Ania Terrero
Mercedes sufre a diario la escasez de medicamentos. Daysi ya no puede recibir apoyo económico de su hijo en los Estados Unidos. Dayana no siempre encuentra los alimentos específicos para su dieta como celiaca. Dayanis cuenta las afectaciones al rendimiento de las posturas en su trabajo como agricultora.
María Guadalupe Guzmán, directiva del Instituto Pedro Kourí, asegura que, de no existir el bloqueo de los Estados Unidos, el centro habría realizado cuatro proyectos colaborativos de investigación en el campo de las arbovirosis. Marta Deus, emprendedora, está segura de que limitar las remesas es limitar el crecimiento del sector privado. Berta Lidia Castro, presidenta de la Sociedad Cubana de Pediatría, relata cómo se complicó la atención a infantes en los últimos meses, pues no siempre contaron con los tratamiento más efectivos o menos dolorosos. Dagmar García, directora de Investigaciones del Instituto Finlay de Vacunas, lista los obstáculos para diseñar candidatos vacunales contra la COVID-19 cuando se sufren restricciones de reactivos e insumos.
Los testimonios de estas cubanas forman parte del informe Derecho a vivir sin bloqueo, presentado al cierre de este mayo en La Habana por Oxfam, un movimiento global formado por personas que trabajan juntas para combatir la desigualdad. Sus historias confirman los múltiples y diferenciados efectos de las sanciones económicas impuestas desde los Estados Unidos en la vida laboral y privada de las mujeres de este archipiélago.
Según la organización no gubernamental, durante los últimos 60 años, las disposiciones unilaterales impuestas desde los vecinos del norte afectaron a los grupos más vulnerables, a sus familias y medios de subsistencia; obstaculizaron el desarrollo de capacidades y de proyectos propios y limitaron el avance hacia una sociedad más justa e inclusiva.
El informe refiere los impactos de la política estadounidense en la exportación de servicios de salud, el turismo, el envío de remesas, los vínculos familiares, el sector no estatal y en áreas con una elevada presencia de mujeres, como la salud, la educación y la biotecnología. A partir de ahí, presenta evidencias sobre las pérdidas ocasionadas a la sociedad cubana por esa política y confirma el recrudecimiento de la misma durante la Administración Trump, incluso en tiempos de pandemia.
“Los daños reales producidos por los vaivenes de la política norteamericana violentan los derechos de la ciudadanía cubana, obstaculizan el desarrollo local en las esferas económica, social y ambiental. Entorpecen el acceso a medicamentos para tratamientos específicos y a insumos para la producción de pruebas que permiten el diagnóstico de la COVID-19 o a equipamientos y materiales para la producción de las vacunas cubanas y su aplicación”, apunta el texto.
Si tenemos en cuenta que el 78% de las niñas y mujeres en Cuba nacieron bajo el bloqueo de Washington a La Habana, los relatos y datos recogidos resultan aún más impactantes
El cerco norteamericano -apunta el estudio- perjudica a las cubanas en el ámbito privado, en el cual ellas suelen llevar el mayor peso cuando de la reproducción y la sostenibilidad de la vida cotidiana se trata. Pero también en la esfera pública, al no encontrar respuesta a sus demandas. En esencia limita sus posibilidades de ejercer y disfrutar sus derechos, en tanto desconoce las necesidades diferenciadas, oportunidades y autonomía de ellas.
Por un lado, las dificultades, carencias y obstáculos que se derivan del bloqueo inciden en que la mayoría de las cubanas estén aún más sobrecargadas dentro del hogar. Por otro, son una constante en espacios laborales y privados, lo que provoca un factor de estrés permanente.
“En Cuba, a partir de las incidencias de la administración Trump, pero también a nivel global a raíz de la pandemia, muchas mujeres vieron afectados sus medios de vida: perdieron ingresos, sufrieron la privación de necesidades básicas, volviéndose aún más dependientes de sus pares hombres”, explicó a Cubadebate Elena Gentili, directora de Oxfam en Cuba
Durante el último año, además, fueron ellas quienes más se encargaron de la higienización de los hogares y centros laborales, así como del trabajo doméstico y las labores de cuidado. “La creciente pérdida de autonomías económicas las expone a condiciones de dependencia y por ende a situaciones de mayores riesgos ante diferentes expresiones de violencia, relaciones abusivas, insatisfacción familiar, personal… Mientras, aquellas que continuaron laborando en modalidad de teletrabajo, se vieron sobrecargadas”.
Gentili insistió en que las cubanas tienen el derecho a realizar sus sueños y disfrutar de sus derechos sin la presión que las medidas coercitivas impuestas por los Estados Unidos añaden.
“¿Cuán resiliente deber ser una mujer que trabaja en el sector de la salud o en la asistencia social hoy en día? ¿Cuán resilientes deben ser para mantener calidad de trabajo, concentración y profesionalidad, al mismo tiempo que aseguran la sostenibilidad de sus hogares, la atención y cuidados de niños y padres? ¿Cuán resilientes las obligan a ser el desabastecimiento y las carencias que hay en el país producto de las restricciones?”.
Sobre el marcado carácter patriarcal de esta política, explicó que está construida a partir de medidas que alimentan la cultura machista y, por tanto, incrementan la brecha de género.
“De manera general, supone un ejercicio desigual del poder. El poder de quien sanciona, de quien define las reglas, de quien castiga y anula oportunidades”, dijo. No solo sustenta las desigualdades preexistentes, sino que sus principios de funcionamiento son comparables a los de una cultura patriarcal».
En ese sentido, una de las conclusiones fundamentales del informe apunta a reconocer los estereotipos preexistentes y sus consecuencias para, a partir de ahí, entender cómo la política estadounidense los alimenta y trabajar en su erradicación. Resulta fundamental cambiar imaginarios, empoderar a las mujeres y promover sus roles de liderazgo transformador.
Las medidas del bloqueo limitan el desarrollo óptimo de la igualdad en las comunidades y sociedades, porque obstaculizan el disfrute de los derechos plenos de las cubanas y lo hacen a partir de la invisibilización de sus necesidades diferenciadas, de sus demandas, que es muy funcional a una cultura patriarcal. Invisibilizar problemas implica no tener que enfrentarlos, asumir la necesidad de un cambio, destaca Gentili.
En última instancia, y es una certeza que se repite más de una vez a lo largo del informe, no es posible conseguir una sociedad justa a menos que mujeres y niñas tengan capacidad de decisión sobre sus vidas. Para lograrlo, es preciso exponer las prácticas que les impiden gozar de sus derechos. El bloqueo, resulta evidente, es una de ellas.
Tomado de Cubadebate
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