Martín G. Delgado Cultelli
A finales del 2020, salió a la venta en varios países Sudamericanos el nuevo libro del histórico dirigente indígena izquierdista y expresidente de Bolivia, Evo Morales Ayma. Un libro escrito durante su exilio en Buenos Aires, en donde el presidente derrocado reflexiona sobre el contexto y proceso de Golpe de Estado que lo llevo al exilio, el saqueo del país por parte del gobierno dictatorial, las posiciones internacionales a favor o en contra del gobierno dictatorial, su exilio político, la resistencia de los pueblos de Bolivia, un balance de su gestión presidencial y recuerdos de su niñez y juventud y como se fue convirtiendo en el dirigente que es hoy en día. El libro incluso vaticina el triunfo de la formula Arce-Choquehuanca por más de un 55% en las elecciones bolivianas del 18 de octubre. Un libro imprescindible para la militancia izquierdista y antimperialista en este siglo XXI.
Un narrador que representa a los pueblos
Este segundo libro del “Evo” (el primero es “Mi Vida, de Orinoca al Palacio Quemado”) esta escrito de una forma muy particular, como si el mismo Evo nos hablara particularmente. Con esa forma típica de hablar de los bolivianos cuya lengua materna no es el castellano, sino el aymara o el quechua. De esta forma la narración del texto nos habla implícitamente que no estamos ante un blanco o “criollo” latinoamericano, sino ante una persona indígena, personas que han estado siempre en las luchas de este continente pero que comunmente son invisibilizados frente a la población blanca, incluso en espacios de militancia de izquierda.
Otra forma en que el texto nos hace saber que estamos frente a un narrador indígena son las constantes referencias a las costumbres indígenas andinas, con referencias a términos indígenas en varias partes, incluso habiendo recetas de medicina tradicional indígena (lo menciona al hacer referencia como los pueblos están enfrentando la Pandemia del COVID-19) y descripciones sobre formas de cultivo tradicional entre los campesinos indígenas del Trópico de Cochabamba. Esto también lo podemos ver en el hincapié que realiza sobre las tres leyes del inkario Ama Llulla (no seas mentiroso), Ama Sua (no seas ladrón) y Ama Quella (no seas ocioso) enseñadas por su padre y que lo guiaron en su gobierno. Contrastando la moralidad indígena en la gestión de gobierno con la moralidad de los criollos en el gobierno.
También se puede ver en su confesionalidad religiosa y espiritual, ya que se identifica con el Dios del cristianismo y al mismo tiempo con la Pachamama (la Madre Tierra), como la mayoría de los indígenas en Bolivia y en América Latina que mantienen sus espiritualidades ancestrales, pero al mismo tiempo que reconocen al cristianismo que llego con los colonizadores. Un narrador que es un representante genuino de los pueblos originarios.
La cosmovisión indígena que recorre todo el libro se ve claramente en las referencias a los sueños. En la cosmovisión andina, así como en la de otras culturas originarias los sueños son sumamente importantes ya que a través de ellos nos hablan los espíritus y podemos pararnos mejor en nuestra vida. El libro comienza con la referencia a un sueño recurrente que tenia Evo en donde se vaticinaba el Golpe de Estado que sufriría. Del mismo modo el libro termina con la referencia a un sueño que tenia cuando había escapado a México en donde soñaba con Salvador Allende y el ultimo discurso de este cuando estaba siendo atacado en el Palacio de La Moneda.
Leyendo el libro podemos ver lo que marco al Evo en su niñez y juventud, lo que ha motivado históricamente su lucha desde dirigente campesino cocalero hasta su gestión de gobierno y sus decisiones políticas en el contexto golpista. El expresidente habla de la extrema pobreza que le toco vivir de niño y su propósito de “no quisiera que haya un niño como Evo” (pp 55), su gestión en mente de erradicar la pobreza extrema de un país que llego a ser el segundo más empobrecido del continente, solo superado por Haití. Otro motivo que ha marcado su compromiso político es la lucha contra el imperialismo norteamericano, ya que el menciona como en los años 80 la DEA prácticamente gobernaba el país. Un hecho que lo marco fue cuando siendo campesino cocalero fue reprimido por fuerzas bolivianas comandadas por agentes de la DEA en la llamada “Guerra contra las Drogas” que desarrollaba el gobierno norteamericano en Bolivia. “No podía creer que extranjeros de Estados Unidos, uniformados y armados, nos disparen” (pp 62) menciona.
