Sergio Schvarz
Hablar de Michel Croz Martins, hombre de cultura del norte del país, en la confluencia de las ciudades de Rivera y Santana do Livramento (Riveramento), es hablar de las varias facetas que componen su vida artística. Hombre de teatro, sobre todo, tanto desde la creación autoral, puesta en escena y dirección como en la función actoral, Michel Croz es, además, poeta, cronista, ensayista, docente de Expresión Corporal y Teatro de bachillerato artístico en Liceo 1 y 7 de Rivera. Además, escribe en varios medios periodísticos, locales y nacionales, y también medios digitales.
Egresado de Teatro Uno y de la EMAD (Escuela Municipal “Margarita Xirgú” de Arte Dramático) de Montevideo, trabajó en Río de Janeiro con el grupo de Augusto Boal en el Centro de Investigaciones del Teatro del Oprimido. En Porto Alegre dirigió a un grupo de estudiantes de Letras de la Universidade Federal de Río Grande do Sul, actuando en barrios periféricos de la ciudad.
Ha publicado varios libros donde se conjuga la poesía con citas, reflexiones y otros textos, entre ellos: Diario de un naufragio, XXVIIVertical, Penumbra/ niebla/ merde/ abismo, Cerrada & Salida (oscuro y en llamas); US Fío (un excelente ejercicio original, en base a consignas de escritura que le fueron dadas por la docente, actriz y dramaturga Estela Golovchenko, sobre los hijos), Crónicas de los días y las noches, y una serie de obras de teatro: Katastrophé, Los Colores del Arco Iris, Maestras en dictadura, Despertá Raimundo!, Carne – Teatro Antropofágico, Tartufo PosTragiComedia, Eu Passarinho!”, Guerra a la Guerra – Ceremonia por la Paz, EdipoMachine – Tragedia Posmoderna, Paz NO War, Con-cierto Carlos, La Luna del Poeta – Encuentro con Olyntho Ma. Simoes, Mujeres X Mujeres, “¡Desaforo! Comedia Popular Fronteriza, Borges, el otro, En Familia, Navegar é Preciso.
Su última obra, Panela & palabras, en colaboración junto a su compañera, Verónica Loss, es un canto de amor a la cocina y bastante original, por cierto.
Actualmente dirige el Grupo “Taller Teatro Independiente” en la ciudad fronteriza, da clases, escribe poesías y otros textos que van saliendo de la reflexión sobre el comportamiento humano y, sobre todo, siendo libre y buscando la justicia y la verdad.
S.S.C. “Mi infancia tiene olor a sandía y a goyabada”, dijiste (escribiste) alguna vez. ¿Cómo es ser niño en la frontera? ¿Qué experiencias destacarías, en una mirada retrospectiva, en función del teatro y el arte en general?
M.C. Ser niño era ser niño. No creo en un mundo justo, ni en un mundo fraterno. Lucho, y con otros luchamos por eso, para que sea. Hay una tensión entre las pulsiones de Eros y Thanatos a lo largo de la vida de todo y cualquier ser. Y la infancia no es mejor ni peor que esta contemporaneidad adulta que nos toca transitar. No hubo en mi infancia nada cercano a un mundo perfecto, ni justo, ni bueno, ni bello, que recuerde con permanencia. Hubo momentos que recuerdo con alegría, como las que pasaba en Porto Alegre en una casona antigua y señorial a orillas del rio Guaíba. Otros pasados vienen de la cercanía de mi madre-abuela Irma (que era grande y buena como dulcera) alrededor de la cocina y de las panelas de goyabada, del olor que se desprendía de esa alquimia, de la planta que cosechaba Chico mi padre-abuelo (que también era grande y bueno).
S.S.C. El teatro es una de tus mayores pre-ocupaciones, desde el guionado hasta la re-presentación y la dirección. ¿Cuál es la situación actual del teatro en Rivera, siendo que la sociedad riverense es bastante conservadora tanto en lo político-social como en lo cultural? ¿Y en Santana do Livramento?
