Colectivo Histórico Las Chirusas
“si reordenaste
pacientemente
las noches viejas y frías”
Detrás del miedo – Laura Canoura
Hoy se cumplen 40 años de un acontecimiento que, debido a la masividad en su expresión y lo concluyente de sus resultados, fungió como derrota política del proyecto de institucionalización que la Dictadura buscaba imponer.
El 30 de noviembre de 1980, cuando la represión fascista no parecía aflojar y los presos políticos y exiliados se contaban por decenas de miles, se llevó a cabo el Plebiscito Constitucional de 1980. Mediante el cual los militares al mando del país (con la anuencia de sectores empresariales vinculados a la “rosca” y sectores políticos a la interna de los Partidos Tradicionales, en el marco de la Doctrina de Seguridad Nacional impuesta por los Estados Unidos) pretendían -entre otras cosas-: ratificar todos los actos jurídicos y administrativos dictados desde 1973 a la fecha de vigencia del nuevo texto constitucional que se ponía a consideración, mantener las proscripciones a más de 70 mil dirigentes políticos por 15 años, sacarle la autonomía a la justicia y a la educación…y un gran etcétera. (1)
Mate Amargo conversó sobre la consulta popular del 30 de Noviembre de 1980 con Betty (66 años, Operadora en Psicología Social) en Colonia, Alvaro (68 años, Pediatra) en Río Negro, Perla (65 años, Maestra) en Lavalleja, Cirilo (57 años, Peón de Tambo) en Cerro Largo y Susana (55 años, Profesora de Historia) en Salto
¿Dónde estabas el 30/11/1980?
Susana. El 30 de noviembre de 1980, estaba en casa, en el Barrio Malvasio. Tenía 15 años. Un día de mucho movimiento y silencios. Eso lo recuerdo bien, mis padres se prepararon para ir temprano a votar. En casa, puertas adentro, se hablaba mucho de Wilson y de la esperanza de su retorno.
Álvaro. Todavía estaba en Montevideo, yo me radiqué en Fray Bentos recién en 1986, así que ese día lo viví en Montevideo. La votación fue contundente y unánime a favor del NO, demostrando con ello que el fascismo no tenía base social.
Perla. Yo tenía 25 años en ese momento, con mi esposo y mis dos hijos vivíamos en lo de mis suegros en Minas, yo ya ejercía como maestra aunque no en la ciudad mismo. En 1980, por supuesto que éramos frenteamplistas, pero la dirigencia del Frente Amplio estaba toda en el exilio o presa, por lo que nuestra manera de comunicarnos e informarnos era a través de papeles impresos que nos hacían llegar o escuchando a Germán Araújo en la 30. Era la primera vez que votaba, estaba muy segura de cual era mi opción, pero las discusiones en los círculos de amistad y los laborales eran en torno a la posibilidad de que los militares supieran qué habíamos votado a partir de nuestras huellas.
¿Cómo operó el miedo?
Cirilo. Operó desde los medios, con propagandas sobre las obras que habían realizado y con alertas continuas de que si ganaba el NO íbamos a terminar como los países comunistas. Personajes, algunos, que aún hoy siguen en los medios. Pero el miedo también -y sobre todo- operó desde las radios locales.
Betty. El miedo era una espada de Damocles que pendía sobre todos nosotros. Lo que antes del 73’ había parecido un endurecimiento del pachecato, después del Golpe de Estado en Chile, vimos que estábamos ante una Dictadura feroz a la que ya no le importaba guardar las formas ni cuidar su imagen. Todo nos atemorizaba: los asesinatos, las desapariciones, las torturas, las violaciones, los robos disfrazados de allanamientos, ver a nuestro alrededor las destituciones, los exilios, las familias destrozadas. Todo acto en contra de la Dictadura, aunque nos surgiera de las entrañas, era motivo de terror por sus posibles consecuencias.
