Autocriticame que me gusta

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@mateamargouy

Marcelo Barzelli

«El inconveniente de la autocrítica es que los demás pueden llegar a creerla» Mario Benedetti

Para decirlo con humor, cualidad que a veces nos falta tanto en la izquierda, estos días hemos visto y oído a integrantes de diversas organizaciones sociales autocriticar al frente amplio, como si esa fuerza política fuera la única necesitada de hacerlo. Humilde y unitariamente, creemos que todo el movimiento popular uruguayo, y no solo el frente amplio, se debe un proceso autocrítico valiente. Y pensamos también que esa experiencia política no debería ser vivida como un suceso hijo de una coyuntura estrictamente limitada a la reciente pérdida de las elecciones nacionales. Pensamos debería ser transitado como una revisión integral del accionar político de la izquierda, y ser una experiencia que escale todos los niveles, desde la mirada para adentro del militante a los pronunciamientos colectivos de las organizaciones. Vista así, la tarea de autocriticarse en singular y en colectivo es nada más y nada menos que la reflexión vital posterior a la acción. Cierto es que cuando las cosas salen bien la euforia desplaza a la autocrítica y cuando salen mal la tentación de buscar culpables es enorme.  Para escapar a ese dilema mejor sería enfocarse en contribuciones en vez de culpas y en imaginar qué cosas haríamos diferente si la vida nos diera la oportunidad de volver a actuar.

Agreguemos otra consideración muy cara a la izquierda uruguaya.  A lo largo de su historía, casi todos los saltos cualitativos fueron resultado de un proceso autocrítico. Por nombrar sólo algunos: qué otra cosa fue la fermental discusión que vivió la izquierda dispersa de los sesentas? En casi todos los lugares se transitó por una revisión que identificó a la atomización y el sectarismo como algunos de los errores principales que le impedían a la izquierda crear una alternativa creíble a ojos del pueblo frente al proyecto decadente de la derecha. Así surgió el Congreso del Pueblo del 65, la CNT como síntesis unitaria de los sindicatos clasistas, el fortalecimiento de la FEUU como gremio universitario, UTAA para integrar a los asalariados rurales del norte a la lucha, el MLN como forja de una respuesta popular a la violencia del sistema, los primeros intentos de unidad electoral con el FIDEL y la Unión Popular que desembocarían en la creación del Frente Amplio y el llamado a la unidad sin exclusiones.

Años después, en la lucha por la salida de la dictadura, el movimiento popular se reorganiza desde una mirada autocrítica, creando formas organizativas más participativas y desarrollando un discurso más abierto y unificador. Vista en perspectiva, esa capacidad histórica de transitar autocríticas eficientes permitió mantener la unidad como un valor esencial y relanzarse en los nuevos escenarios políticos.

Hoy la historia nos enfrenta a una nueva etapa, quizás el post progresismo, todavía es temprano para saberlo, pero no tenemos mucho tiempo para definirlo. La autocrítica ya comenzó, cada uno debe participar en sus ámbitos de actuación y después confluiremos en una suma popular que nos impulsará en esta nueva etapa. Sin ánimo de cerrar temario, repasando lo que se escucha y lee en asambleas, artículos, discursos y documentos rescatamos algunos y promovemos otros que podrían ser importantes: ¿volveríamos a mandar a los «mejores» a la gestión de gobierno sacándolos de las organizaciones populares? ¿volveríamos a hablar del gobierno como «gestión»? ¿a relacionarnos como lo hicieron las cooperativas y el ministerio de vivienda? ¿o los sindicatos de la enseñanza y el codicen? ¿a administrar mejor el capitalismo? ¿a dejar para después una reforma de la constitución? ¿a ver que a pesar de todo los cantegriles siguieron apareciendo? ¿a mirar para otro lado cuando el Marconi de 2020 se parece tanto al de 2005? a que las cárceles sean casi tan mierda como siempre? ¿a repetir como un sonsonete que el presupuesto nacional es muy rígido? ¿a dejar los medios masivos en manos de los de siempre? ¿ a seguir sin tocar el poder judicial patriarcal y clasista?… etc. etc. etc.

Teniendo muy presente la ironía de Mario, inspirada en las dificultades inherentes al ejercicio autocrítico, este debería surgir en todas partes, sindicatos, comisiones, comités, partidos políticos, ruedas de mate, militantes, dirigentes, vecinos, en las redes, en las plazas, en todo lugar donde la gente pueda juntarse y aportar mirando hacia adelante.

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