Ismael Smith
Y llegando al final de este intento de poner voz a algunas de las experiencias de resistencia popular que se están generando en la periferia, en esta recorrida por las ollas montevideanas, queríamos visibilizar dos espacios que entendemos dan forma e intentan trascender el problema grave de la pobreza hecha hambre.
Y conversamos entonces con integrantes de
La RED DE APOYO A OLLAS Y MERENDEROS SOLIDARIOS DEL CERRO POR AUTONOMÍA Y VIDA DIGNA.
Hablamos con la asistente social que colabora, desde el Centro Comunal 17.
Maite Burgueño, asistente social que trabaja en el CCZ 17 del Cerro, nos comentaba parte de las tareas que junto a María Vagnoni, realizan desde el Área Social apoyando la tarea de los vecinos.
Para profundizar con las formas de organizarse de este colectivo, conversamos con Susi, vecina que tiene la Olla Popular en la Terminal del Cerro, y que fue designada vocera de este espacio para esta nota.
Red Solidaria del Barrio Lavalleja
Por último y para cerrar el ciclo de recorridas, conversamos con Valentina, Damián y Patricia, vecinos organizados en la RED SOLIDARIA DEL BARRIO LAVALLEJA
A MODO DE apuntes finales:
Decíamos algunas notas atrás, que es difícil abordar estas experiencia barriales, evitando caer en las anécdotas de vida “lacrimógenas”, pero queríamos compartir un último relato.
Cuando empezamos a hacer las entrevistas, y ver las realidades de alguno de los vecinos que entrevistamos, nos marcó significativamente una conversación con una vecina de la Red de Lavalleja.
Conversando de lo que significa la red, y el temor de cómo enfrentar la situación cotidiana de bancar abierta la olla a pesar del cansancio, y sobre todo, de la disminución significativa de las donaciones.
Y tuvimos que detener la entrevista, porque la compa se quebró, emocionada. Y nos marcó con una imagen que se nos quedó en la oreja, trabajando, y dió origen al nombre de esta serie de notas:
nos decía que la había “roto” el ver , luego de repartida las últimas viandas en la olla que atendía, y viendo que ya no quedaba nada para llevarse, a un hombre que se puso a raspar la olla para sacar el pegote que quedaba en el fondo. Y esa imágen es la que la movilizaba día a día seguir sosteniendo un espacio, que como una luminaria, atiende una grave crisis, que probablemente se siga profundizando.
Agradecemos a los vecinos y vecinas que nos cedieron su voz, para acercarnos a pedacitos de historias de vida cotidianas, que nos dan un pantallazo de lo que pasa hoy, diariamente en los barrios de Montevideo.
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