Danielito
A nivel regional y también en el plano nacional nos encontramos atravesando nuevas y viejas tempestades, desde el punto de vista sanitario, desde el económico y también desde el político.
Al desarrollo y la propagación de la pandemia se le suman los síntomas ya evidentes del ajuste neoliberal y la proliferación de nuevas derechas mas sofisticadas, que bordean el populismo conservador con chispas de liberalidad social.
De todo este mix, nada puede salir bien en términos de los intereses de las grandes mayorías sociales. De este escenario solo se benefician las transnacionales, las grandes corporaciones financieras y los eternos lacayos privilegiados de siempre.
Y quienes perdemos somos la mayoría, los trabajadores y trabajadoras, las empresas nacionales más pequeñas, los productores que viven del mercado interno, quienes viven de sus ingresos y los más embromados en el reparto de la torta.
Es que se esta desarrollando un gran proceso de redistribución de la riqueza pero al revés. ¡De abajo hacia arriba! Las grandes mayorías transferimos de nuestros ingresos y riquezas a los sectores mas concentrados de nuestras economías a través de la pérdida de salario real, de menos jubilaciones, del incremento de precios y tarifas, y de la disminución de los recursos públicos destinados a la salud, la educación, etc.
Todo esto puede generar desilusiones, indignación y resentimiento social que puede tener consecuencias en la vida política de nuestro país.
Las sociedades desesperanzadas son sociedades que no tienen una expectativa sobre su futuro inmediato, pueden ser germen de fenómenos aun mas conservadores, sino miremos otros países. Pero también puede ser una oportunidad para lograr canalizar ese descontento en propuestas de movilización y acumulación, que nos permita denunciar el presente y al mismo tiempo construir una alternativa.
Para ellos, hasta los margenes democráticos que se fueron ensanchando a lo largo de todos estos años de avances molestan.
De lo que realmente se trata esta restauracion es de como se restringen libertades políticas y sociales, de como recortan derechos que estorban en el nuevo proceso de acumulación. «Se termino el recreo» nos espetan.
Como región y como país ya estamos acostumbrados a afrontar escenarios adversos. Nuestros pueblos han protagonizado grandes hazañas que han forjado parte de nuestras identidades. Como sudamericanos conformamos un crisol de nacionalidades balcanizadas pero tenemos incorporado en nuestro ADN los genes de la resistencia y la construcción de la esperanza y la dignidad.
Creo que puede ser parte de la explicación que nos permite seguir caminando ante las injusticias, las persecuciones, la represión, la desaparición y el asesinato.
Y esta semana nos ha dado muestras de la muestra de esa resistencia.
Bolivia y Chile son la muestra de que las construcciones colectivas del pueblo organizado tienen su resultado, que logran convertir las protestas de las calles en propuestas de cambio para las grandes mayorías sociales.
Es que en momentos donde estamos viviendo Democracias de baja intensidad, de ajustes de nuestras economías que recaen sobre los mas pobres, donde se aumenta la presencia de los aparatos represivos para resolver los conflictos sociales, nuestra respuesta debe ser radicalizar esta democracia para jugar la carta de los pueblos.
En momentos de mayor dificultad siempre apostar por la gente.
Por ahi va la cosa.
En este sentido es importante resignificar algunos logros y conquistas de nuestro pueblo Uruguayo.
Este 30 de noviembre se cumplen 40 años del plebiscito del 80 contra la dictadura. Y vaya si este no fue un gran acto de resistencia pacifica, clandestina y silenciosa donde el pueblo uruguayo demostró su valentía y su endereza para enfrentar a la Dictadura Cívico Militar.
Fue un acto de civismo y patriotismo pacifico, donde los uruguayos y uruguayas dijimos claramente que no queríamos mas autoritarismos en nuestro país, que amamos la igualdad y la libertad, y que enfrentamos esa adversidad «a la uruguaya».
Cuentan muchos que no fue fácil, además de los presos políticos, los desaparecidos y los exiliados, los que estaban en “libertad” no eran muy libres. Hubo que ingeniárselas y se logro el objetivo, un NO rotundo en todo nuestro país, que se escuchó también fueras de fronteras.
Y aquel triunfo trajo otras conquistas.
Unos años después, además de las elecciones internas de los partidos tradicionales del año 82, el 1 de Mayo del 83 se realizo el 1er acto del Plenario Intersindical de Trabajadores con la consigna “Libertad, Trabajo, Salario y Amnistía”.
Meses después el 27 de noviembre de 1983 se realizo otra patriada, la del acto del obelisco, un gran río de libertad que convoco a orientales de distintas divisas por la recuperación de la democracia de nuestro país.
Estas instancias, junto a las movilizaciones de los trabajadores, las denuncias internacionales y la solidaridad del pueblo, fueron verdaderas conquistas cívicas y populares que nos permitieron enfrentar las adversidades y ganar la batalla por la recuperaron democrática.
Luego de recuperada la democracia nuestro pueblo siguió dando nuevas batallas contra la represión y contra las privatizaciones, demostrando que cuando se practica la resistencia, la movilización, la lucha y si además de todo lo hacemos con decisión y amplitud, los logros y victorias son evidentes.
El plebiscito de las empresas publicas del 90, el de ANCAP, la reforma constitucional del agua… y también tenemos enseñanzas de las perdidas.
Es momento de mucha claridad y amplitud.
Es la hora de levantar una propuesta, que en primera medida plantee la lucha contra la pobreza y sus consecuencias. Una propuesta que tienda la mano a todos y todas los afectados por este modelo. Que construya puentes y unifique las diferentes luchas. Juntos, como ya los supimos hacer en el pasado, pero ahora mejor. Con las experiencias y las realidades del hoy, con el movimiento sindical, los diferentes movimientos sociales, el movimiento cooperativo, los pequeños productores rurales, los académicos, los estudiantes, y más.
Debemos trabajar junto a todos aquellos que se encuentren perjudicados por este modelo de exclusión y pobreza para convocar a una gran movilización que nos permita conformar un gran río de dignidad, que nos permita conformar un gran frente contra el ajuste, contra la pobreza, por el trabajo, el salario, la producción y por el desarrollo soberano de nuestro país.
Ahora juntaremos firmas contra la Ley de Urgente Consideración y mañana contra las privatizaciones y quizás en algún momento por una reforma constitucional que nos permita proteger derechos y conquistas.
Pero lo importante es la idea y la orientación.
Hacia un gran río de dignidad, de resistencia, de lucha contra la pobreza y el hambre y por la esperanza!
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