Los jefes de Larrañaga

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@mateamargouy

Estos días la agenda mediática le dedicó varias horas a cubrir al Ministerio del Interior, no por las preocupantes cifras de homicidios que dejó octubre sino por la polémica destitución del Jefe de Policía de Montevideo, Erode Ruíz.

El hecho conocido, la prensa realizando notas sobre el vínculo y hasta la existencia de un teléfono rojo entre Ruiz y un alto jerarca del gobierno anterior, desataron el enojo y una fuerte discusión entre el ahora ex Jefe de Policía y el actual Ministro Jorge Larrañaga. El ministro veía cuestionado su mando e incluso de forma pública, no le dejaba mayores opciones.

La situación despertó sorpresa en propios y ajenos y desató una fuerte crítica por parte de la oposición señalando que así se dividía al país, con estos gestos y señales.

Desde otra óptica, parece pertinente también entender que esta situación comienza junto con la administración de Lacalle. Larrañaga compitió para ser presidente y quedó muy lejos y atrás, su vida política persistió con varias deserciones en sus filas, pero con un gran salvavidas que fue el plebiscito por una reforma constitucional “por mayor seguridad”. Alcanzó las firmas, pero no los votos, el herrerismo no acompañó la campaña y aún así, salvó con un resultado ajustado la derrota y sobre todo su vida política.

Ese vínculo con la seguridad le valió arrebatarle el Ministerio al herrerismo de los Lacalle, de gran incidencia en la estructura policial. El Presidente aceptó darle la investidura de Ministro, pero no así, la designación de las estructuras intermedias y los Jefes departamentales, en muchos casos primó el candidato herrerista como lo fue en el caso del Jefe de Policía.

El herrerismo no sólo restituyó a varios de su vieja guardia, pasada a retiro “obligado” o simplemente por edad en los gobiernos pasados, sino que también montó una estructura de Inteligencia en la órbita de Presidencia con Alvaro Garcé como coordinador, aunque con características de “superministro”, con potestades ampliadas en la ley de urgente consideración. Es de suponer que Garcé estuvo implicado en las designaciones de principio de año en el ministerio.

Estas conjeturas, no dejan de ser sólo eso, pero pueden explicar la filtración de una conversación entre el presidente y Ruiz después de ser destituido donde le dijo “La confianza que mi familia tiene en usted seguirá estando”. En la década del 90’, Ruiz fue el encargado de llevar a los militantes vascos detenidos en Uruguay al aeropuerto para entregárselos al gobierno del Estado Español, en una tarea encomendada directamente por el aquel entonces presidente Lacalle Herrera. Cabe preguntarse ¿Tendrá esta conversación filtrada un componente de futuro?

La interna Policial a la cual Larrañaga le prometió un enorme respaldo ve en la destitución del Jefe de Policía de Montevideo más una afrenta a su “cuota” de poder que un espaldarazo. Tras la destitución de Erode Ruiz aparece la intervención de ahora en más de los discursos y agendas por parte del Director de la Policía Nacional. Erode es destituido por el gobierno que él apoya, la causa es mantener una reunión con un integrante de la oposición y del anterior gobierno, jamás fue sancionado ni amonestado por mantener reuniones con el nuevamente electo intendente de Maldonado, Antía.

Sea lo que sea, Larrañaga tiene más frentes abiertos que seguridades. Viene cultivando más adversarios dentro de la policía que los que ha cosechado dentro del Partido Nacional.

Mientras trata de polemizar con el Frente Amplio y colocar en la opinión pública una confrontación con gestiones anteriores que vayan maquillando la percepción de la inseguridad, también tiene la disputa a la interna de su cartera. Todos estos problemas sin nombrar al otro actor de la coalición que al igual que Larrañaga perdió las negociaciones de los cargos intermedios, Cabildo Abierto. Manini buscó minar de coroneles retirados las dependencias departamentales del Ministerio del Interior con poco éxito y no está dispuesto a ceder en esa negociación latente. Estas debilidades públicas le vuelven abrir la puerta a más de uno, tanto los barullos internos como la sensación térmica; y es que ya pasaron los meses donde se paró el país y el mundo, la seguridad vuelve a ser uno de los principales problemas de la ciudadanía. Si Manini lograra sus aspiraciones Larrañaga será recordado dentro del Ministerio del Interior como el Ministro que entregó la policía a los militares.

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