Daniel Karamanoukián
La historia parece repetirse. En el 20 del Siglo XX tuvimos un escenario similar. Las circunstancias eran parecidas, los actores más o menos los mismos: turcos de Kemal entonces, de Erdogán hoy; tártaros devenidos azeríes. Y completando el cuadro, rusos (stalinistas ayer, nacionalistas hoy, guardianes de su patio trasero caucásico siempre; poco confiables georgianos (en el pasado, junto a los nazis luego, tampoco fiables en el presente). Y el omnipresente capital, con la Anglo Persian Oil company, hoy British Petroleum, a la cabeza del capital multinacional.
Y solos, los armenios. Resistiendo en la apenas estrenada 1a. República (qué son 2 en 3000 años?) y en la irredenta Artsaj – Karapagh montañoso.
Y la disyuntiva era la misma.
En el dolor y la congoja que nos producen los hechos consumados que nos tuvieron en vela buena parte de la noche, debemos tener en cuenta hoy que ésta nuestra realidad es bastante más favorable que la de 1920. Tenemos 2 estados constituidos con 30 años de experiencia institucional. Con economías menguadas, pero funcionando. Con deterioro, pero con infraestructura. Dos islitas con prácticas democráticas en un mar de autoritarismos terroristas en Turquía y en Azerbaiyán.
Y con la diáspora -la vieja, descendiente de sobrevivientes del Genocidio de 1915 y la nueva, económica a veces, pero también víctima de la práctica de exterminio azerbaiyana de 1988-1990 -, que en 4a. o 1a. generación, jugaron un papel fundamental en el desarrollo de ambas Repúblicas Y para asombro de todos en el último mes, movilizando, amplificando un conflicto y denunciando hechos que hubieran pasado casi desapercibidos, a lo largo y ancho del mundo. Tenemos, además, nuestra probada capacidad de resiliencia.
Y todo esto no es poco. Podemos, debemos seguir demostrando que somos ejemplo de lucha, un espejo de dignidad y referentes morales en un mundo que mira para el costado, como hace más de 100 años.
Con pequeños ajustes, por todo lo que no aparece en el Acuerdo – casi capitulación-, las metas que nos trazamos siguen vigentes.
Es imprescindible seguir con la campaña de recaudación. No sólo hay que reconstruir Artsaj, sino también reforzar la economía y la infraestructura de ambos Estados.
La «pax» (aunque Augusta), está. Y milenariamente, qué bien sabemos los armenios, cuánto podemos hacer en periodos de paz !
Los planes genocidas, aunque en impasse, siguen vigentes (Aliyev dixit, «los echaremos como perros», volvió a sostenerlo hoy mismo, apenas anunciada la «victoria»).
Hay otro elemento que vinimos condenando en el último mes, pero que ahora debemos reforzar. La utilización de terroristas. El desplazamiento de mercenarios terroristas del norte de Siria, por parte de Turquía hacia Azerbaiyán. Este es otro tema que traerá problemas en un futuro no lejano. Entre los mercenarios «económicos», pobres sin formación que venden su mano de obra con la esperanza de mejorar la situación de sus familias, también se trasladaron «cuadros», que irán armando redes en el Cáucaso sur para desestabilizar la región.
Es Imperativa también la denuncia de crímenes de guerra.
Y fundamental, el reconocimiento de Artsaj continúa siendo necesario, máxime cuando su estatus no aparece en lo firmado anoche.
Por todo esto, lo del título, acá no se rinde nadie!
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