La Gambuza
Hace unos pocos días nos sacudió la noticia de una explosión en Beirut, de magnitud asombrosa y preocupante. Detrás de esta noticia se avizoran datos aún más preocupantes y sobre los que, a priori, nadie se expide.
El puerto de Beirut es la capital del Líbano, se localiza en la costa más oriental del Mediterráneo, lugar de entrada al Medio Oriente, enclave entre Israel, Palestina, Siria, Chipre y Turquía; una zona más inestable y peligrosa que el propio Nitrato de Amonio.
El enclave portuario, comercial y logístico de la envergadura de Beirut mueve aproximadamente el doble de contenedores que el Puerto de Montevideo y alrededor de la mitad del Puerto de Buenos Aires. Las líneas navieras de transporte de cargas y pasajeros que operan allí cuentan con trayectoria a nivel global.
El protagonista de la explosión, el Nitrato de Amonio, está categorizado como carga IMO CLASE 5.1, lo que implica altas restricciones en su manejo, traslado y almacenamiento. Dicha categorización responde a normas establecidas por la Organización Marítima Internacional (OMI en español, IMO en inglés). Todos los puertos deben tomar todos los recaudos establecidos en normas internacionales, las cuales se cumplen sin objeciones, con la finalidad de salvaguardar vidas, instalaciones portuarias y marítimas, así como las edificaciones que se ubican en la zona de influencia de los puertos.
A fin de comparar, en el Puerto de Montevideo, donde esta carga es habitual, se aplica un estricto protocolo, tanto para su descarga como para su almacenamiento. El material debe ser declarado con 48 horas de anticipación a su arribo, y al llegar se trata como carga directa y obligatoria, lo que implica que se baja directo del buque al camión que realizará su transporte de forma inmediata. De tratarse de mercadería en tránsito, si debe quedar almacenada, permanece en un zona segregada con vigilancia por parte de la autoridad portuaria las 24 horas del día, hasta su nuevo embarque. Si en nuestro Puerto opera un buque, en cuya bodega se almacena este compuesto, la autoridad le asigna un Capitán de Puerto de guardia, debido a su peligrosidad.
Se trata del mismo material que fue utilizado en Oklahoma en 1995, donde con 1500 kg, combustible derivado del petróleo y una camioneta, se llevó a cabo un atentado que destruyó un edificio federal, más construcciones aledañas y se cobró 168 víctimas fatales.
En el caso actual se habla de 2750 Toneladas, almacenadas en el recinto prontuario, sin cumplir con las medidas de seguridad establecidas a nivel internacional. La existencia de este material en el Puerto de Beirut se debe a la avería del buque Motor Vessel Rhosus, de propiedad de un ciudadano de origen ruso, en el año 2013. Según se declara, ante esta situación se descargó la totalidad de la carga, estibándose la misma en bolsones en un depósito.
Esta situación debió ser advertida por el embarcador, por el destinatario y por las agencias aseguradoras, al menos, lo que nunca sucedió.
Ante la información precedente, cabe preguntarse: Dónde está la lógica de la presencia de 2750 Toneladas de Nitrato de Amonio, estibado sin las precauciones establecidas en la normativa internacional que rige en la materia, durante casi 7 años en un puerto/capital que está catalogado en la escala de seguridad con nivel 1 (óptima seguridad)?
Y por si fuera poco el cuestionamiento anterior: ¿En una zona clave desde el punto de vista geopolítico, con la singularidad de intereses internacionales que confluyen y las atentas miradas de varios países con intereses económicos y políticos, tamaño desatino puede pasar desapercibido para la comunidad internacional, agencias de control e inteligencia?
Cabe la duda sobre si toda esta lamentable situación se debe al error humano, la balanza se inclina hacia algún tipo de intencionalidad velada, que debiera investigarse con el rigor que las consecuencias ameritan.
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