M.C. Trabajamos todo el proceso de una forma artesanal y siempre amador (en el sentido de la pasión que le ponemos y no de la técnica profesional con la cual la abordamos): Nuestro grupo Taller Teatro Independiente – Riveramento, surgió con la intención de hacerse en el camino, como un teatro nómada en una frontera porosa y multicultural. Aprendiendo y desaprendiendo. Accionando sobre lo social desde la praxis local. Reflejando. Lo del “espejo” al que se refería Shakespeare. Y caminando al andar. Sin burocratizar el teatro. Nunca oficiando de sacerdotes de lo neutro, de las “bellas artes”, del neoliberalismo, o de lo “mismo de siempre”. De lo viejo y repetido y en serie, no. Lo “serio” nunca nos pareció.
Nuestro norte (que es nuestro sur como enseñaba Torres García) es el trabajo artesanal y orgánico. La artesanía de la palabra y la acción dentro de un espacio escénico improvisado y muchas veces imprevisto. Sea donde sea, siempre intentando ser. Mejor si no es en un espacio “sagrado”. Mejor si no es en una sala teatral (Dionisio igual estaba). Mejor si es en plazas, veredas, boliches, casas, calles, salones parroquiales o centros barriales. Mejor si es con el movimiento de mujeres, con organizaciones sociales, con un grupo que luchaba contra la discriminación sexual.
Mejor si es con “meninos de rúa”, con ciegos, con esquizofrénicos, con reclusos/as de la Cárcel, o con la Comisión Binacional por la Paz y contra la Guerra de Irak. O en un 1° de Mayo con los trabajadores.
Pero mejor, muchísimo mejor, si se nos ocurría, ¡así!, de golpe y porrazo. Un golpe de poesía en la golpeada vida de las prostitutas de Plaza Internacional, en el Día Internacional de la Mujer (por ejemplo).
Peter Brook decía que se puede tomar cualquier espacio vacío y llamarlo escenario desnudo. Un hombre caminando por un espacio vacío, mientras otro hombre lo observa: y eso es un acto teatral.
Sin embargo, cuando hablamos de teatro no nos referimos a eso: el sentido común y nuestra “cultura” dice otra cosa. Dice de arquitectura, (aplausos), telones azules, (aplausos), escenario con luces, cambios de decorados, (aplausos), verso libre, risas, (aplausos), oscuridad, banda sonora, butacas con bisagra, (aplausos) rentabilidad (aplausos), comodidad.
Lo nuestro busca incomodar. Desacomodar. Probar y reprobar. Errar. Integrar, por ensayo y error, como un paso de danza. Volar, ¿por qué no? Y también re-crear. El teatro como ocio, no como neg-ocio. Sin respuestas prefabricadas. Con muchas preguntas y algunas convicciones, la primera: experimentar.
Si es con poesía mejor (“no andes errante y busca tu destino / ¡dejadme! / ya vendrá un viento fuerte / que me lleve a mi sitio” – León Felipe). Con la poética del cuerpo y del alma. Con la voz habitada. Con el gesto sencillo y sorprendente. Poetizando el cotidiano. Con el arte de la provocación apasionada.
S.S.C. ¿Hay espacio para el teatro popular en Riveramento? ¿El teatro debe ser político?
