 300 000 trabajadores. Italia requerirá de unos 250 000; a Francia le hacen falta unos 200 000, mientras que España y el Reino Unido necesitarían entre 70 000 y 80 000 trabajadores agrícolas temporales.
Según BBC, a pesar de las restricciones de movimiento, las grandes empresas europeas del sector agroalimentario ya contrataron vuelos especiales para traer gente de Rumania y Bulgaria. España aprobó un decreto que flexibiliza la contratación en el campo de parados e inmigrantes sin autorización de trabajo, hasta el 30 de junio.
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