Andrés Correa
El gobierno argentino anunció que extendió su oferta de canje de bonos hasta el próximo 2 de junio, en lo hechos concretos, Argentina no paga un bono de 503 millones de dólares y la posibilidad de un acuerdo hace que los acreedores no acudan a los tribunales.
Analistas y varios periodistas desde los grandes medios de comunicación (locales e internacionales) hablan de default, con o sin adjetivos, como suave, blando, selectivo, sin embargo, evitan informar que el cesación de pago fue realizado por la gestión de Mauricio Macri, que tuvo el lamentable récord de endeudar un país y contraer una deuda, tan brutal que en menos de cuatro años, se hizo impagable, en agosto de 2019, los medios optaron por definirla como lo hizo el entonces ministro de Hacienda, Hernán Lacunza “reperfilamiento”.
Estado de situación
Al día de hoy, el estado de situación es el siguiente, Argentina no pagó pero tampoco tiene consecuencias inmediatas porque sigue abierta la negociación y el diálogo, en estas circunstancias y en el marco de continuidad de la negociación, los acreedores no acudirán a reclamos judiciales en tribunales internacionales, al menos, mientras se mantenga dicha posibilidad de acuerdo.
El proceso de reestructuración de deuda está condicionado por actores poderosos internacionales y locales. Parte de los títulos que integran la oferta de canje de deuda del gobierno argentino están en manos de fondos de inversión internacionales, como BlackRock y Fidelity. Estos fondos, según un trabajo realizado por investigadores de las Universidades de Oxford y Sussex, se encuentran entre los principales 20 fondos de inversión que concentran buena parte de la riqueza global (a través de las empresas y los bancos más importantes del mundo), y a su vez, están relacionados entre sí.
Para tener en cuenta es la reconocida capacidad recaudatoria del fisco argentino contundente y veloz, siempre y cuando la actividad económica esté en marcha y lo saben los acreedores externos y sus socios nacionales.
Antón pirulero
El gobierno nacional, que preside Alberto Fernández, busca estar a la altura de las circunstancias en el marco de la ruinosa crisis económica tras cuatro años de gestión neoliberal nefasta para la economía argentina y en el marco de la crisis que genera la pandemia. El Estado hace una gran transferencia de recursos para oxigenar una economía en terapia intensiva, con asistencia económica a quienes quedaron sin ingresos, a las pequeñas y medianas e incluso grandes empresas para poder pagar parte de los salarios y generó acceso a créditos con tasa cero.
En contraposición los empresarios con cierta lógica perversa y desestabilizadora, empresas con mucha espalda despiden a miles de trabajadores, acuerdan rebajas salariales, las empresas privadas de salud no han estado a la altura (vale revalorizar la creación del Fondo Nacional de Salud -FONASA- en Uruguay), las privatizadas empresas de telecomunicaciones han decidido aumentos de tarifas en el mes de abril, las de energía no han tenido ni un gesto para alivianar la situación de los sectores más vulnerables, el sector de los agroexportadores declaró un lock out ni bien empezó la emergencia sanitaria, los banco continúan con el cobro de intereses altísimos por el uso de las tarjetas de créditos a sus usuarios. Cada cual atiende su juego…
Desafíos en el laberinto
Las estadísticas respecto de lo ocurrido en el mercado de cambios entre 2015 y 2019 ratifican que los vaivenes del mercado de cambios en la gestión macrista y la brutal deuda externa contraída fue destinada a la formación de activos externos. En síntesis gran parte de la plata se usó para la “timba financiera”, o sea para financiar un régimen especulativo.
Hay que tener en cuenta que las grandes empresas siempre fugaron divisas, siempre encontraron o crearon los mecanismos para hacerlo. La diferencia radica en tener un Estado presente para que las grandes mayorías cuenten con atención -y fundamentalmente los sectores más vulnerables- o un Estado que favorece con sus reglas y normas a la especulación financiera y el país de servicios.
La gestión neoliberal argentina hundió al país en la dependencia como nunca en la historia. La actual gestión está negociando con el FMI y los acreedores privados cómo salir del default, con un trato que sea económica, política y socialmente sustentable y espera llegar a un acuerdo en el mes de junio.
Ganar tiempo es lo que necesita el gobierno argentino para redirigir el gran desembolso que iba para pagar la deuda, y hacer que ahora vaya a inversión de gran escala en planes de empleo, construcción, infraestructura, vivienda, salud. Un dato a tener en cuenta es que ni el FMI, ni el Banco Mundial, ni en Alemania, en fin, casi ningún actor importante de la economía mundial pide hoy ajuste fiscal.
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