Otra referencia de su niñez y primeros pasos de formación política, la relación con su primo y su tío quienes pertenecían a un partido comunista marxista-leninista-maoísta. Incluso su primo estuvo viviendo en el Chile de Salvador Allende y vivió el Golpe de Estado de Pinochet, salvándose por la intervención de la Cruz Roja Internacional. La tragedia de Allende es un fantasma que recorre la obra y que estuvo en la mente de Evo durante el derrocamiento y exilio.
Sobre el imperialismo
La obra trae la vigencia del concepto de “Imperialismo” para el análisis de las coyunturas políticas y sociales en América Latina. Concepto que una parte de la izquierda ha dejado de lado por la influencia de Giddens. Él autor demuestra como el “Imperialismo” sigue operando en América Latina y para cualquier proyecto emancipador es necesario que sea un proyecto antimperialista.
En sus descripciones sobre el control político que tenía la DEA en Bolivia en los años 80 y 90 es claro como la única forma para caracterizar la relación entre el país sudamericano y la del país norteamericano es la de una relación colonial. Las leyes bolivianas incluso eran redactadas en inglés por agentes de la diplomacia norteamericana para luego ser traducidas al español e implementadas en el país. La violenta política antidrogas que no servía tanto para combatir el narcotráfico sino más bien controlar a la población indígena-campesina y despojarlos de las tierras que habitaban. Los políticos bolivianos formados en instituciones norteamericanas (siendo “Goñi” Gonzalo Sánchez de Lozada el caso paradigmático). Incluso la cooperación internacional norteamericana que iba a las comunidades indígenas a dar “asesoramiento” pero que menciona que era toda una pantomima para ganarse la confianza de la población local. Además de que las “formaciones” que les proporcionaban nunca servían para sacar de la pobreza a las comunidades originarias. Y mientras tanto la región del Trópico de Cochabamba se llenaba de bases militares de la DEA.
La presencia del Imperialismo también se puede ver en como el embajador norteamericano y luego agentes de la oficina de asuntos (recordemos que Evo Morales rompió relaciones diplomáticas con Estados Unidos en medio de la crisis por la insubordinación de los departamentos de las tierras bajas y el casi desencadenamiento de una guerra racial entre criollos e indígenas en el año 2008) intervenían constantemente en la política domestica boliviana. También como el primer acto de gobierno de la Dictadura de Añez, antes que cualquier otra cosa, fue el restablecimiento de la embajada norteamericana y la vuelta de la DEA al país.
Pero como bien señala el autor, el Imperialismo norteamericano no solo ha intervenido en Bolivia. Evo cuenta cuando dialogó con ciertos mandatarios europeos que en su momento sus países le negaron el derecho a sobrevolar sus espacios aéreos. En el año 2013, con el pretexto de que Edward Snowden viajaba en el avión presidencial de Bolivia, el mandatario boliviano quedo aislado y con peligro de ser derribado en el espacio aéreo europeo. La reflexión de los sucesos es que los países europeos por su alianza militar-política con los Estados Unidos por la OTAN están sometidos a ser los perros de la guerra de Estados Unidos.
El análisis del Imperialismo también sirve para ver las formas en que se expandió el neoliberalismo a finales de los 70 y a lo largo de los 80 en América Latina, así como la actual expansión de la extrema derecha fascista en el continente. Y es que como queda bien claro, los Estados Unidos han incentivado a la extrema derecha racista para derrocar el gobierno popular y plurinacional. A diferencia de los países centrales donde el fascismo tiene una vocación imperialista, en los países periféricos, el fascismo tiene una vocación ladina y sumisa a los poderes internacionales. El fascismo tiende más a un control interno de la población que de engrandecimiento del país. Y es que, en términos económicos, el desarrollismo boliviano con tintes socialistas y comunitarios ha sido más eficiente en términos de capitalismo nacional que el neoliberalismo. Ya que el neoliberalismo lo que genera es la dependencia económica de Bolivia y su imposible desarrollo. En términos económicos, el Golpe de Estado responde a los intereses que quieren a una Bolivia dependiente económicamente y profundamente desigual. Los Golpistas están en contra del desarrollo nacional y la igualdad de oportunidades.
