Andrés Correa
El presidente de Argentina, Alberto Fernández asumió el pasado 10 de diciembre, un país con alta inflación anual, con crecimiento del desempleo y la pobreza, con una moneda nacional súper devaluada y con una deuda brutal, con gran expectativa de gran parte de la población y el desafío de salir del laberinto.
Desde diciembre de año pasado y hasta marzo del 2020, las perspectivas para poner en marcha un plan integral de gobierno, que resucite la economía argentina, estaban puestas en resolver con los acreedores la forma de pago de la deuda contraída por la nefasta gestión macrista. Y que creó los instrumentos financieros para una fuga de capitales de nivel, monumental cuyos mayores responsables fueron: El Grupo Clarín, Techint, Arcor, Pampa Energía y Aceitera General Deheza.
“Comencemos por los últimos para llegar a todos” fue la frase, de una estrategia de gobierno, que lanzaba Alberto Fernández al inaugurar las sesiones legislativas, el pasado 1 de marzo, (parece que hubiera pasado décadas) allí destacó poner fin al hambre que pasan muchas familias argentinas, la recuperación de puestos de trabajo, bajar la inflación, y reimpulsar el mercado interno basado en las pequeñas y medianas empresas
Llegó la pandemia y mandó a parar
Comenzó la cuarentena obligatoria y el distanciamiento físico decidido por el gobierno nacional a instancias de las consultas realizadas a un equipo de médicos especialistas en el tema y buscando que no crezca en forma exponencial el número de infectados, con el fin evitar el colapso sanitario y por supuesto la cifra de muertes por COVID19 sea la menor posible.
La pandemia provocó acentuar los problemas de un país con caída en su producción desde hace tres años, la parálisis económica no hace otra cosa que aumentar los problemas socioeconómicos de la gran mayoría de la población, que arrastra de una gestión ruinosa de cuatro años del proyecto neoliberal.
En términos de políticas de salud se aumentó la capacidad de camas y terapia intensiva, la cuarentena obligatoria ha logrado, hasta ahora, el objetivo de achatar la curva de contagios.
Grieta y deuda
Podemos afirmar que en los primeros tres meses de gobierno hubo una suerte de buena relación entre gobierno, pueblo, empresarios y grandes multimedios de la comunicación. Algo se quebró cuando pasada la primera fase de la cuarentena obligatoria la misma se extendía más allá de los que algunos empresarios estaban dispuestos a tolerar.
Luego el decreto que prohibió los despidos, la propuesta del Frente de Todos en el parlamento de reclamar un aporte extraordinario a las grandes fortunas y la oferta de canje de deuda a los acreedores nos devolvió al escenario de confrontación, similares al primer y segundo gobierno Cristina Fernández (CFK).
Techint despide miles de empleados, algunas empresas logran con complicidad gremial la rebaja salarial, se multiplican los programas de radio y televisión donde se buscan contradicciones en el seno del gobierno o se generan noticias falsas que se tornan en campañas como la supuesta masiva liberación de presos. Todo tendiente a debilitar al bloque mayoritario en el parlamento y a quien preside el Poder Ejecutivo nacional.
El 22 de mayo vence el plazo de gracia de treinta días al que se acogió Argentina al no pagar en abril un vencimiento por 503 millones de dólares de intereses de tres títulos incluidos en la oferta de canje.
La propuesta Argentina de reestructuración de la deuda tiene tres contraofertas que son analizadas por el equipo económico, cabe destacar que el Papa Francisco respaldó la negociación de deuda Argentina y de otros países de la región que tienen con organismos internacionales para refinanciar sus pasivos. En febrero de este año el Papa encabezó un seminario económico en el Vaticano y le pidió a la jefa del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, no exigir sacrificios a países deudores, y un FMI que se acomode a la situación mundial y no fomente planes de ajustes.
La deuda fue contraída por la ruinosa gestión neoliberal, liderada por Mauricio Macri y avalada por EEUU, FMI y grupos empresariales de Argentina y del mundo, hoy el gobierno nacional liderado por Alberto Fernández, considera probable pagar la deuda y llegar a un acuerdo con los acreedores privados (aunque sea con un perdón que extienda el vencimiento del pago para seguir dialogando) e intentará así evitar un segundo default en los últimos 20 años del país.
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