Este 14 de mayo pasa el primer año de la partida física de un referente de la izquierda nacional como lo es Julio Marenales.
Estos años está tocando despedir a una cantidad invaluable de militantes sociales y políticos que forjaron una época de resistencias y avances del pueblo uruguayo, sembradores en las generaciones que le siguieron de un acumulado de militancia y una actitud de transformación a partir del ejemplo. Son parte de la construcción social del Uruguay, de los tejidos de solidaridad y transformación de la realidad cotidiana.
Nos parece una fecha oportuna para recordar a tantos anónimos y anónimas que han transitado su vida tratando de ser coherentes en los hechos con una idea de cambio profundo de la sociedad apuntando a superar el injusto sistema capitalista.
De las tantas ideas que persistía en el debate que alimentaba Julio sea cual sea la etapa no podía perder ni el carácter colectivo, ni la coherencia entre lo que se piensa y lo que se hace, ni el horizonte de superación del sistema, así haya que sostenerse en un mar de contradicciones.
Es necesario tomarse un tiempo para la memoria y la reivindicación del camino que transitaron miles de uruguayos y uruguayas con un alto nivel de convicción y compromiso en situaciones inimaginablemente adversas. Si la perspectiva de cambio está tan vigente y naturalizada es porque se forjó ahí, en quienes dieron su aporte en cada rincón del país, lejos del reconocimiento mediático y el beneficio personal.
Tenerlos presentes, en el reconocimiento cotidiano, así como en la figura del Viejo Julio, no es un hecho para afligirse sino para tomar dimensión y perspectiva de la larga lucha que se transita.
Nos parece un hecho de actualidad, aún hoy donde los sectores que concentran el poder retoman el control político del gobierno, repasar un fragmento de una extensa carta que escribía Marenales. La misiva se dirigía a un compañero de militancia radicado en el exterior al comienzo del primer gobierno frenteamplista, donde trataba de evitar que las dudas dispersaran los esfuerzos y nublaran el horizonte.
“El MLN no es una organización política cualquiera. Es una organización revolucionaria. Y por lo tanto tiene tareas que trascienden las tareas políticas clásicas de los partidos políticos. Nosotros nos llamamos Movimiento de Liberación Nacional. ¿Qué quiso decir esto desde el principio?
Que desde siempre pensamos que para poder transitar una camino propio como pueblo, tenemos que ser dueños de nuestra soberanía. ¿Y eso lo vamos a lograr solamente con los pocos trabajadores que hay aquí y con los desocupados?
Pero además, ¿ los uruguayos solos vamos a poder con el imperio? Acunamos el concepto de continentalidad de la lucha, hace muchos años. La historia nos enseña que la burguesía derrotó a la aristocracia, encabezando un vasto movimiento de clases, por supuesto, se quedó con la manija. En la lucha por la liberación nacional, tenemos que agrupar a todos los perjudicados por la globalización y el neoliberalismo. Que ese conjunto va a ser heterogéneo y con contradicciones internas por supuesto. El tiempo dirá si tenemos la inteligencia para conducir, en el Uruguay, la parte que nos toca. En un movimiento por la liberación nacional, tendrán que estar juntos, patrones y empleados, juntos pero no entreverados. Por ello tendrá que ser un frente”.
Marenales dejó, como muchos, un legado militante. El obstinado andar que continuará convenciendo.
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