Pandemia frente al monitor

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@mateamargouy

Prof: Andrés Vicente Bentancor Tejera

Nuestra época se caracteriza por la virulencia del síndrome que Karl Mannheim denominara “la crisis de la estimativa”: el derrumbe de la escala de valores y la anomia resultantes de la imposición de las reglas de juego del “capitalismo salvaje”, conducentes a un “sálvese quien pueda” que da por tierra con todo escrúpulo moral y que sólo premia a ricos y poderosos, sin indagar en torno a los medios empleados para acceder a la riqueza y el poder. Atilio Boron, La filosofía política clásica.

Los cabalistas (léase Michael Laitman) por fin acertaron el día, viernes 13 de marzo. Entonces, ¿por dónde empezar?, ¿qué hacer?

El gobierno de la coalición variopinta con un amplio abanico de derechas, bajo el mando del recién ascendido presidente el doctor Luis Lacalle, de fuerte impronta neoliberal ortodoxa en economía y franquista en lo social, decidió ante la aparición del primer caso de Covid19 y frente a la presión del gremio docente y los sindicatos de la educación (léase comunicado de FeNaPES de fecha 14 de marzo), así como de las madres y padres, suspender las clases en todos los centros educativos del país.
A la gran mayoría de los uruguayos les pareció una medida prudente, máxime sabiendo del desconocimiento generalizado en el mundo científico sobre el nuevo coronavirus Covid-19.

Nuestra tarea es por ellos

Con el correr de las semanas, los docentes y estudiantes empezaron a buscar formas de mantenerse comunicados para evitar el tan mentado aislamiento social y poder así, generar un vínculo que permitiera llevar adelante el proceso de enseñanza-aprendizaje, pasando de la sorpresa y el desconcierto a la acción.

Debemos enumerar en este sentido dos grandes acciones que representan la mejor historia de los docentes uruguayos. La primera y más significativa es la capacidad de organización. El gremio docente en general y los sindicatos en particular, de manera solidaria, empezaron a brindar soluciones reales a problemas reales que afectan a los estudiantes y su familia. Fue así que a lo largo del país se realizaron entrega de canastas, ropa, y se organizaron ollas populares para que todos aquellos que lo necesitaran pudieran acceder a un plato de comida.

La segunda y no menos importante, pero que necesita siempre de la primera, es el espacio para generar el vínculo pedagógico. Los docentes hemos buscado todos los caminos posibles para mantener esta relación y ante problemas comunes sobresalen aquellas campañas colectivas que desde el sindicato de profesores se comunicaron por diferentes medios y a la que llamaron “Profes tiran piques”, con gran repercusión y cientos de miles de visitas en línea.

Es innegable que el país ha crecido y mejorado con respecto al acceso de internet, haciendo posible que alcance a vastos sectores de la población. Factor que permitió a la brevedad el contacto pedagógico. De esta manera, maestros/as en las escuelas casas, y profesores/as en los liceos, utus casa, han tratado dentro de la medida de lo posible emular la tríada pedagógica (aula-estudiante-docente). Se cumplía así la máxima de Negroponte, importada al Uruguay por Brechner y empezaba a hacerse realidad el OLPC (one laptop per child – una laptop por niño-), pero sin darnos cuenta al mismo tiempo empezaba a desmoronarse.

La virtualidad a la que estamos sometidos en general pero que se multiplica durante la etapa actual de pandemia, nos deja en claro que bajo este formato de enseñanza no hay aprendizajes, porque bajo este formato insustancial de la soledad que conlleva la virtualidad, no hay un hacer para aprender, quedamos anclados en el ver para entender. Entonces, se llega al momento dónde la virtualidad se agota y empieza a mostrar sus caras y falencias más duras, aquellas que demuestran que esta realidad virtual no es más que eso y no puede, ni debe ser la forma del proceso de enseñanza-aprendizaje de ninguna educación que se digne de emancipadora, crítica, democratizadora y democratizante.

Nuestra historia, la historia de un ser gregario, nos obliga a defender una educación pública estatal donde la bandera de obligatoriedad, laicidad y gratuidad, sean el sello distintivo de la misma y cuya lucha por autonomía y cogobierno permitan escapar a las mezquindades de los gobernantes de turno.

Vamos, por lo tanto, a enumerar aquellos elementos que se consideran problemáticos para llevar adelante en el futuro una educación donde lo semi-presencial y lo virtual no pueden ser la norma ni la forma, sino la excepción. Para ello es necesario considerar dos elementos que muchas veces se conjugan: la falta de condiciones tecnológicas y la enorme brecha social entre los estudiantes.

El primer elemento disruptivo que surge y debe ponerse en evidencia a través de este planteo es la no democratización del acceso a internet de forma gratuita por parte de estudiantes y docentes (ni siquiera se lo consideró durante la pandemia) y dudamos de que esto se lleve adelante sabiendo que la Ley de Urgente Consideración (LUC) pone a la empresa pública de telecomunicaciones (Antel) a competir por la oferta de los servicios de internet, ¿o acaso el Estado llamará oferentes para dicha tarea y hará competir a las multinacionales con Antel en cada centro educativo, transfiriendo dinero del erario público a estas?.

En el mismo orden de cosas, es elocuente a medida que avanza el tiempo de confinamiento, la falta de acceso a elementos materiales, ya sean computadoras o celulares, para poder entablar la comunicación con todos los estudiantes y para que también puedan hacerlo todos los y las docentes, dejando en evidencia que la tan aclamada cobertura nacional del plan Ceibal no era tal.

