Diego Vidal
La cifra de infectados supera ya los 7 millones y hay muchas probabilidades de que Brasil cierre el 2020 con 200 mil muertos por Covid-19, pero estos números tan impactantes parecen no sensibilizar a las autoridades nacionales, con el presidente Jair Bolsonaro a la cabeza, para definir un calendario cierto de vacunación.
Es bueno recordar que desde el inicio de la pandemia en Brasil, allá por mediados del mes de marzo, Bolsonaro hizo todo lo posible por negar la existencia de la enfermedad, minimizarla cuando la contrajo, promover curas improbables y hasta burlarse del coronavirus que azota al mundo entero. Esta actitud toma nueva forma en el tironeo que el gobierno brasileño mantiene con sus pares provinciales y municipales, al que se han sumados jueces del Supremo Tribunal Federal (STF) que lo intimaron a presentar la Política Nacional de Inmunización (PNI). Algo que el Ministerio de Salud ha realizado este miércoles (16/12), en el que calculan una primera etapa de 51 millones de personas para las que se utilizarían 108,3 millones de dosis (dos unidades por individuo, más un 5% que estiman de pérdidas por cuestiones logísticas). También prevé una duración de un año y cuatro meses para vacunar a menos del 25% de la población brasileña (210 millones). Pero este programa de inmunización de la población tuvo ya un primer escándalo dado que se presentó avalado con firmas de especialistas, quienes luego reclamaron que el documento fue presentado ante la Justicia sin que ellos hubiesen terminado de leerlo por completo.
Tampoco el plan de vacunación presentado hace mención a cuál o cuáles vacunas se aplicarán, ni si se ha iniciado al menos un proceso de compra. Y, como un signo de su gestión, Bolsonaro ha puesto al frente del operativo sólo a personal militar.
La Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) no ha validado aún ninguna vacuna y de las cuatro que están en su fase de ensayo clínico en Brasil (CoronaVac, Oxford / AstraZeneca, Pfizer y Janssen) ninguna ha comenzado aún el trámite de autorización para su uso en el país.
En este contexto, los gobernadores e intendentes desfilan día a día por Brasilia para presionar por un urgente y coordinado operativo de inmunización masiva, pero regresan a sus respectivos Estados con las manos vacías. Por otro lado, el centro de investigación Butantan, que en asociación con el laboratorio chino Sinovac produce la Coronavac, ha revelado que tiene pedidos de 276 ciudades y 11 Estados brasileños.
Mientras tanto en el parlamento se han presentado dos iniciativas para lograr que las gobernaciones e intendencias puedan comprar las vacunas por su cuenta y que las mismas se salten la instancia burocrática de Anvisa, para poder ser usadas las que ya cuenten con la aprobación de países como Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Canadá y la Unión Europea.
Esta disputa sanitaria se ha vuelto política, sobre todo con las apetencias electorales de algunos personajes que sueñan con las elecciones presidenciales del 2022 y pretenden usar la vacunación como tarima de campaña. El caso más notorio es del gobernador de San Pablo, el ex bolsonarista João Doria, quien anunció el inicio de su propio plan de vacunación en el mes de enero con la Coronavac, aún sin contar con la aprobación de Anvisa. Pocos días después se desdijo y aseguró que lo pondría en línea con el PNI del gobierno Federal.
En el medio de toda esta polémica está la población brasileña que es empujada por la dirigencia a discusiones sin sentido, donde tallan los negacionistas del virus, los antivacunas, religiosos extremos que creen ver al propio Satanás en cada jeringa y la gran masa de personas que día a día se relaja en los cuidados, unos por necesidad otros por la ignorancia que baja desde lo más alto del poder, pero todos sin saber si el 2021 será igual o peor a este año que está próximo a concluir.
Sin embargo, una luz de esperanza se abre desde el STF que en la tarde de este jueves (17) decidió por mayoría que la inmunización será obligatoria en Brasil. Fallo que había dejado entrever el juez Ricardo Lewandowski el día anterior, cuando se expresó a favor del carácter inexcusable en la aplicación de la vacuna porque el interés colectivo está por sobre el individual. «No puede ser perjudicado por personas que deliberadamente se niegan a vacunarse, creyendo que, aun así, serán egoístamente beneficiarias de la inmunidad colectiva», sentenció el ministro supremo.
Publicado en: https://www.cronicasycicatrices.com.br/post/covid-19-una-disputa-pol%C3%ADtica-pone-en-riesgo-la-vacunaci%C3%B3n-en-brasil
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