Esta semana se confirmó la política exterior que toma el presidente. Se han superado los simbolismos previos y posteriores a la asunción con tanto mérito que valió la felicitación del canciller paralelo, el embajador de Estados Unidos. Si esta situación hubiese sucedido en Centroamérica tal vez hubiese pasado desapercibida, la histórica dependencia cotidiana a su vecino del norte llevó a lo largo de los años a que los sucesivos embajadores sean agasajados por las pocas cámaras empresariales y puestos en el horario central de los noticieros. Pero más acá en el rincón del patio trasero, hacía tiempo no se veía tanta entrega…
El embajador norteamericano le puso sote al presidente y decidió hacerlo público, está encantado con lo democrático que está siendo y lo superador que es respecto a los tres gobiernos anteriores.
En cuatro meses de gobierno la política exterior uruguaya ya no cuenta con canciller osea, sigue ahí, está pero no está. Su renuncia latente se filtró días después que el presidente, tras la rápida visita del embajador norteamericano, discrepó con la postura del canciller frente a las negociaciones en Venezuela. Después de esa renuncia en suspenso, Talvi criticó la decisión adoptada por el presidente respecto al BID, donde rompe la tradición uruguaya al apoyar por primera vez un candidato norteamericano. Dos acciones en un mes que al embajador lo colmaron de emoción y tuvo que salir a aplaudir con las dos manos.
En este sentido, el electo gobierno apenas asumió y como si no hubiera nada para hacer, con alta prioridad, activó su agenda simbólica y abandonó el banco del sur y telesur, algo que en los hechos no implica mayor acción. Se reincorporó al TIAR, un mecanismo obsoleto de la guerra fría pero que EEUU activó en pos de su agenda mediática por derrocar al gobierno venezolano.
Apurado por ser buen alumno y plegarse a una agenda prestada abandona la posibilidad de por lo menos pensar en tener un perfil propio. Lo que preocupa es que la región se ha plagado de buenos alumnos. Cualquier parecido con la agenda de países como Honduras o El Salvador no es coincidencia. La diferencia con los otros gobernantes es que el novel presidente tiene una imagen menos deteriorada hacia el exterior, los otros alumnos hacen muy bien los deberes pero se sabe ya, pasarán al lado oscuro de la historia.
El problema para nosotros, los uruguayos y uruguayas, son varios.
Cada vez que EEUU a través de algún funcionario habla de democracia como en este caso, implica democratizar la riqueza de un país pobre con las empresas norteamericanas.
También implica democratizar las posturas del Estado Uruguayo a los intereses del Estado Norteamericano. A ellos les toca nuestro voto y a nosotros la vergüenza.
EEUU se ha paseado por el continente ofreciendo una democracia para los gobernantes bastante clara, si se garantizan los intereses económicos y políticos que las empresas y los gobernantes norteamericanos precisan, el blindaje político y mediático para el presidente de turno está garantizado haga la atrocidad que haga, así empobrezca a sus compatriotas. En el peor de los casos se le soltará la mano y se le buscará una alternativa.
El neoherrerismo da rienda suelta a la agenda simbólica con tanto desafine que da para desconfiar que como el tero pretende que la oposición se entretenga ahí, en el ruido, pero acelera a fondo con su agenda de hechos poco felices. Este neoherrerismo ya no habla de imperialismo enterrando una vez más aquella frase que finalizaba diciendo “ ni ser una estrella más de una bandera imperialista”.
No sabemos cuanto demorará en nombrar al próximo titular del edificio ubicado en 18 de Julio y Cuareim, que al igual que Talvi, no podrá designar embajadores, ni determinar orientaciones, no tendrá mucho que hacer. La política exterior ya no es estratégica para el Uruguay por definición de este poder ejecutivo. El presidente ya da las mismas conferencias que su padre en fundaciones bien financiadas de los amigos de su padre, desde la rambla del parque rodó irá llegando la política exterior y las necesidades a satisfacer.
|