Diego Vitacca
Si algo han demostrado las formas del rechazo de la coalición multicolor al fideicomiso de Canelones, es que no les basta ser gobierno nacional con mayorías absolutas en ambas Cámaras legislativas, tener 16 de 19 intendencias y más de 90 de 125 municipios.
Hemos aprendido cuánto duele al gobierno y sus aliados el departamento que entregaron en ruinas en 2005, y que tras dieciséis años ha logrado caminar y proyectarse, sin dejar de reconocer sus problemas todavía pendientes. Y cuánto les duele y espanta que en cada rincón de Montevideo existan, crezcan y flameen multiplicadas y generación tras generación las banderas, ideas y cultura frenteamplistas. Y de qué manera aún lamentan Salto. ¿Se puede dudar que sueñan con gobernar los 19 departamentos y bastante más de 100 alcaldías? Basta escuchar las palabras inexactas e intelectualmente deshonestas, así como las reacciones desesperadas que han dejado de manifiesto los recientes hechos del fideicomiso.
Alvaro Delgado, principal candidato del Partido Nacional hacia 2024, nos ha dejado con su intervención protagónica una imagen que lo revela de cuerpo entero: mucho más importa el gobernar TODO que el intentar agotar los caminos para mejorar la calidad de vida de los 600 mil ciudadanos canarios.
Fernando Repetto, edil blanco, diría antes de la votación: “nosotros, como partido, a pedido del Secretario Alvaro Delgado, vamos a actuar como partido, como bloque, vamos a tener una posición única, no lo vamos a votar”.
Heber Duque, Partido Colorado, dijo hace algunas horas tras explicar que pensaban votar, por haber sido aceptadas sus propuestas en el campo productivo: “fuimos defendiéndonos con un tenedor, nos presionaron de nuestro partido, hasta llegar al más alto nivel, y quedamos solos, cada vez nos iban atacando con armas más poderosas, en las últimas instancias tuvieron que usar los tanques de guerra, nos defendimos, hasta que nos sacaron el tenedor”. Sabemos por informes de prensa que uno de los tanques fue el del noble Dr. Sanguinetti, tras enconos con otro integrante del Poder Ejecutivo involucrado en el sainete: Adrián Peña, a quien le pagamos el sueldo por ocuparse de nuestro Medio Ambiente pero desde su primer día en el cargo más parece preocupado con la política de bloqueo y armado de estrategias de acción opositora en Canelones. El tiempo dirá si hubo otros tanques provenientes de Plaza Independencia, pero todo indica que sí.
Lo paradójico es que Delgado, pieza clave de este gobierno y considerado hombre de diálogo, es el mismo que tras los dos primeros meses de vacunación negaba que hubiera intenciones políticas tras el hecho que Canelones estuviera hundido en las asignaciones y los departamentos que lo siguieran fueran Salto y Montevideo. Negando enfáticamente cualquier intención, explicaba que “sería miserable condicionar vacunas a signo político”, y daba la sensación de atribuir al Espíritu Santo el relegamiento casual de los departamentos frenteamplistas. Ese hombre que para los incautos asoma generoso, franco, sincero y cristalino, es mano derecha del sillón principal de Torre Ejecutiva y probablemente acabe siendo él mismo candidato final a presidente del Partido Nacional.
Tal ha sido el cúmulo de evidencias que lo ha dejado al descubierto, que un ejército de soldados bien coordinados ha tenido que salir a defenderlo, lo mismo con incertezas, faltas a la verdad que desesperación, y confirmando que el hombre que habla dando vueltas, diciendo poco, pretendiendo simpatía, eludiendo preguntas y jugando con la inteligencia de quienes lo escuchamos, es El Hombre.
Aparecieron primero los argumentos insostenibles de un radical herrerista habitualmente enojado con los éxitos canarios, el Senador Niffouri (en el fideicomiso se incluía una obra ya hecha en San Ramón, o había veinte millones que se pedían para un proyecto que no estaba aprobado, la presentación fue desprolija, había inconsistencias, o no nos escucharon), los cuales ya se han demostrado faltas a la verdad.
Salieron raudamente enviados a dispersar el fuego los intendentes de Rocha y Río Negro, a explicar que el gobierno no había presionado a los ediles de Canelones. Muy bizarro, como se dice ahora. Poca vergüenza y respeto por sí mismos, como se decía antes. Dijeron luego que el problema es que Orsi fracasó. Se había sumado Delgado diciendo que se faltaba a la verdad, respondiendo a Orsi, igual que lo había hecho meses atrás con las distribuciones vacunatorias. Mientras tanto, se ha demostrado que al momento, El Otro Hombre, para la Torre Ejecutiva, es Orsi.
Muchos más soldados, de los que hablan y opinan en las radios que marcan agenda, también han hecho su trabajo, machacando el fracaso de Orsi, a pesar de saber que los votos estaban y el proyecto era serio, abarcaba a los 30 municipios y había sido elaborado en conjunto con las alcaldías sin importar colores políticos. Todo iba encaminado, hasta que aparecieron los tanques.
Para un ciudadano de a pie resulta difícil aceptar la forma en que lo que se habla, discute y resuelve en las cúpulas luego es transmitido a la población, y cómo se niega lo que hasta algunos de los propios han reconocido. Luego recordamos que este año hemos tenido audios de parlamentarios y hasta Ministros que no dijeron lo que dijeron ni hicieron lo que hicieron, brindado versiones exculpatorias inverosímiles: si se niegan los hechos existiendo audios, qué dejamos para las conversaciones de un fideicomiso en que la coalición ha sentido, con hechos, gestos y palabras, que está en juego la vida, que es pretender avanzar hacia el poder total.
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