M.C. Siempre hay. No siempre se da. No hay teatro con una función social (lo social debe ser político, lo político a veces se enfrenta a lo social, como en el caso de los movimientos sociales, – para esta afirmación me baso en los pensadores anarquistas o anti estado como Ibsen dramaturgo noruego del S XIX, y en la corriente de “política social”, como una de las vertientes inspiradoras de la Comunidad del Sur (hoy Nordan en Suecia y Montevideo). Aconsejo leer “La sociedad contra la política”, antología de textos que refieren a “lo que hoy se llama política y que no es más que una técnica de organización estatal.” Aunque “…la política no se agota en esta función, sino que su ámbito ha coincidido casi siempre con el ámbito local (la polis). Es justamente en el conflicto pasado entre ciudad (entendida como comunidad) y Estado donde se pueden encontrar las señales para una reconstrucción de la política social.”) como norte en este norte árido y conservador: en este tiempo todo debe ser resistencia y re-existencia. Como en este, uno de mis últimos poemas:
“resistir no será resignarse
resistir no será resignarse / la lucha será larga intensa gris / (aunque de a ratos pudiera ser vivamente azul) / resistir será insistir / resistir en tanto colocar / calcar / dibujar de nuevo / el paisaje / la mirada / recuperar el pasado / tensar el futuro / habitar la ausencia / la infamia / volverse sobre la huella / descubriendo la forma ausente del zapato / y por dentro / el pie danzante / marcando ritmo y baile / resistir a la patada / del adversario / en el suelo / volver desde el piso / verticalizado / desde abajo / pisando firme / enraizado / gracias al arco plantar del pie tensado / disparar la flecha / apuntada arriba (la flecha no canta:: canta el espacio:: cortado:: hacia el centro:: del blanco) / al peucédano y su corte / de impecables / resistir a la ignorancia de los altares / del pie alienado en bota / coturno / desfilando marcial / hacia la casa / como un cuartel / castrado / por la cruz y la espada / el pie resiste / insiste/ debe seguir sendero / avanzar por entre la mariamol / el pie con alas / suspendido entre el abismo y la barbarie / desapropiado / salido de lo propio / hoy será todavía y siempre / resistir será / atragantarse de esperanza / permanecer / rincón / espacio tomado / para seguir / siendo uno / siendo el otro / el nosotros / por eso resisto a volverme bárbaro / soy extranjero en mi tierra / en mi aldea / soy minoría / mayor / gran minoría soy / porque me re-conozco resisto / no me exilio / no me desmatrio / no me desanimo / el alma es contenido y continente / descontrolado / porque el control normaliza / la mayoría / la mayoría no siempre tiene razón / la mayoría no nos hará libres / la mayoría nunca será verdad / la verdad jamás nos hará libres / tal vez cuando la verdad sea / un poema o una canción / la verdad saldrá a pasear por las calles / saldrá de los rincones arañados / de las bibliotecas amarillas / de los solitarios sótanos / de los hogares sin hogueras / del aula carente de océanos / por las calles la libertad nos hará / lo mejor que tenemos / permitirá elegir / la dirección del pie / insistente en resistir allí / en el borde / donde el borde es frontera / noche que augura el alba / elegir la dirección / desde donde dirigir el pie / que se mueva / pie por pie / im(pie)rtinente / habremos de ser impacientes / la paciencia es lugar de la manada / atacaremos con cuernos de palabras / cuernos de imágenes / cuernos de teatro / cuernos de poesía / cuernos de arte / vacas profanas / caetanos/ chicos / policromos y musicales.”
S.S.C. Los libros tuyos donde hay poesía son experimentales, muchas veces “libros- objetos”, a la manera de “collages”, donde la poesía se da la mano con aforismos, pensamientos, citas y glosas. Y abarcan temas como el amor, con una apelación sexual permanente, o bien inquietudes políticas o sociales, tomando partido por los pobres, por los oprimidos, y contra la violencia de género en particular.
M.C. Me parece muy oportuna tu reflexión. Es cierto que lo experimental siempre me ganó. Desde mis primeras lecturas de los “beatnik” cuando estaba estudiando en Montevideo. Mis otras “confluencias” (más que influencias) caminaron con la poesia experimental de Paulo Leminski o de los modernistas paulistas como Oswald de Andrade y su Manifiesto Antropofágico. En tiempos de vanguardias europeas y latinoamericanas muy potentes. En este sentido a partir de las clases con el Bebe Cerminara y Alberto Restuccia, fue donde me encontré con un teatro performático y experimental calcado en la poética de Artaud, que me fascinó (el primer espectáculo de Teatro Uno fue un recital de poesía de Restuccia, Cerminara y Freccero, dirigido por Graciela Figueroa en 1961).
S.S.C. En cuanto a la manera de componer —crear— su poesía, y a su poiesis en general: ¿“La forma es el contenido que sube a la superficie”, como dice Víctor Hugo en Los Miserables?
M.C. Creo en la transpiración y en un “toque” de inspiración (algo así como una especie de pequeña epifanía, o de asombro filosófico). En ese sentido, comparto con Mario Quintana (poeta portoalegrense) que “la poesía no se entrega a quien la define”. La forma y el contenido interactúan, se completan y se enamoran. Hay una relación (no digo nada nuevo) erótica entre las palabras y el lenguaje. Fondo y forma. Espíritu y materia. Es, verdaderamente, un acto de pasión (que orilla la violencia sadomasoquista) entre poeta y poiesis (entre creador y creatura). Por eso cito en mi libro “penumbra / niebla / merda / abismo”, la genial frase de Víctor Hugo.