¿Qué se pudo sentir en el aire después de conocidos los resultados?
Perla. La información fue llegando muy lentamente, no se sabía bien qué estaba pasando. Acá en Lavalleja estábamos muertos, porque se veía claramente que el SI estaba ganando. Pero con el transcurso de las horas nos fuimos enterando de que en otros departamentos triunfaba el NO, allí pudimos encontrar la esperanza y las fuerzas para sobrellevar lo que se vendría. El estigma de ser uno de los pocos departamentos en donde ganó el Si creo que nos dura hasta ahora, porque además el resultado sirvió para que en el Departamento siguiera el mismo clima de miedo y las reuniones siguieran estando prohibidas, con muchos vecinos denunciando cualquier juntada en la vereda que incluyera a 2 o más personas.
Cirilo. Un alivio, porque la información que circulaba previo al día de la votación era que el SI llevaba una ventaja tremenda. Y también una alegría, sobre todo en los mayores, yo tenía 17 años. Pero fuimos viendo y preguntando, vimos como a partir de ese día algunas cosas fueron aflojando, por ejemplo un Director Técnico de fútbol mío que estaba preso…lo liberaron
Susana. Un silencio más que el acostumbrado, por el temor a cómo iban a reaccionar los militares. En casa fuimos cautos, pero desde la capital llegaban noticias de euforia por el triunfo. Yo disfruté hacia mi interior, mis compañeros de clase -y en el barrio las opiniones- se volcaban siempre a favor de los militares. Toda mi educación fue durante la dictadura cívico-militar, pero mis pensamientos siempre fueron de libertad. Soñaba con ser independiente, estudiar, ser maestra, luchar por mis derechos, iba contra la corriente del pensamiento hegemónico del patriarcado de la época.
¿Cuál es la imagen o la enseñanza que surge del resultado final teniendo en cuenta las condiciones en las que se dio?
Betty. Dentro de toda esa mezcla de sentimientos y sensaciones, lo más positivo quizás fue pensar que todo era posible. Que, pese a la campaña masiva de los medios, a los miedos, a las amenazas, a las mentiras, el pueblo era capaz de reaccionar. Todavía quedaban esperanzas. ¡Nuestro pueblo resistía!
Álvaro. Fue una demostración decisiva de rechazo a la dictadura, había pueblo movilizado. El mismo que en el 83’ acompañó la marcha de los estudiantes convocada por ASCEEP y que finalizó en el Franzini, el mismo que en el 83’ confluyó en el “río de libertad”. La principal enseñanza es que un pueblo movilizado y organizado conducirá a la mejora social, económica e institucional de un país, así lo están demostrando en la actualidad los pueblos de América: Bolivia, Chile, Perú.
El 30 de noviembre de 1980, más de un millón y medio de votos (de un total de casi dos millones de habilitados) fueron contabilizados, el NO obtuvo un 57,21% de las voluntades frente al 42,79% del SI. La gran prensa que hizo campaña con el si, la represión, la embajada, las cámaras empresariales fueron derrotadas en las urnas. Victoria global que incluía algunas derrotas territoriales, como a través de los testimonios pudimos observar, en donde el “proceso” siguió mellando la democracia y mostrando sus rasgos más autoritarios, su necesidad de vencer -y revencer- lo vencido.
Pero las derrotas territoriales, aunque importantes y hasta hoy vigentes en inconscientes colectivos departamentales, se toparon con una esperanza que trascendió las fronteras políticas, territoriales e ideológicas, uniendo lo que “la orientalidad” no había podido.
Fue el puntapié de un espíritu que quería volver a ser cuerpo en unidad, una verdadera victoria popular contra los embajadores del miedo que usaron a nuestros soldados en contra de su propio pueblo.
Notas
(1) Mazzarovich, Gabriel y Rodríguez, Universindo. Hace 30 años, el pueblo impidió el fraude y dijo NO. Publicación del PIT-CNT
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