Finalizamos la editorial de la semana pasada que «si a las dificultades que tenemos como país les sumamos procedimientos desde el Estado oscuros e inmorales en nombre de una mayoría democrática que se tiene circunstancialmente, pues bien, entonces… hay resistencia…
Pero debemos tener en cuenta las cuestiones de fondo y el daño real al país, que ocasionan los gobiernos con políticas económicas neoliberales.
La resistencia la conocemos, no de hoy, sino de siglos, también de la historia reciente, a la dictadura por ejemplo, en cada 20 de mayo cuando hacemos presentes con memoria a los compañeros detenido/as desaparecido/as y seguimos reclamando por verdad y justicia, la resistencia a la entrega de las empresas públicas en pleno auge neoliberal en AL en los ´90, hoy juntar firmas que habiliten un referéndum para discutir sobre 135 art de la LUC, el acompañamiento en las ollas populares (y así podemos seguir con las resistencias que cada sindicato y organización llevan a cabo en lo cotidiano en defensa del salario, la estabilidad laboral, o por presupuestos)
Pero atenti! Porque al conglomerado político – económico que ocupa la dirección del Estado uruguayo, no le importa nada. Puede traer a escena temas que incluso dividen aguas en su propia coalición de partidos. Pero no le importa… su objetivo es utilizar las herramientas del Estado como plataforma para sus negocios particulares y de sus socios.
El objetivo que no pierden de vista son los grandes negociados que implican esa transferencia a través de la inflación, la caída en el poder de compra, el deterioro de las empresas nacionales en pos de beneficiar a empresas privadas, las suba de tarifas que en definitiva son acciones económicas profundamente delictivas y deshonestas de los miembros de la gestión.
Sin embargo, la imposición del sentido común desde los medios masivos de comunicación hace carne en buena parte de la sociedad (que incluso vale decir, desde la izquierda y el progresismo reproducimos y ayudamos a difundir aunque nos paremos desde la vereda de enfrente) … el Presidente de la República y sus adláteres se llenan la boca con la ética, la honradez y las buenas prácticas republicanas que en realidad no les importa para nada. Entender al neo herrerismo (o como dice un periodista amigo el herrerismo 5 g) es saber que no tiene ningún código de ética y buenas prácticas del funcionario público, entre cejas y ceja, sólo tienen el objetivo central del enriquecimiento y fortalecimiento en las esferas de poder real de su equipo y sus socios.
Lo que decimos, acá, puede no ser fácil de plantear, porque la cruda realidad, que se nos impone, es que el gobierno uruguayo no tiene el menor empacho en ceder soberanía en los puertos, los ríos, el mar, en las telecomunicaciones, para beneficiar los negocios de sus miembros y asociados. Por ahí, va!
Cualquier oriental podría decir –razonablemente- bueno el gobierno le “estará errando, pero ¿porqué van a querer que a todo el país le vaya mal? ¡Si son el gobierno!”.
Hemos escuchado, denuncias que hablan del “plan de la derecha contra la educación pública, contra la salud pública, la ciencia, contra los planes de asistencia social”. Hay quienes entendemos que ése, no es el plan en sí mismo, sino que el gobierno considera que todo es “gasto” porque ese dinero debería ser reconducido hacia las empresas fugadoras de divisas o las empresas que asisten a la fuga con triangulaciones desde otros países y empresas afines.
Tenemos delante nuestro el rostro duro, con las pupilas dilatadas de los accionistas del capital financiero. La mayor y más rápida rentabilidad a toda costa.
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