Rodrigo Barbano
Estas últimas semanas una ola de indignación y rabia ha recorrido el mundo por el asesinato de George Floyd a manos de la brutalidad policíaca estadounidense. Floyd con portación de cara afroamericana, fue esposado y reducido en el piso por un oficial de la policía de Minneapolis luego de recibir la denuncia de que estaba borracho y habría pagado con un billete falso de 20 dólares en un supermercado. El policía le aplicó una técnica de asfixia mecánica con su rodilla apoyada en el cuello mientras Floyd permanecía en el piso lo cual causó su muerte luego de unos 10 minutos. En el transcurso de esos minutos, repitió 16 veces que no podía respirar, y rogó que no lo mataran.
Los departamentos de policía de algunos Estados declararon luego que comenzarían la revisión del uso de la técnica ‘rodilla a cuello’, aunque no hablaron de prohibirla, si no de ‘racionalizar su uso’.1
Hace unos meses tuvimos un caso con sorprendentes similitudes en nuestro país, aunque carente de ola de indignación nacional y mundial. Un hombre de 30 años intentó robar una moto en un shopping de Paysandú y tras ser descubierto, fue perseguido por un cabo del Batallón de Infantería 8 y por dos guardias de seguridad, hasta que en un momento cayó por las escaleras mecánicas y se golpeó las rodillas. Ya en el piso uno de los guardas y el militar se le subieron encima para reducirlo. Su muerte por asfixia sobrevino varios minutos después debido a la fuerte presión que le ejerció su homicida con su brazo.2
Pero volviendo a la ola de indignación y las reacciones a nivel mundial contra el racismo, una de las más sonadas fue el derribo de estatuas de prohombres blancos y esclavistas en varios países, incluido Inglaterra.
El pasado 7 de junio la estatua del comerciante, filántropo y esclavista inglés Edward Colston (1636–1721) fue derribada de su ubicación en la ciudad de Bristol en el marco de las protestas de ‘las vidas negras importan’ (Black lives matter). Colson, apoyó la creación de escuelas, hospitales e iglesias a través de fondos de caridad, aunque fue muy estricto de que sólo beneficiaran a quienes apoyaban sus visiones políticas y religiosas. Siendo un alto oficial de la ‘Royal African Company’ (nombre de la compañía inglesa para la trata de esclavos), está asociado al tráfico de 84mil esclavos africanos incluyendo 12mil niños.3
Otro esclavista blanco, filántropo y empresario que vio su estatua retirada fue John Cass (1661-1718), quien aportó fondos obtenidos por la trata de esclavos a la caridad y la fundación de escuelas en Londres. En total en lo que va de junio han sido removidas decenas de estatuas de hombres blancos, esclavistas y filántropos en varios países, y también han cambiado su nombre calles que los recordaban.4
Y hablando de blancos filántropos, empresarios y esclavistas, no es necesario irnos tan lejos ya que tenemos varios ejemplos locales. El más reconocido probablemente sea Francisco Antonio Maciel (1757 – 1807). En efecto, el «padre de los pobres» y fundador del Hospital de Caridad que hoy lleva su nombre, fue uno de los mayores traficantes de esclavos de Montevideo.
Ese buen señor, recordado no solo en el hospital montevideano y en el nombre del Liceo Nº27, sino también en calles de muchas ciudades del interior del país (Cardal en Florida, Suárez en Canelones, entre otras), fue un exitoso empresario saladero y un impulsor fundamental en la trata de personas del cono sur.
Debido al éxito del comercio de esclavos que llegaban al privilegiado puerto de Montevideo se fundó el llamado Caserío de los Negros, un depósito donde los esclavos eran puestos en cuarentena luego de llegar a la banda oriental y se usaba también para el “marcaje, engorde, venta y cementerio” de las 70.000 víctimas del comercio esclavista que pasaron por sus galpones hasta el año 1810.5
Y hablando de cuarentenas y trata de personas por parte de hombres blancos filántropos y empresarios, es imposible no mencionar a otro ejemplo local, pero contemporáneo. El empresario Ariel Pfeffer (que no es pareja de la candidata a la Intendencia de Montevideo, Laura Raffo, pero sí socio), meses antes de estar imputado en la causa mas importante de trata y prostitución infantil de Uruguay, pasó a las primeras planos de los diarios por sus generosas donaciones para el “Fondo Coronavirus” junto a su grupo de empresarios llamado “Nos cuidamos entre todos”.
Muy apropiado este nombre considerando la hermandad que ha vinculado a prohombres blancos, filántropos y asociados a redes de trata, legales e ilegales, a lo largo de la historia. Esta hermandad tácita, por la cual intercambian favores y privilegios también explica los homenajes y reconocimientos mutuos que se propinan y que resultan en estatuas, nombres de calles, escuelas y hospitales.
1https://www.kxly.com/spokane-police-make-revisions-to-when-they-use-knee-to-neck-technique/
2https://ladiaria.com.uy/articulo/2020/1/formalizaron-por-homicidio-a-las-dos-personas-que-estaban-detenidas-por-el-asesinato-en-el-shopping-de-paysandu/
3http://web.archive.org/web/20190330033857/https://www.bristolpost.co.uk/news/bristol-news/wording-second-plaque-proposed-edward-1810137
4https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_monuments_and_memorials_removed_during_the_George_Floyd_protests
5http://www.municipioc.montevideo.gub.uy/comunicacion/noticias/ubican-el-sitio-del-caserio-de-los-negros
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