Este panorama desolador pero real no se agota en estas dos variables si no que son la punta de un iceberg que muestran la desigualdad y la no democratización del formato virtual de educación. A modo de ejemplo, un estudiante sin acceso a wifi, conectándose 15 minutos a la plataforma Crea con un celular tarjetero tiene un costo aproximado de 200 pesos. ¿Es acaso esto una forma de educación gratuita? ¿Puede ser obligatoria?, dos veces no.

Nos parece necesario ahora entrar en la cara más sensible y a la vez preocupante de esta forma de enseñanza virtual. La misma radica en la vulnerabilidad de los estudiantes, que a través del contacto de diferentes plataformas (Crea, Zoom, Jitsi, videollamadas, etc.), ven ingresar a los docentes y demás estudiantes a su casa, a su privacidad. No evaluamos en este punto si existe el espacio real de los y las estudiantes en sus hogares para poder llevar adelante una tarea de enseñanza-aprendizaje, hablamos de la vulnerabilidad de ingresar a su espacio, una especie de violación de la privacidad, caminando de esta manera sobre una delgada “línea roja” con respecto a los derechos de niños y adolescentes amparados en la Ley N.º 17.823 (Codigo de la niñez y la adolescencia), ¿acaso no se violan los artículos 11 y 15, inciso b?.

A diario observamos como mientras algunos estudiantes cuentan con la disponibilidad correspondiente del espacio específico para llevar adelante las conexiones con sus pares y docentes, existe al mismo tiempo, un grupo de estudiantes que ni siquiera cuentan con un espacio digno en su casa. Además están pendientes de que no se extienda la clase en el tiempo para poder, en el mejor de los casos, compartir con sus hermanos el elemento tecnológico para que ingrese a otra clase; o porque se terminan sus datos y el dinero escasea, o en muchos casos, porque al finalizar la conexión, cientos de gurises y gurisas salen de sus casas para trabajar. Tampoco podemos desconocer otros casos donde comunicarse es imposible, donde realmente se segrega al abandono de estos estudiantes por parte del Estado. Y es ahí donde los docentes organizados a través de brigadas pedagógicas debemos ir, para contener a estos estudiantes, para poder brindarles apoyo y retomar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Que se vuelve un proceso revolucionario y emancipador.
Demuestra esta situación actual, que no hay ninguna forma de educación sustitutiva de la presencialidad, pero es necesario tener algún protocolo bajo acuerdos bipartitos para casos de emergencia.

Noxas educativas

Por si esto fuera poco existe algo peor, durante la actual crisis provocada por un virus, aparecen los parásitos oportunistas, promoviendo las ideas de la sexta edición “Sobre el origen de las especies” de Darwin, que fue finalizado por Huxley,.Lyell y Hooker.
Libro que refuerza las ideas supremacistas, donde la naturaleza premia a los más aptos, buscando entre ellos la COMPETENCIA permanente. Por eso, en algunos textos sobre la educación de los últimos tiempos, aparecen una cantidad sospechosa de conceptos del libre mercado y la órbita empresarial (gestión, recursos humanos, competencias, habilidades) dado que para estos grupos, todos somos competidores, transformando el fin de la educación como derecho humano, en una simple mercancía con la cual lucrar.

Hoy, lamentablemente acudimos al triste espectáculo de ver en nuestro país como la educación ha quedado en manos de aquellos que durante muchos años, desde la pseudo-filantropía embadurnada de aséptica y desideologizada, han denostado la tarea de los docentes; con la ayuda de los grandes medios de comunicación y hablando de crisis en la educación, idea que han impuesto a través del “sentido común” en el subconsciente de la ciudadanía.

Estos actores, que durante toda la etapa de confinamiento no han realizado ningún aporte solidario ni humanitario, han visto en esta crisis una posibilidad para implementar y profundizar esta forma de educación a distancia, demostrando un profundo desconocimiento de la realidad, o lo que es peor aún, demostrando desinterés por la educación pública y con ella por los estudiantes más vulnerables y con menores posibilidades, transformándolos en “clientes de un servicio”, para que acrediten algunos saberes, visión que predomina en estas asociaciones civiles.

Edgard Morgan Forster publicaba un primero de noviembre de 1909 The Machine Stops (La máquina no se detiene). En el relato el autor nos cuenta que “La gente no se tocaba la una a la otra. Esta costumbre había quedado obsoleta” y nos describe un mundo en el cual una red electrónica nos conecta a todos, un mundo en el que todos se encierran y se aíslan en sus casas, mientras se comunican constantemente. El héroe de la historia, Kuno, denuncia esta locura y dice: la máquina funciona (…) pero no para nuestros fines, después la máquina se rompe y con ella el mundo entero.

El problema de nuestros días no es el Coronavirus, sino un sistema capitalista que profundiza aún más la brecha económica entre ricos y pobres, que excluye y lleva a la miseria a cientos de millones de seres humanos, en favor de unos pocos que lucran con todo lo que está a su alcance, salud , vivienda y educación. He ahí el alma mather de la LUC. Por lo tanto, es necesario organizarnos para poder plantar bandera y defender la necesidad de una mayor presencia del Estado, exigiendo más y mejor democracia. Las urgencias del gobierno no son las urgencias del pueblo.
La máquina está rota y seguimos mirando el monitor.

 

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