Martín Nessi
“El pueblo es una entidad humana, que tiene sueños como cualquier persona, que tiene deseos de tener oportunidades para avanzar, que tiene patologías pero también tiene enormes grandezas. Ejercer la política con seriedad, con responsabilidad es también hacer medicina en la sociedad” Estas fueron palabras de nuestro compañero Tabaré Vázquez el 14 de noviembre de 2020. La virtud humana, la sencillez, la visión y como él mismo dijo “algo de sabiduría que dejan los años” le hicieron compartirla con nosotros. Un Presidente es lo que hace, es lo que ve, es lo que deja de forma material e inmaterial. Tabaré dejo esperanza en el pueblo uruguayo, dejo virtud y fue probablemente ese uno de sus mayores desvelos. Se podría en ocasiones discrepar y estar en desacuerdo, pero indudablemente había en Tabaré un espíritu y una vocación coherente y responsable. Tenía algo claro, el pueblo debía estar en todo sentido bien alimentado.
Desde el 89 estuvo siempre. Fue y será de la historia del Uruguay y de América Latina uno de sus protagonistas.
En Noviembre del 2004 dio al Pueblo Oriental de las mayores alegrías de nuestras vidas. Ese 31 de Octubre la gran mayoría de la gente estaba realmente feliz. Eran sin dudas un momento donde el Uruguay empezaba a cambiar y cambió. En primer lugar, empezó a ver que la dignidad era posible. Hay cosas que se vivieron, sensaciones de esas que nadie quiere recordar en el Uruguay anterior a los gobiernos del Frente Amplio. Tabaré supo sin dudas trabajar los aspectos vinculados a la salud integral de esa entidad humana, el pueblo. Trabajo los aspectos más materiales y concretos de gobierno junto con aquellos que tenían que ver con la salud emocional del pueblo.
Cuando un pueblo se dignifica en base al esfuerzo de su trabajo y se fortalece interactuando con el gobierno su salud mejora. Él compromiso de Tabaré va hasta el último de sus momentos e incluye la comunicación de reflexiones como las citadas al comienzo del artículo.
En el gobierno del Frente la cosa cambio, realmente. Dicho con el mayor de los respetos y la mayor de las sinceridades, a partir de 2005, un país más “polenteado” empezó a caminar y cambió la vida de miles y miles de humanidades, de entidades, de personas. Para una generación nacida sobre el fin de la dictadura la palabra dignidad estaba, pero la búsqueda y el encuentro de la misma realmente no era cosa sencilla. Uruguay te invitaba a caer en el pozo. Ante un encuentro con familia o amigos la primera pregunta era si estabas laburando. La segunda pregunta era si seguías en el mismo lugar y la tercera en caso de decir que si, era la pregunta que se hacían vos, tus familiares y tus amigos preguntándose ¿Por cuánto tiempo? El escenario de incertidumbre era el más favorable.
Los años posteriores fueron sin dudas otra cosa, años de esfuerzo, pero también de júbilo y estabilidad para el país, estados y sentimientos que en generaciones como la nuestra y seguramente también en las generaciones anteriores no había existido.
No exento de errores el Uruguay sin lugar a dudas mejoró, los datos respecto a índices de pobreza, el fenómeno de infantilización de la misma y mortalidad infantil entre otros eran alarmantes, la realidad social era compleja el respaldo y las garantías con las que contaban las familias uruguayas no eran muchas. La situación que se vivía en la calle antes de 2005 no era solamente producto de la crisis del 2002 (que sin dudas influyo), si no que, era también, producto de la aplicación de la economía neoliberal que en definitiva contribuyo a que el país, convertido en un país de servicio, con la industria minimizada, un aparato productivo bapuleado por políticas en favor del libre comercio y un Estado debilitado en todas sus funciones a su mínima expresión, no pudieron hacer frente a una crisis que encontró a la población sin respaldo de ningún tipo y con los caminos cortados. Reflexionar acerca de esto es importante en la actual coyuntura. En el Uruguay anterior a la crisis del 2002 se minimizó el Estado y la estructura necesaria para el desarrollo de la producción del país, la generación de empleo de calidad no existía, en el deterioro la dejadez del Estado y, la priorización de ceder facultades a la actividad privada el Uruguay no tuvo respuesta.
La educación en el país también resultaba una actividad muy compleja y resistía a proyectos desestabilizadores de las políticas sociales y educativas de carácter público que resultaba inescrupuloso.
Otro dato importante de ese 31 de Octubre es que el Frente Amplio llega al gobierno nacional con el 51,7% de los votos en alianza con el Encuentro Progresista y la Nueva Mayoría. Mirando el presente y sobre todo el futuro es hoy necesario también pensar. El frente llegó al gobierno por amplio, por la necesidad de cambio, pero también por el respaldo y el empuje del movimiento popular. La relación con diferentes fuerzas sociales y distintos sectores de la sociedad fue y es fundamental.
Tabaré entonces trabajó también en ese sentido. La intendencia de Tabaré tuvo dos claras guías, fue participativa y no dudó entre darle de comer a un niño o tapar el pozo. Montevideo se fue transformando en el lugar donde el Estado era aliado de la gente. Quedarán cosas por mejorar pero orgullo nos marcan también estos 30 años de gobierno frenteamplista y allí también fue Tabaré constructor de las primeras horas. Desde esa base se tejen también las alianzas para alcanzar el gobierno nacional.
Los primeros desafíos de 2005 eran otra vez amortiguar la pobreza y la indigencia y hacer, rehacer o reactivar un Estado y un aparato productivo que estaba francamente deteriorado. Dignidad, desarrollo y soberanía. Ahí fue el camino y allí tampoco hubo dudas. La distribución se hizo de forma administrativa y a través de la producción y el desarrollo. Lo cierto es que en el proceso todos ganaron y Uruguay creció como nunca dando oportunidades de desarrollo, esperanza y espalda a sus habitantes. Hasta el 2004 la generación del 81 había visto desilusiones, la educación con el presupuesto más bajo después de Haití, trabajo cada tres meses si lo había y unas pocas grandes obras o inversiones de carácter productivo. En las obras, shoppings, un hipódromo una torre que en aquel momento no se entendía muy bien para que se utilizaba y algunos centros comerciales. La obra, la inversión y políticas que generaran empleo de calidad no fue algo que se haya visto mucho en las épocas aquellas.
No lo mencioné, pero ni que hablar que para aquella generación, salvo los espectáculos realizados por la IM era prácticamente prohibitivo el acceso a la cultura. La importancia del Frente y de Tabaré generando espíritu fue importante. En unas de sus últimas comparecencias públicas en el Comité de base de San Luis, entre otros temas destaco como trabajo esencial “el renacimiento de nuestro querido, histórico y fundamental Frente Amplio”. Espíritu, mística, alma, parte también de este camino.
Con Tabaré va un pedazo de historia que nos representa y constituye con aciertos muchos y también con errores, va un proceso con la grandeza y la serenidad de quien ha compartido (hasta los últimos y aun sabiendo su suerte cercana) momentos íntimos de alegría, felicidad y gratitud con su pueblo.
Hoy con respeto y responsabilidad que nos enorgullece, el pueblo oriental le hace honores. Tabaré fue, ha sido y será, aquí y ahora, vivencia, futuro, historia y entidad humana.
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