Gabriela Cultelli y Hector Tajam
Un fantasma recorre el mundo… y es el fantasma de “la nueva normalidad”.
Hoy los medios de difusión nos hablan del “día después”, de la “nueva normalidad”. Nos están tejiendo un nuevo discurso del capitalismo. Pareciera que lo diferente, los nuevos mecanismos actuantes podrían resumirse en andar con tapabocas por las calles o saludándonos con los codos. Pero la cuestión es mucho más dramática y compleja.
Estamos en épocas de transnacionalización de las economías. Las formas expansivas de patrón dominante de Capital han variado en el tiempo y han tenido diferentes consecuencias. Las formas de “globalización” financiera han tenido nefastos finales. Basta recordar los años 20 (“la bella época”) primera etapa de globalización financiera que culminó en aquel jueves negro de un 24 de octubre de 1929 con la caída de la bolsa de Nueva York y la crisis mundial que se prolongó hasta 1933, recuperación posterior y nuevo reparto imperial del mundo tras la segunda guerra mundial.
Hagamos memoria de la década de los 70, crisis del petróleo mediante (1974/1975), y otra época de globalización financiera que nos endeudó hasta el quiebre de la crisis de los 80´, y la llamada “década perdida” para América Latina. Evoquemos la última década de globalización financiera de los años 90´, el estancamiento y la famosa “burbuja inmobiliaria” de finales del siglo XX y principios del XXI, con ciclos de crisis cada vez distanciados por menos tiempo, pues luego sobrevino la depresión 2008/2009 y la de 2013/2014, para culminar en esta de 2020, que ya se venía procesando desde el año anterior y se agudizó bruscamente con la crisis sanitaria del COVID-19.
Son los tiempos de la robótica, uno y otro ciclo critico cada vez más corto y agudo, tiempos de dominación y aislamiento. Son los tiempos de sustitución de un imperio por otro. Por tanto, detrás de bambalinas, no aparece un saludo con el codo, el puño o barbijos de colores, aparecen formas de dominio más duras y acuciantes.
Mucho más que un mundo dual y enfermo
En medio de la crisis actual resumimos algunas reflexiones que trasmitía la economista Pascualina Curcio cuando planteaba que una cosa es el riesgo a contagiarse del repartidor de la empresa Amazón y otra el riesgo del dueño de la empresa con un patrimonio de 138 millones de dólares, o el de la cajera de Walmart (cadena de supermercados) y uno de los accionistas de la empresa con patrimonio de 54 millones.
El 1% de la población mundial se apropiaba (2019) del 82% de la riqueza. La OIT estima que se perdieron 130 millones de empleos entre enero y marzo 2020 y que de marzo a mayo se perderán 305 millones más para totalizar en un solo semestre del año 2020 la espeluznante perdida de 435 millones de puestos de trabajo perdidos. En 500 millones de personas se prevé aumente la pobreza (UNU).
Para América Latina y el Caribe (CEPAL) que ya acumulaba casi siete años de bajo crecimiento, con un promedio de 0,4% entre 2014 y 2019 se estima que para el 2020, la caída del PIB sea del -5,3%. Para encontrar una contracción de magnitud comparable hace falta retroceder hasta la Gran Depresión de 1930 (-5%) o más aún hasta 1914 (-4,9%).
En Uruguay, posiblemente encontremos 176 mil nuevos desempleados más hasta este mes. En solo estos 2 meses la cantidad de pobres aumentó en 100 mil personas, superando las 400 mil. Según CEPAL América latina y el caribe como promedio gastarían el 2,7% del PBI en la pandemia, pero en estas condiciones el gobierno uruguayo solo gastaría el 0,7%.
Téngase presente que en Uruguay no hay cola en los hospitales, porque este gobierno recién asume, porque el Frente Amplio dejó un sistema de salud fuerte solo superado por el cubano en la región y que todavía llega a todes. En Uruguay las colas son en las 340 ollas populares que el pueblo abrió para solidarizarse consigo mismo, porque el nuevo gobierno lo único que le preocupa es el déficit fiscal y ver como aterriza su nuevo modelo neoliberal a la velocidad de la LUC (Ley de urgente consideración hoy en tratamiento parlamentario). Para este año, y gracias a las fortalezas económicas anteriormente creadas por los gobiernos frenteamplistas, puede que la economía uruguaya no caiga tanto como en la región pues prevemos que el PIB baje en -3,5/-4%.
En definitiva, son estos tiempos de exclusión de masas y masas empobrecidas, aletargadas, y explosiones aparentemente sorpresivas como la de Chile, Ecuador, o los chalecos amarillos de París. El futuro inmediato parece muy duro, pero no infranqueable
Alternativas superadoras. La experiencia uruguaya
A partir de 1999 en América Latina comienzan a sucederse una serie de procesos progresistas, expresión de la acumulación social posible. Se intentó avanzar sobre una parte de los mecanismos de dominación del imperialismo y de las oligarquías nativas asociadas.
Pero lo posible no necesariamente es igual a lo suficiente, sobre todo cuando se trata de sustentar un proceso continuado de cambios antisistema. Uruguay de hecho no rompe con el sistema capitalista dependiente. El sistema avanzó al mismo tiempo que avanzamos sobre él.
En Uruguay se vivió un tiempo contradictorio. Mientras la distribución mejoraba notoriamente a favor de los trabajadores, el excedente apropiado por los empresarios capitalistas creció como nunca antes. Mientras las organizaciones sociales y el poder sindical se fortalecían, el poder del capital se concentraba y extranjerizaba constituyendo un polo de dominación más poderoso. Vivimos una verdadera “revolución de los derechos”, dónde se convirtieron en realidad muchísimas demandas de los diversos colectivos haciendo con ello una sociedad particularmente mejor.
Es evidente que la acumulación social necesaria para cambios sistémicos, no alcanzó. La plusvalía se realiza en el consumo, y la enajenación en el consumo demostró la dureza de un sistema hegemónico.
No se trata de uniformizar explotados, se trata de buscar ideas fuertes basadas en hechos que nos identifiquen en lo diverso. Se trata de unidad de diferentes. Se trata de cambiar el sistema. No hay fórmulas mágicas, la alternativa se construye andando, porque en el camino nos construimos como sujetos de los cambios, como masa crítica.
De esta crisis y tras los nuevos procesos de endeudamiento de países y regiones enteras, puede resurgir una nueva etapa de globalización financiera.
La máxima de socialismo o barbarie, está hoy más presente que nunca. La idea de barbarie la conocemos y la de socialismo la construimos poco a poco, en la marcha y sin recetas.
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