Sobre el racismo
Evo Morales analiza a los sectores golpistas y del gobierno dictatorial y como los caracteriza el profundo racismo. Preguntándose como puede ser que luego de la reforma constitucional del 2009 en donde se reconocen a los pueblos indígenas y se establece el Estado Plurinacional, sigue existiendo un racismo tan virulento y profundo. Allí se hace una genealogía de la extrema derecha boliviana, especialmente del cruceñista Camacho. Como estos grupos tienen su matriz ideológica en el banzerismo (son reivindicadores de la Dictadura de Hugo Banzer 1971-1978 y del Plan Condor) y en el falangismo (corriente que se alió a Francisco Franco en su levantamiento contra el gobierno del Frente Popular y la República Española). Esta genealogía política en la reivindicación de la Dictaduras Militares de los 70 y en el catolicismo integrista más reaccionario de origen franquista es algo que no solo lo podemos ver en la extrema derecha boliviana sino prácticamente en toda la extrema derecha sudamericana. Obviamente a estos católicos integristas recalcitrantes y anticomunistas furibundos ver un gobierno liderado por un indígena y que revitaliza y promociona las practicas espirituales indígenas, que limita el adoctrinamiento cristiano en las comunidades originarias, que nacionaliza la industria y realiza políticas publicas redistributivas para los sectores más desfavorecidos es un gobierno aberrante.
Pero en un análisis más profundo, el racismo en Bolivia, no solo se debe a una extrema derecha nostálgica de las dictaduras militares y ultracatólica, sino a la vigencia de las estructuras coloniales. Bolivia, así como el resto de América Latina, es un país cuyas relaciones sociales centrales se conformaron en el periodo colonial hispano. De ahí que la elite blanca siente que debe mandar sobre las masas indígenas. De ahí que los criollos y su catolicismo integrista desprecian al indígena y sus rituales o su cristianismo sincretizado. De ahí que la elite económica del país está acostumbrada a ser los mayordomos del gran capital internacional y jamás apostar por un desarrollo interno.
Es que como bien dice Evo, “es un tema de clase”. Porque en Bolivia, así como en muchas regiones del continente, clase y etnicidad están interseccionadas. Los sectores populares somos de raíz indígena, mientras las elites son de origen europeo. Por lo cual, la lucha antirracista es parte de la lucha de clases y la disputa de clases en muchos casos se traduce en disputas raciales. Esta vinculación entre la lucha por la dignidad de los pueblos indígenas y la disputa de clases y con el imperialismo es reafirmada con distintas referencias históricas que nos trae Evo. Especialmente en las referencias a las revoluciones de Tupaj Katari (1780-1781) y Zarate Willka (1899).
La intersección entre la clase social y la etnicidad también es retomada cuando habla de como afecta la Pandemia del COVID-19 a los sectores populares de Bolivia. La no generación de políticas sociales por parte del gobierno dictatorial para amortizar la crisis económica en los sectores populares que genero la Pandemia, Evo no solo lo atribuye a una lógica necropolítica del gobierno dictatorial sino también al extracto de clase de los miembros del gobierno. Al ser todos blancos de clase alta, no entienden la economía domestica de las familias indígenas humildes. No entienden que muchas familias viven del comercio informal y si este es cortado pasaran hambre. El problema de la extracción de clase no solo se puede ver en los sectores gobernantes golpistas de Bolivia y en la mayoría de los gobiernos de la región sino incluso en una parte importante de la izquierda, proveniente de un sector de clase que no entiende las necesidades concretas de los sectores populares e indígenas.
La ideología del Evo
En todo el libro se puede ver la clara ideología política de Evo Morales, esta puede ser un orientador político para muchos sectores de izquierda que no tienen claro una brújula política. La ideología de Evo Morales podría ser resumida como “nacionalismo revolucionario” o como dicen en Argentina “Nacional y Popular”, solo que a este “popular” hay que agregarle el componente indígena comunitario. Sería un nacionalismo popular-comunitario fuertemente antiimperialista. Y es que la única auto adscripción ideológica que utiliza Evo es la de “antiimperialista”. También hay que agregar que Evo manifiesta admiración por Fidel Castro, Salvador Allende, Hugo Chávez, el Che Guevara, Tupaj Katari y Zarate Willka.
