Movimiento de Educación Popular- Freinet Uruguay
Teniendo en cuenta el contexto sanitario, provocado por la existencia del COVID 19 que ha desencadenado, en una primera fase, la imposibilidad del encuentro presencial en las escuelas y que ha devenido en una presencialidad voluntaria, escalonada e incierta -puesto que deja en el ámbito privado la opción de la asistencia corriendo al Estado de su lugar de responsabilidad y de garante- creemos importante poder hacer un análisis y pronunciamiento sobre este escenario totalmente desconocido y que nos atraviesa en los diferentes órdenes de nuestra vida.
En ese sentido, consideramos que esta situación globalizada, ha puesto en evidencia que las respuestas que el modelo capitalista impone a los problemas de alimentación, salud, trabajo y educación, que él mismo genera, profundizan y perpetúan las desigualdades en la sociedad.
Es así, que nos permitimos hacernos algunas preguntas en tiempos de virtualidad, para problematizar nuestro quehacer:
¿Cómo se materializa el Derecho a la educación de niñas y niños?, ¿cómo transitan ellas y ellos esta situación? A la vez, ¿qué sucede con los docentes y estudiantes que deben exponerse desde su intimidad?, ¿qué ocurre con el espacio de lo público y el espacio de lo privado?, si entendemos que la esfera de lo privado es el tiempo y el espacio en que no se es una imagen o un objeto. Y, ¿qué ocurre con lo colectivo y lo individual?, si comprendemos que con el uso de WhatsApp, Crea, Zoom, etc., se privatiza la construcción colectiva de saberes y aprendizajes, por cuanto desplaza de lo público y colectivo a lo privado e individual la enseñanza.
Entendemos que la mirada que se hace de la crisis sanitaria deja por fuera estas cuestiones que repercuten de diferentes maneras según los distintos contextos socioeconómicos. El énfasis puesto en “quedate en casa” no va acompañado de políticas sociales públicas, que garanticen esa petición.
Las medidas que se han tomado a nivel de educación, dando la exclusividad a las plataformas virtuales, sustituyendo el vínculo de la escuela presencial por lo virtual, no es garantía para dar continuidad a los procesos de aprendizaje y garantizar el Derecho a la Educación de todas y todos. En esta situación, se evidencia que no se han implementado estrategias para el cuidado de la salud mental de niños, niñas, familias y docentes. Tampoco se reconoce que son los niños y niñas los que muchas veces, en este aislamiento se encuentran aún más vulnerables. Todo ello, son aspectos que no se pueden resolver desde lo virtual.
El Estado marca su ausencia. La prioridad desde la mirada de los niños, una vez más, es dejada de lado.
Consideramos que el proceso de aprendizaje es un diálogo permanente y que el vínculo pedagógico es esencialmente humano, es así que a la hora de pensar propuestas de trabajo que promuevan aprendizajes, ese vínculo es el motor fundamental. Tenemos que poder ver al otro, en sus necesidades, preocupaciones, vivencias y en sus condiciones materiales. Los niños, necesitan la experiencia del vínculo, el contacto directo, las manos en la tierra (metafóricamente y no).
Entonces, ¿es posible la relación pedagógica en la carencia del encuentro, sin la mirada y los gestos del otro, sin lo colectivo, sin el espacio público?, ¿jugamos, con algunos, a que enseñamos y juegan a que aprenden?, ¿es posible la relación pedagógica sin el encuentro, sin el espacio y el tiempo libre característicos de un aula democratizadora?
Desde nuestra posición sostenemos que estos son tiempos de intentar sostener el vínculo pedagógico, pero que ello es incierto por las características mismas de la virtualidad y por las condiciones socioeconómicas de quienes hacemos a la escuela pública.
Esta nueva virtualidad apunta a volver a impartir conocimientos de manera frontal y doctrinaria, desconociendo la diversidad del estudiantado, y desconociendo que muchos no están.
Ya hace tiempo que en la escuela se lucha por salir de ese lugar disciplinario, de enseñanza frontal y simultánea, ¿pero no corremos ahora el riesgo de que con el uso de plataformas y distintos softwares caigamos en concepciones individualistas, que no es lo mismo que atender las necesidades individuales?, ¿no estaremos frente a una pedagogía tradicional pero vestida con ropajes nuevos?, ¿no es este el escenario perfecto para el embate de pedagogías tecnicistas neoliberales contra las que tanto pelearon los colectivos docentes hace algunas décadas?
Desde nuestro movimiento nos planteamos que quizá sea un momento para dejar de improvisar, detenernos, pensar y ensayar acciones pedagógicas que impliquen otras formas de relacionarnos, que cuestionen el orden dado, que visualicen los conflictos existentes y desde la problematización colectiva surjan las posibles alternativas que son, sin lugar a dudas en territorio.
Por lo tanto, se abren muchas preguntas, que trascienden la situación particular de pandemia. Nos invitan a seguir pensando, para generar transformaciones, más profundas, desde una posición crítica con el sistema capitalista y sus modelos de relacionamiento humano en los diferentes órdenes de la vida social.
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