S.S.C. Hay un portuñol de un lado y del otro de la frontera donde, al hablarlo y también al escribirlo, por reflejo, predomina la lengua nacional con palabras salpicadas en la otra lengua, a diferencia, por ejemplo, de Fabián Severo, que trata de hacer un solo dialecto común (dices que es un mal hablado portuñol el de Severo, como si fuera su propio y personal portuñol y no el que habla la gente de frontera). En tu caso, la predominancia es el español (el castellano), aunque a veces mixturado con palabras en portugués.
M.C. El portuñol es una lengua de los afectos, y en tanto lenguaje, es por ella afectada. Es propio de la mistura de las lenguas estándares con particularidades, gracias al contacto entre los hablantes. Pero es eso: un dialecto propio de la oralidad, que no tiene gramática, ni diccionario, y es en esa libertad, fuente de seducción literaria. Entonces, por lo dicho antes: no hay un solo portuñol (DPU), hay tantos cuantos lo sepan hablar. Aunque se podría decir de ciertas recurrencias lingüísticas barriales, regionales, de ciertas ciudades de frontera. Fabian Severo hace poesía, y de la buena, con “su” portuñol aprendido y transformado en literatura. El aciago día que la academia determine que es el portuñol y que no es, y se estructure como un dialecto con ciertas formalidades de gramática y ortografía, ese día marcará el divorcio definitivo entre la cultura popular y la de la academia.
En el libro Cerrado & sin salida (oscuro y en llamas) intento una especie de (in)definición sobre el portuñol. Y digo: “Dialecto fronterizo, por lo tanto, poroso, sincrónico, polisémico y polifónico. Lenguaje de los afectos, de la proximidad, de la subjetividad familiar; del cotidiano barrial, barro desde el cual se levanta el “bagazo” fronterizo para ganarse el pan, la cachaça y los ticholos; lenguaje maternal”.
S.S.C. ¿Cuál es su concepto de frontera? ¿La que hay entre Santana do Livramento y Rivera, es una frontera de la paz?
M.C. Jamás será de la paz (de esa paz paciente). Los maravillosos poetas que nos antecedieron atisbaban algo de eso, principalmente Olyntho Maria Simoes, en su poemario “A la Sombra de los Plátanos”. Frontera de la Paz. Eso queda bien como slogan marquetinero. Siempre será de “la guerra”, de las guerrillas cotidianas, de la oposición y el conflicto. Con momentos de armonía. La paz de los cementerios no puede ser criterio para entender una ciudad que es bifronte como el dios Jano, una ciudad con una diversidad cultural riquísima. No creo en la dulzura de los encuentros pasteurizados. Entiendo a nuestra ciudad en su vertiente esquizo, de dualidad y “corazón dividido, o partido” (como en la etimología de la palabra “esquizofrenia”). Hay un poema mío que le gusta mucho a Raphael Ficher y que ya lo ha trabajado en sus talleres literarios: “Esquizocontrapoema” (del libro Remington UNDER), allí escribo:
“Vivo en una ciudad-esquizo / que son dos que son una / que para esconder lo podrido / abusa del agua de colonia hugo boss/ carteleria fashion (…) Vivo en una ciudad que amo, que odio / que detesto que sueño / paraísos lleno de paraísos y / cerros y pandorgas y mariamoles / y el infierno tan temido de mis enemigos / (que son lo mejor que tengo).”
S.S.C. Además de tu actividad relacionada al teatro, a la crónica periodística y a la poesía, también está tu actividad como profesor de secundaria. ¿Cómo ha sido este último año, con las medidas santarias —y otras, como la virtualidad— que ha provocado esta pandemia?
M.C. Complicado, complejo. Nuestra asignatura necesita del cuerpo del estudiante para generar presencia escénica. La virtualidad con sus múltiples pantallas recortan a los muchachos/as, hay una pérdida del vínculo construido desde la pedagogía.
De todas maneras, se trata de ponernos a imaginar estrategias para que la comunicación no se corte. Es desafiante. En los hechos el país y el sistema educativo no está preparado para tanta gente en la virtualidad.
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