Daniel Astapenco “Pedrito”. Internacionalista

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@mateamargouy

Un grupo de compañeros

Pudo haber sido uno de los tantos desaparecidos por la dictadura, pudo haber sido uno de los fusilados de Soca, uno de los asesinados por la dictadura chilena ó uno de los combatientes caídos en la lucha por derrocar la tiranía somocista en 1979.

Pero sobrevivió y falleció ahora , el pasado 5 de julio

Fue de los que nunca se habla. Pero hizo. Por eso es necesario,  escribir estas líneas. Quizás algún joven que está buscando rumbos para cambiar el mundo, encuentre en su vida algunos rasgos inspiradores de su propia e intransferible aventura vital.

En mayo de 1973, cuando tenía 18 años como integrante del  MLN, es requerida su captura por el Ejercito y pasa a la clandestinidad. Desde allí quiere continuar la lucha , pero la dirección del Movimiento le ordena salir del país. La organización estaba muy golpeada y no tenía infraestructura para soportar muchos  militantes clandestinos.

Contra su voluntad, viaja a Argentina y luego a Chile junto a su compañera Elena , también requerida.

Llegan a Chile a  finales de junio de 1973 cuando ya se avizoraba el golpe de estado contra el gobierno de la Unidad Popular, ya había sido el golpe de estado en Uruguay La salida del país que le habían prometido como transitoria para prepararse y volver a luchar contra la dictadura parecía alargarse.

Esperando órdenes trabaja como obrero en Santiago de Chile. El ambiente político era tenso y se suponía que en caso de golpe de estado se incorporaría a luchar con las organizaciones populares para defender la democracia. Llegó el 11 de septiembre y no llegaron las prometidas armas, solo una visita al local de dirigentes que los exhortaron a morir con dignidad.

Nunca pensó en la posibilidad de asilarse, aunque su compañera estaba ya embarazada, se incorporaron a las redes de la resistencia en la población de Barrancas en la periferia de Santiago. Allí sobrevivió de milagro a las razias durante el toque de queda, a la frenética búsqueda de extranjeros por parte de los militares golpistas, a los cuales, si podían, fusilaban en el acto.

A solicitud de las propias organizaciones populares chilenas, muy golpeadas, acepta pedir refugio a las Naciones Unidas para no comprometer la vida de quienes les daban protección

Esa pareja de jóvenes estudiantes de secundaria llegan a la Cuba solidaria y Pedrito abraza a ese pueblo y forja una lealtad con sus trabajadores que marcaría el resto de su vida. Allí crían a sus hijos, trabaja en la construcción,  es obrero artesano de una fábrica de instrumentos musicales, estudiante brillante de Medicina y de Ciencias Políticas.

En Nicaragua el FSLN luchaba contra la tiranía de Somoza. Junto a otros uruguayos residentes en Cuba en aquellos momentos envía una carta a los revolucionarios nicaragüenses ofreciéndose para luchar voluntariamente junto a su pueblo.

Pudo cumplir ese anhelo, y llegó para ofrecer su sangre en los combates en el Frente Sur. Fue un destacado combatiente, querido por sus compañeros por su valor y por su solidaridad. Se destacó como artillero con su cañón de 75 mm y en innumerables ocasiones estuvo bajo la mira de los aviones y los francotiradores somocistas.

Pudo festejar aquella victoria popular  del 19 de julio de 1979, cuando parecía que aquella gesta alentaba también la lucha en Uruguay y en toda América Latina.

 En otras etapas de su vida, ya en Uruguay, fue obrero gráfico, poeta, artesano, pintor, chofer.

Sus decisiones lo llevaron en cierta etapa a no integrar formalmente ninguna organización revolucionaria. Nunca abandonó su vocación internacionalista. Donde había una causa justa de un pueblo hermano, donde había un revolucionario enfrentando situaciones difíciles, allí sentía que debía estar.

Procuró ayudar a todo el que pudo y en forma destacada a la resistencia chilena.

Cuando en 1999  el pueblo uruguayo  luchaba por una sociedad más justa, junto a su pareja y a otro compañero,  Hernán Castro, fundaron  un semanario para colaborar con la lucha popular. Fue un previsible fracaso económico.

Nunca firmó un artículo, nunca publicó su foto, nunca entendió la militancia como un mérito. Era su oxígeno, la necesitaba para sentirse humano. Acciones que otros calificarían de audaces para él eran solamente lo que exigía la propia dignidad.

Era intransigente con la cobardía, con la delación a los compañeros de lucha, con el acomodamiento y con la flaqueza ante ofensivas de oligarquías  e imperialismo.

Lector insaciable, pensador profundo y poseedor de una habilidad manual destacada.

Un día escribió:

Amamos tanto la vida!!!

pero no estamos dispuestos

a vivirla a cualquier precio

Odiamos tanto la muerte!!!

pero no estamos dispuestos

a evitarla

a cualquier precio

Porque existen cosas

que amamos más que la vida

porque existen cosas

que odiamos más que la muerte

Era un radical. Nada que no fuera de raíz lo colmaba. Su horizonte de un mundo solidario no lo necesitaba expresar en sus diálogos, se manifestaba en cada pequeño detalle de su cotidianeidad, en su persistente rechazo a toda trampa adormecedora del entorno.

Todos los que lo conocimos extrañaremos sus acciones y sus (pocas) palabras.

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