Terminando enero se van consolidando los lineamientos económicos del actual gobierno: aumento de tarifas, recortes salariales y mayor carga impositiva. En definitiva, un ajuste fiscal que sólo recorta en salarios, pasividades y en los eslabones más débiles del comercio y la producción.
En el peor momento de la pandemia en Uruguay (esperemos que sea el peor), se cambia la fórmula que determina el IRPF, se aumenta el IMESI, sumado a esto los dos aumentos de las tarifas básicas, el aumento del IVA, y por si fuera poco los salarios se ajustaron por debajo de la inflación (es decir bajan). Con esta ecuación de ajuste ¿cuánto baja la capacidad de compra para un hogar sin capacidad de ahorro?
Todo esto, sin mencionar el desempleo y el notorio aumento de la informalidad.
Nada nuevo hasta aquí. Se señaló por parte de la oposición durante todo el 2020 cuáles son las prioridades del NeoHerrerismo, incluso se le ha solicitado un impasse al programa del ajuste, una tregua para los trabajadores y comercios que sufren la pandemia, ya sea en comercio o turismo sin siquiera tener la posibilidad de discutirlo.
Nada de lo mencionado resulta llamativo, ni parece que vaya a cambiar en los próximos años. Así que, el gobierno recurre una vez más a las campañas de humo coloreado. Es importante en este contexto, no perder de vista la agenda de las dificultades cotidianas de la mayoría de los uruguayos y uruguayas. Otra vez tratan instalar distracciones en la agenda pública. Pero algo cambia, la desprolijidad, apresuramiento y hasta ineficacia de estas campañas son debido a que la cosa se está complicando. El sentido común ya no “come” fácilmente de un gobierno que empieza a tener dificultades internas. Mientras avanzan en su programa de ajuste, la vida de los uruguayos y uruguayas se deteriora y el “redondeo” de todo esto es la bajada en las encuestas.
Desde diversos lugares se opta por ocultar el descontento que empieza a generalizarse en la población, marcado por la pérdida de salario y en otro casos la pérdida del trabajo. Los medios oficialistas prefieren evitar estos temas y apelar a la vieja y confiable del pasado reciente, o los senadores más “coloridos” expertos en polémicas a expresarse “sin bozal” sobre temas que no manejan, o centrar la polémica en coberturas de playas, mítines, y un montón de realidades que no vivimos.
Parece que ahí está la clave para adivinar el devenir de este año: una disputa cerrada entre la agencia de publicidad y su mundo de fantasías, y el país de quienes trabajan y los recortes permanentes. La sociedad tendrá que optar a cual le presta sus energías y su atención.
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