Ricardo Pose
Una habilidad que siempre admiré en los relatores radiales de las primeras vueltas ciclistas era su capacidad para “inventar” una crónica de la etapa que no convirtiera en tediosa la trasmisión, a riesgo de un brusco cambio del dial.
Así en una larga y aburrida etapa en el medio de una ruta desolada rumbo a la lejana capital de Tacuarembó, debían decorarla con las capacidades físicas y de estratega de quien intentaba liderar la punta del pelotón.
Los oyentes escuchaban maravillados las capacidades de aquel atleta del pedal que convertía su chiva en vigoroso corcel, pedaleando y pedaleando por empinadisimos repechos dejando el pelotón detrás, cuando en realidad, el corredor iba mansamente en su bicicleta mascando una banana para reponer fuerzas mientras parloteaba con sus compañeros de equipo.
Algo de esto, de esta ficticia realidad narrada desde los medios, e incluso actualmente desde las redes, tiene la política desde hace bastante tiempo.
El Frente Amplio aún durante el gobierno tenía mucho de esta realidad dual, de una fuerza política que iba a una velocidad desde lo institucional y a otra muchísima mas lenta en los barrios.
La vida de los comités de base en el territorio tenia mucho del relator de ciclismo; los pocos comités que se lograban mantener abiertos no eran la referencia para la izquierda en el territorio, salvo para las elecciones.
Actualizando el panorama y volviendo al ejemplo usado, la disputa politica centrada en la gestión de la pandemia tiene mucho del mismo relato.
En ese sentido hay que reconocer la capacidad del gobierno de lograr que los medios de comunicación masivos del país, repitan el relato ciclista de la voz de las rutas de América.
La realidad de escaso relato en las portadas de noticias, habla de una pasiva rebeldía que busca sus formas de expresión y organización en general al margen de las clásicas estructuras del movimiento popular.
Los asentamientos son la expresión alternativa del movimiento cooperativo de vivienda, la organización de ollas populares superan en cantidad a las organizadas desde organizaciones políticas o sindicales y manifestaciones y concentraciones son convocadas desde las redes en general bajo un nuevo “sello”.
Con los cristales de los medios de comunicación, salvo la gravedad del momento por el que atraviesa la pandemia, en Uruguay no pasa nada grave.
Al menos, el movimiento popular uruguayo y la izquierda no parece encontrar los motivos que aún pandemia mediante, encuentran los pueblos en otros países para movilizarse, algunos de ellos además enfrentando duras medidas represivas.
El debate político en torno a reducir la movilidad y subvencionar los ingresos en contra de la libertad responsable, es como el relato épico del ciclista que vence el repecho y deja atrás el pelotón.
Pero lo cierto es que en la carrera real que esta corriendo Uruguay, salvo los “mallas oros” y los punteros de la clase política uruguaya, el resto va en denso pelotón y con cada vez mas rezagados, e incluso por profundas diferencias que se vienen generado, podríamos decir volviendo al relato virtual, que los mallas oros van en formula uno y los punteros en motos de andas cilindradas, mientras los rezagados apenas cuentan con un monopatín.
El relato construido desde antes, durante y luego de los gobiernos progresistas en Uruguay, ha logrado instalar la idea de la “Política como el arte de lo posible”.
No se pudo profundizar en un programa de izquierda porque las “fuerzas daban hasta ahí”, y bajo esa lógica de lo políticamente correcto el debate político se dirime.
Desde un lado y otro se acusa al oponente de generar la grieta en la sociedad uruguaya, como si la grieta no fuera un fenómeno político social de polarización que atraviesa al menos todas las sociedad occidentales. (El ejemplo mas reciente son los candidatos ala presidencia en Perú).
Como en Uruguay posicionarse en el centro aún rinde, surgen varios discursos de causas nacionales, de pedalearla todos juntos, a pesar de que los mallas oros no solo no pierden, sino que elevan sus distancias.
Mientras el Frente Amplio no logre un viraje que lo haga re encontrarse en un cruce de caminos con la izquierda social, seguirá condenando aún sin quererlo, a que el movimiento popular chupe rueda, hasta que en algún momento, este decida su propio ritmo.
Este proceso la izquierda mas histórica y constitucional ya lo vivió.
El programa radical y de izquierda no logró un espacio en el movimiento popular desde los históricos partidos de izquierda y sus distintos ensayos de ingeniera electoral, sino que surgió del Congreso del Pueblo y la CNT.
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