Carlos Pereira Das Neves
“Un batallón es para batallar,
ése es el mejor modo de pensar.”(1)
Un 17 de enero, de 1961 y de 1989, la muerte unió a Patrice Émery Lumumba y a Alfredo Zitarrosa. Y es el único dato clásico de bibliografía que pienso dar, para que se interprete la cita, que tampoco es casualidad. Porque ese “modo de pensar” los unió más que una fecha; como a Nyerere y a Sankara los unió más que octubre; o a Nkrumah, Fanon y a Nasser que ni siquiera comparten mes.
Cuba también aparece como variable, porque la ecuación se llamó Guerra Fría, en el que se desarrolló la revolución cubana y el proceso de descolonización africana. Tan íntimamente ligados que hay autores que sostienen que ambos acontecimientos forman parte de un mismo proceso general de descolonizaciones, no solo porque Estados Unidos participó en la Conferencia de Berlín en la que Otto von Bismarck pretendía organizar la repartición de África o por el “pequeño” detalle de que los cubanos también lucharon en continente africano una vez triunfada la revolución en su país(2), sino también por aquello que decía Vivián Trías: “Si entre 1945 y 1960 vivimos una década y media de predominante revolución, desde 1960 -muy claramente a partir de 1962- hasta 1968 hemos sufrido una década de predominante contrarrevolución.”(3)
El mundo, agitado, estaba profundamente conectado.
La actitud de las potencias.
La expansión colonial en África de los siglos XIX y XX, a la que el historiador alemán Winfried Baumgart le llama “imperialismo moderno o clásico” y que Lenin atribuye el papel de motor de dicha conquista al desarrollo capitalista de Occidente, determinó el empleo de distintos modos de dominación de acuerdo a las razones económicas subyacentes de las naciones imperialistas modernas.(4) Es la diferencia en esas razones económicas las que también explican las diferencias en los procesos de descolonización o independencia que se gestaron mayoritariamente en la década del 60’.(5)
Gran Bretaña, por ejemplo, consciente de los excesivos recursos económicos invertidos en las colonias para la formación y el mantenimiento de un ejército que reclamaba cada día más efectivos, apostó a la Mancomunidad de Naciones o “Commonwealth of nations”, a la cooperación internacional política y económica. Y desde 1950 determinó que la pertenencia a ella no implicaba sumisión alguna a la Corona británica.
Francia, por otra parte, venía de ser derrotada militarmente por el Viet Minh en la guerra de independencia de la Indochina Francesa y no estaba dispuesta a repetir el fracaso en Argelia. Incluso Francia experimentó los 2 tipos de independencia: la pacífica -a veces- casi que guiada, como en el caso de Túnez y Marruecos en 1956; y la sangrienta, como lo fue la independencia de Argelia que fue desde 1954 a 1962. En la que también participó (en apoyo a la liberación de Argelia) nuestro anteriormente mencionado presidente egipcio Gamal Abdel Nasser y en la que tampoco la actitud francesa estaba tan definida, con Charles de Gaulle apostando a un plan de renovación económica (Plan de Constantina) de la naciente V República, que se asimilaba más a la estrategia británica, y los ultranacionalistas-colonialistas de la Organización del Ejército Secreto (OAS) desafíandolo política y militarmente, en Argelia y en Francia.(6)
Portugal optó por combatir los movimientos de liberación en Angola, Mozambique y Guinea-Bissau, pero fue derrotada en 1974 y 1975. Y además, desde 1973 se venía gestando un movimiento clandestino dentro del Ejército conocido como el Movimento das Forças Armadas, cuya acción rápidamente se politizó -debido principalmente al empantanamiento de la guerra colonial- y dió lugar a lo que conocemos como “revolución de los claveles”, para recuperar la democracia en el país lusitano, ausente desde 1925.
España también sufrió la determinación en la naturaleza de sus cambios internos, por más que junto a Portugal hayan sido los regímenes más débiles durante la etapa del reparto colonial del último tercio del siglo XIX, y la muerte de Franco -con el franquismo agonizando desde principios del 70’- coincidió con la “marcha verde”: 300.000 civiles marroquíes desarmados reivindicando la soberanía del Sahara español(7). El ejercito español no pudo ni atacar ni detener la marcha, dando lugar a los Acuerdos de Madrid de 1975, en los que España cedió la soberanía de sus territorios a Marruecos y Mauritania.
Bélgica, por su parte, abandonó sus posesiones coloniales en un repliegue poco ordenado que terminó por dejar el Congo y los territorios de Ruanda y Burundi sumidos en el caos.
