Hubiese sido bueno cambiar lo que la mayoría de la población precisaba, pero no fue eso lo que cambió este año.
La realidad de los uruguayos y uruguayas al cabo de un año de gestión herrerista se ve más desamparada, con una “mano” Estatal que desaparece en plena pandemia. Basta con revisar las crisis económicas, agropecuarias y sociales que atravesó el país en los gobiernos del Frente Amplio para ver las respuestas de ese entonces con un Estado presente; respuestas muy distintas a las de ahora.
Veníamos de años donde los productores rurales bajo sus reclamos lograban subsidios de todo tipo, para pasar ahora, a una pandemia donde el trabajo comienza a escasear, los salarios bajan y todo lo que puede afectar el Estado en la canasta básica, sube.
Si bien el presidente empieza a verse más cansado, ya con algunos errores arriba, incluso con propaganda sobre sus gustos y costumbres que muestran la cuna de oro en la que se crió; la percepción de su gestión, en general, según “sus” encuestas no es del todo negativa.
El primer año de gobierno, el sentido de cohesión social que trajo la pandemia y el blindaje mediático allanaron un poco lo que fue un año de ajuste.
Aunque para ser precisos, más que blindaje, se trató de algo más complejo y sofisticado. En vez de “blindar” lo que hicieron -desde el gobierno-, este año realizaron una conducción política mediática.
Fue un año en el que el gobierno se pasó probando el: “si pasa, pasa” -el último caso fue con la posible suba de hasta un 16% de combustibles-. Pero todo subió bajo la misma lógica; y todo se propuso, se desestimó y se volvió a proponer.
La “agencia de publicidad” que nos gobernó utilizo el método de tirar propuestas -en su mayoría retrogradas- para ver cómo respondía la sociedad, sobre todo la organizada y ahí como se dice, “medir el aceite”.
Ejemplos de esto son: los viáticos de los parlamentarios, artículos desestimados de la LUC que volvieron con más fuerzas en posteriores proyectos de Ley, etc. En definitiva, la profundidad de las discusiones está marcada por el moldeo de la opinión pública que busca bajarle la estridencia al único plan claro de este gobierno: ajustar el bolsillo de los y las trabajadoras mientras se achica el Estado.
Por otro lado, mostraron un buen manejo de la conflictividad, con leyes represivas “por si acaso”, y si no hay queja, van “hasta el fondo”.
Esta, parecería ser la lógica que se nos viene el año que viene. Con puntos conocidos de la agenda, y por su puesto los intereses que representan. Cómo demostraron, no hay pandemia ni emergencia social que les sensibilice a repartir un poco más, a retardar las ganancias extraordinarias que persiguen para su grupo selecto.
La izquierda uruguaya está en su proceso de duelo-autocrítica-reconfiguración, no queda claro si empezándolo o terminándolo. Este “parto”, dio como un primer resultado el referéndum contra la LUC.
Es un primer intento de síntesis del campo popular, detrás de esta juntada de firmas el campo popular tiene una oportunidad de retomar la iniciativa, la confianza, de poner arriba de la mesa el programa de la gente y de sofisticar las organizaciones en tiempos complejos. Vendrán, sin dudas, varias medidas de ajuste en el 2021.
Como decía la murga: “la esperanza está en la gente y en su participación”.
¡Que sea Feliz el 2021!
|