Ser de Izquierda: consciencia y sentimiento ante el capitalismo capilar.

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@mateamargouy

M. I. L.

A lo largo de estos 15 años de gobierno del Frente Amplio me encontré con algunos compañeros que no captaban el sentido positivo del IRPF, de los planes sociales, el FONASA, UPM, etc. Por un lado, sentían que UPM era un proyecto antiecológico, por el otro que el IRPF, el FONASA o los Planes sociales eran Injustos, porque les implicaba una pérdida salarial, o instalar un sistema de diferencias que no los ayudaba a ellos si no a otros. Por último, porque si bien votaban al Frente no se sentían ser del Frente.

Este tipo se de sentir siempre me ha llamado la atención y me lleva a la pregunta:

¿Qué significa ser de izquierda?

Para algunos ser de izquierda implica sentirse de izquierda. Es decir, tener una autopercepción de que se posee cierto nivel de sensibilidad por los problemas sociales, la desigualdad o la pobreza, y que se desea una sociedad mejor. Sin embargo, entre ellos, existen quienes creen que sus inclinaciones, deseos y libertades son más importantes que la de los demás y que si bien desean una sociedad mejor, no quieren ser afectados por las decisiones políticas. Es decir, quieren una sociedad más justa pero no quieren hacer ningún sacrificio ni cambio personal para lograr dicha sociedad.

Este sentirse de izquierda refleja un capitalismo capilar completamente irracional, la articulación de una forma de vida liberal-burgués, que hace eje en el individuo, su libertad, su autonomía, su propiedad y deseo por encima del bienestar social y general. Pero, ¿esto es ser de izquierda?

Si bien estas personas tienen su propio criterio del mundo, donde constan fragmentos de ideas y prácticas contradictorias, no por ello deberíamos decir que no son de izquierda, sino que en todo caso no tienen conciencia de clase, ni de movimiento, ni de partido. Son seres individualistas que no comprenden que la izquierda es un movimiento político. Ser de Izquierda implicaría establecer lazos de fraternidad, hermandad y solidaridad, y no meramente sostener una serie de ideales o principios, ya que, si bien esos ideales pueden ser compartidos, su materialización depende del esfuerzo de todos.

Ser de Izquierda implicaría sostener la vida en relación a otros y no ante otros. Implica sostener una afiliación a cierto sistema de ideas, concepciones, prácticas y nociones de la sociedad que involucra colocar el bienestar social por encima del interés financiero e individual. Implica un ejercicio de reflexión, consciencia y lucha, para enfrentarse no sólo contra el capitalismo financiero o la burguesía, sino contra el capitalismo capilar. Para dejar de creer que se es una persona aparte de todo lo que le rodea y que se distingue de todos los demás por mera naturaleza. Se es persona porque existe un Estado, un sistema jurídico, económico, político y social que te reconoce como persona, que te da derechos, que reglamenta los intercambios, que te protege y que no abandona a los más desfavorecidos. Esto implica un reconocimiento del todo por encima de la autoafirmación individual, de la base material de las relaciones sociales sobre el flujo de mercado. Pero si ese sistema no te reconoce, si sólo valora el flujo de capital, el mercado, la tan preciada “autonomía” y “libertad” no valen nada.

No se puede ser libre en un mundo que no te reconoce como ser humano, donde no es posible acceder a los bienes básicos, y donde tus expresiones de libertad son reprimidas porque sos pobre, o sos del barrio tal o cual. Tampoco donde hay instalada una diferencia de clases, donde ser rico te dota de mayor libertad, visibilidad, disfrute, mientras ser pobre te margina, te excluye, te invisibiliza. Mientras el valor de mercancía les de a ciertos individuos mayor libertad de circulación a espacios a lo que no accedemos todos. Mientras existan zonas vip, gente vip, economía vip, habrá diferencias de clase, pobreza y exclusión.

Por esto, llegó la hora de no repetir ciertos errores si llegamos a gobernar en 5 años, pues si bien parte de la lucha es mejorar la vida de todos los uruguayos a nivel material y seguir la lucha por los derechos humanos, ser de izquierda implica educar, analizar y cuestionar contra la naturalidad con la que se afirma la individualidad, la autonomía y la libertad por el simple hecho de estar vivos y ser personas, como si ser persona no tuviese ninguna relación con lo jurídico, lo político, lo social o lo económico. Si ello no se hace, no será posible evitar los efectos negativos del capitalismo capilar, que llevan afirmar ideas y prácticas burguesas, lo que hace que se termine por creer que las políticas del Frente son erróneas, cuando se busca construir una sociedad más justa.

Como vemos, lo que esconde este capitalismo capilar es de una ingenuidad sorprendente pero de una fuerza capaz de debilitar a la propia izquierda, pues en tanto no comprenden la necesidad del socialismo, ni que en el capitalismo las personas adquieren un valor y un reconocimiento en función de su propiedad y la capacidad de intervenir en el flujo de capital, creen que si la política les toca en algo de su vida, entonces el gobierno es injusto.

Esta gente no comprende que, si realmente carecieran de propiedad o de capital, su vida y sus derechos no valdrían nada para el capitalismo. Entonces, dejarían de ser sujeto, su “autonomía” sería captada como peligrosidad, como problema, y su existencia sería invisibiliza o apenas captada en la crónica policial, como “indagados”, “menores”, “delincuentes”, etc. Por ello, necesitamos de la colaboración, la solidaridad y la redistribución de la riqueza, para que así el mundo sea más justo.

No existen zonas rojas, ni “Montevideo olvidado”, existen zonas donde las formas de vida muestran con mayor fuerza y crueldad los antagonismos de clase, la sobrevivencia. Territorios “invisibles” que no tienen valor ni importan para el mercado hasta que son parte de la crónica policial. Sin embargo, ese Montevideo vive, tiene personas, comercios, vínculos y afectos. Un circuito de intercambios que no son reconocidos por la clase burguesa-financiera. Y no son reconocidos porque muestran de manera ejemplar la crueldad de su sistema, un sistema que se ha hecho capilar, y que algunos defienden irracionalmente, a pesar de sentirse de izquierda.

Por eso, creo que de gobernar no solo hay que ir hacia una mejora material y de derechos, sino a una política que incluya la academia y la educación en la desnaturalización de ciertas creencias y concepciones de vida irracional, que en vez de promover la solidaridad, promueven el individualismo y el egoísmo.

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