Si bien realiza fuertes críticas al capitalismo, su propuesta económica no es cien por ciento anticapitalista, ya que mantiene la propiedad privada. Sin embargo, si es una propuesta absolutamente antineoliberal. Es más, podríamos decir que de todos los progresismos que hubo en América Latina, el que realmente desafío y rompió con las lógicas neoliberales es el boliviano. El desarrollo de un capitalismo nacional sin depender de los organismos de crédito internacional como el FMI, el Banco Mundial o la Cuenta del Milenio. La industrialización sin depender de empresas multinacionales, donde además de los capitales nacionales el Estado tenga un rol importante. Donde servicios básicos como la educación, la salud, el agua, la seguridad social, el gas sean estatales y no privados. Un modelo económico en donde el país este libere de las dependencias económicas con los organismos de crédito internacionales, así como libres de intervención de corporaciones multinacionales, en donde además de capitales nacionales, empresas estatales y un Estado de Bienestar fuerte, se reconozca también la propiedad comunitaria indígena y un incentivo y apoyo a la producción desarrollada por las comunidades.
Su visión política también guarda un humanismo y respeto por los derechos humanos muy importante. Una solidaridad internacional con los pueblos del Sur Global, un rechazo a cualquier tipo de intervencionismo de los países del Norte. Apoyo a todos los países que así lo soliciten, rasgo que sostiene le enseñaron los cubanos. El compartir lo poco que se tiene.
También un rechazo al uso excesivo de la violencia estatal, condenando la violencia de las fuerzas policiales y militares. Él destaca mucho que durante la crisis político en la cual fue derrocado, a pesar de las marchas violentas de la derecha golpista y de los intentos de disuadirla. Nadie fue asesinado en esa coyuntura extremadamente violenta. Sin embargo, en los primeros 10 días luego del Golpe de Estado hubo 40 asesinados, 400 heridos y más de 1000 detenidos. A quien han llamado “Dictador” es una persona que por haber sido reprimida y haber estado en calabozos en varios momentos de su vida, rechaza la represión. Reconociendo que durante el Golpe manejo la posibilidad de hacer lo mismo que Salvador Allende o el Che Guevara, o atrincherarse en el Palacio Presidencial o marcharse a la selva y organizar un gobierno paralelo en la selva. Sin embargo, cualquiera de las dos opciones simbolizaba un baño de sangra para el pueblo boliviano. Para no generar una guerra civil, prefirió aceptar el derrocamiento e ir al exilio, para luego desde Argentina reorganizar la resistencia y recuperar la Democracia.
Su propuesta política se basa en lo que el sostiene como “la liberación económica ligada a la liberación política, ideológica” (pp 148). Es que como él sostiene tiene que haber una reforma del Estado, un cambio de paradigma basado en las raíces culturales milenarias y un desarrollo económico basado en la soberanía económica y la autosuficiencia del país. Como sostiene “una liberación política, ideológica, sin la liberación económica no tiene mucho sentido”. De esta forma cuestiona los procesos de transición democrática en la mayoría de los países latinoamericanos en donde se logró la democracia política, pero seguimos siendo dependientes económicamente lo cual nos ha arrastrado de nuevo a la servidumbre. También es una critica a cierto indigenismo integrador y folklorizante, no solo debe haber reconocimiento legal y cultural los pueblos indígenas sino también reconocimiento de las propiedades comunitarias y redistribución económica.
De esta forma Evo Morales supera la dicotomía muy común en la izquierda de nuestro tiempo en donde por un lado están aquellos que solo luchan por las “políticas identitarias” y por otro lado esta los que luchan por “la conquista del pan” cuando en realidad tienen que ser dos caras de una misma moneda. Hay que luchar por la conquista del pan y por las políticas identitarias al mismo tiempo. En su visión la “liberación política” sería la construcción del Estado Plurinacional y las políticas interculturales, mientras que la “liberación económica” sería la “Bolivia soberana”, el desarrollo económico independiente e inclusivo.
Por último, decir que con este texto nos adentramos en los pensamientos y en las luchas del único país latinoamericano que, tras sufrir un Golpe de Estado sumamente violento, recupero su democracia en las calles en tan solo un año. Ni Honduras, ni Guatemala, ni Paraguay, ni Brasil lograron lo que Bolivia logro. Es momento de que reconozcamos el gran potencial revolucionario e ideológico de los pueblos en Bolivia. Para eso, está este libro.
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