La Organización de la Unidad Africana
Ya desde 1900, la I Conferencia Panafricana planteó la necesidad de una solidaridad con los Oprimidos Negros en África, América, el Imperio Británico y otras partes del mundo. En África, pero sobre todo en América, fue germinando la idea de la solidaridad entre los pueblos negros de ambos lados del océano, y ya para 1945 el protagonismo pasó a ser claramente africano.
El panafricanismo, en pleno auge de las independencias, encontró en el socialismo su inspiración esencial. En el socialismo real encontró un aliado para intentar resolver los problemas materiales resultantes de buscar un camino independiente de las potencias y sus multinacionales extractoras de minerales, pero su inspiración se atrevió a la búsqueda de un socialismo “autóctono”, al decir de Nyerere: “In a socialist society it is the socialist attitude of mind, and not the rigid adherence to a standard political pattern, which is needed to ensure that the people care for each other’s welfare”(8). Palabras más, palabras menos, más que buscar el socialismo en patrones de una política estándar, buscarlo en la actitud de siempre asegurar el cuidado de los demás: UJAMAA.
Se trataba de una estrategia política, además de un valor o un principio, Nkrumah sostenía: “Se está volviendo axiomático, el poder colonial no se retira por su propia voluntad del control político de ninguna tierra. Antes de irse dedican sus mayores esfuerzos para crear divisiones y rivalidades con la esperanza de poder explotarlas una vez que se hayan ido.”(9) Era necesario contestarle al ‘divide y reinarás’ con acciones de unidad, entre las personas pero más, entre los países.
La necesidad de unir a los africanos y presentar el esfuerzo de dicha unión en el concierto internacional, además -y principalmente- de verlo en términos de soberanía, también era una oportunidad de presentar una nueva fuerza, una nueva manera de ver las cosas, distintas a las de Oriente y Occidente. Que incluso pudiera ser una alternativa para la clase trabajadora mundial, además de para la renaciente África.
Para ese entonces, con el enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas de fondo, las nuevas naciones ya habían parido lo que Alfred Sauvy denominó como “Tercer Mundo”: naciones y países defendiendo la existencia de la neutralidad. Un movimiento que tuvo como principales protagonistas a la Yugoslavia de Tito y a la India de Nehru; y -por supuesto- al Egipto de Nasser, que declaró en un importante discurso a la Asamblea Nacional, en momentos que estaba en auge la cooperación con los países socialistas: “No dijimos jamás que nuestro socialismo fuese marxista, o que hayamos renegado de la religión.”(10)
Aún hoy, sin un estricto dualismo presente, resulta difícil -y erróneo- interpretar procesos ajenos a nuestra realidad cotidiana, ajenos a los marcos interpretativos que se nos inculca o que consumimos. ¿Cómo entender a un martiniqués negro como Fanon peleando entre musulmanes blancos por la rebelión argelina? Con sus palabras “La descolonización, como se sabe, es un proceso histórico: es decir, que no puede ser comprendida, que no resulta inteligible, traslúcida a sí misma, sino en la medida exacta en que se discierne el movimiento historizante que le da forma y contenido.”(11) ¿Cómo entender a un capitán militar como Sankara, en el continente que con más salvajismo se ha ejercido la dominación capitalista y enseguida de terminar con el predominio de la ex-potencia colonial francesa del Alto Volta renombrado Burkina Faso(12), plantear la liberación de la mujer como una exigencia? También con sus palabras: “La condición de la mujer rebasa las entidades económicas y confiere un carácter singular a la opresión que sufre. Esta singularidad impide establecer equivalencias que nos llevarían a simplificaciones fáciles e infantiles. En la explotación, la mujer y el obrero están reducidos al silencio. Pero en el sistema capitalista, la mujer del obrero debe guardar silencio ante su marido obrero.”(13)
La batalla de un no violento
Lumumba, hijo de campesinos, pasa a formar parte de una capa social conocida como los “evolucionados”, auxiliares indispensables de las grandes compañías, cuando a los 18 años comienza a trabajar en la Compañía minera Symaf. Es decir, formaba parte de los estratos superiores de la clase media, el nivel más alto al que podía aspirar un indígena congoleño.
En el momento en que despierta a la conciencia nacional, muchas organizaciones nacionalistas congoleñas ya llevaban años de lucha y formación en un marco regional, como el Partido de la Solidaridad Africana (PSA), el Centro de Reagrupamiento Africano (CEREA) o el propio Asociación de los Bakongo (ABAKO) del líder Joseph Kasa-Vubu(14)
En 1958, y con Lumumba como principal impulsor, se crea el Movimiento Nacionalista Congoleño (MNC) que se declara como un movimiento “no violento” pero con el firme objetivo de lograr la independencia del Congo. Con esa vocación de “tranquilidad” logró captar la atención del campesinado, de donde provenía, pero también de los belgas. Entendiendo que el único medio para enfrentarse a una Administración que dividía para reinar, era suprimir las divisiones que ella había creado, acabar con el tribalismo, con el provincialismo, con los conflictos artificiales y compartimentos estancos que la Administración mantenía.(15)
Esa vocación de unidad también la pensó en términos continentales. En un discurso pronunciado en presencia del rey Balduino I, Lumumba proclamó que la independencia del país daría paso a la liberación del continente africano. Fue esa virtud que atrajo a los belgas la que también los asustó, al igual que al resto de las potencias.
El panafricanismo de Lumumba le valió algunos de sus más temibles adversarios, los blancos de Rodhesia, del África del Sur y, de manera más solapada, los conservadores ingleses.
Aunque los militares belgas apoyaban a Moisés Tshombe, partidario de la secesión de la provincia de Katanga, fue la CIA atrás de Joseph Désiré Mobutu quien organizó el golpe de Estado que torturaría hasta la muerte a Patrice Lumumba e instalaría un gobierno autoritario, violento y cleptócrata, que arruinó la economía de la naciente república y cuyas consecuencias -guerras civiles y continentales mediante- persisten hasta el día de hoy.
NOTAS
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Zitarrosa, Alfredo. Fragmento de “Romance para un negro milonguero”
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Puede admitirse que Cuba se sacudió la tutela colonial norteamericana, contraviniendo las pautas de la política de seguridad nacional norteamericana para el área del Caribe.
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Trías, Vivián. La crisis del imperio. Ediciones de la Banda Oriental; Montevideo; 1989; Pág. 16
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López Heredia, Goretti. El poscolonialismo de expresión francesa y portuguesa: la ideología de la diferencia en la creación y la traducción literarias. Departamento de Humanidades, Universidad Pompeu Fabra; Barcelona; 2004; Pág. 39.
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Marruecos, Sudán Túnez (1956); Ghana (1957); Guinea (1958); Senegal, Mauritania, Mali, Alto Volta, Níger, Nigeria, Camerún, Chad, República Centroafricana, Gabón, Congo, Zaire, Somalía, Madagascar, Costa de Marfil, Togo, Benin (1960); Sierra Leona y Tanganica (1961); Argelia, Ruanda, Burundi, Uganda (1962); Kenia (1963); Tanzania, Zambia y Malawi (1964); Lesotho y Botswana (1966)
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Huguet, Montserrat. El proceso de descolonización y los nuevos protagonistas; en Aróstegui, Julio (et alter). El mundo contemporáneo: historia y problemas. Barcelona; Crítica; 2001; Pág. 731
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Proceso que, a su vez, encierra otro conflicto: el del rey Hasán II de Marruecos con el movimiento nacionalista saharaui, defendido por el Frente Polisario y con el objetivo de constituirse como un Estado independiente.
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Nyerere, Julius. UJAMAA. Essays on Socialism. Oxford University Press; New York; 1968; Pág. 1
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Nkrumah, Kwame. África debe unirse. Edicions Bellaterra; Barcelona; 2010; Pág. 57
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Moreira, Neiva. El Nasserismo y la revolución del Tercer Mundo. Ediciones de la Banda Oriental; Montevideo; 1970; Pág. 163-164
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Fanon, Frantz. Los condenados de la tierra. Fondo de Cultura Económica; México D.F.; 1963; Pág. 17.
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En lengua mossi y diula (lenguas regionales compartidas con Ghana, Costa de Marfil, Malí y Togo): “Patria de los hombres íntegros”
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Sankara, Thomas. La liberación de la mujer: una exigencia para el futuro. Discurso pronunciado el 8 de marzo de 1987; extraído de https://www.marxists.org/espanol/sankara/1987/marzo08.htm
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Quien después se aliaría con Mobutu para matar a Lumumba, y terminaría siendo derrocado en 1965 por el propio Mobutu.
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Sartre, Jean-Paul. Situaciones, V: Colonialismo y neocolonialismo. Gallimard; París; 1964; Pág. 63
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