Desigualdad socio-económica en población indígena del Uruguay

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@mateamargouy

Martín G. Delgado Cultelli

El Uruguay se ha construido como Nación bajo el mito de la inexistencia de pueblos originarios. Sin embargo, el Uruguay es parte de América Latina y tuvo procesos de conformación poblacional similares al del resto del continente. La herencia indígena y las desigualdades estructurales producto de siglos de colonialismo también caracterizan al país. En el presente artículo trataremos de abordar en base a datos demográficos y en base a la genética, cual es la situación socio-demográfica de la población indígena del país.

Si bien las organizaciones indígenas hace años vienen señalando el racismo estructural a los pueblos originarios del país, existen muy pocos estudios desde las Ciencias Sociales que aborden su realidad. Trataremos de hacer el esfuerzo de sistematizar algunas investigaciones al respecto.

El Censo Nacional 2011 fue el primero en utilizar el criterio de la autoadscripción étnico-racial para registrar a las personas, así como la diversidad étnico-racial del país en más de 100 años. El resultado fue que el 5% declaró tener ascendencia indígena (personas que marcaron además de indígena otras ascendencias), lo que equivale a 158.525 personas. Además, el 2,4% declaro que la indígena era su principal ascendencia (solo marcaron indígena o pueden haber marcado más de una, pero se identifican principalmente con esta ascendencia), o sea que 76.127 personas en el país se identifican principalmente con la identidad indígena.

Este nivel de autorreconocimiento indígena es bastante alto para un país que se piensa a sí mismo “sin indios”. Se incrementó con respecto a otros registros estadísticos, como el de la Encuesta Continua de Hogares de 1996 y 2006 (0.4% y 4.5% respectivamente, en la segunda ya con criterio de ascendencia y autoadscrpción). Estas diferencias no solo se deben a metodologías de registro, sino también a la labor de las organizaciones indígenas y otros actores sociales y académicos, que ayudaron a combatir el racismo estructural y los discursos negacionistas.

Sans (2009)1 sostiene que el aporte de ADN nuclear indígena a la totalidad del país sería del 10%, mientras que por ADNmt sería del 34%. Estos datos también varían dependiendo de la región del país, ya que el norte presentaría más alto porcentaje de herencia indígena por vía materna que el sur (62% en Tacuarembó). La discordancia entre auto-reconocimiento y genética se debe a las políticas militares de intento de exterminio y asimilación forzada del siglo XIX, así como a las uniones entre varones europeos y mujeres indígenas (en donde los varones imponen su narrativa identitaria), mestizaje que se dio en épocas lejanas, de allí su no reconocimiento.

La Desigualdad

Por su parte la CEPAL utiliza la cifra de 2,4% para identificar a la población indígena del Uruguay porque refleja el criterio de conciencia étnica (a diferencia del otro que puede interpretarse como un reconocimiento de mestizaje nada más). En su informe “Los Pueblos Indígenas de América Latina- Abya Yala y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sustentable” muestra como en lo relativo al ingreso, la población indígena del país presente en el quintil más bajo es más que la no indígena.

Hay también desigualdad con respecto a los trabajadores con sistema previsional. El porcentaje de indígenas sin sistema previsional es del 31,8% mientras que en los no indígenas es del 24,2%. La desigualdad se sigue repitiendo en el porcentaje de personas indígenas entre 20 y 29 años que tienen terminada la secundaria.

En términos generales el informe de CEPAL muestra que, si se compara a la población indígena de Uruguay con otras del continente está en mejores condiciones socio-económicas, pero si se la compara con la propia población de Uruguay, se observan las brechas.

Estas brechas evidenciadas por la CEPAL están basadas en los resultados del Censo 2011. Sin embargo, el INE prefirió no elaborar un informe temático especifico sobre pueblos indígenas como si lo hizo con los afro-descendientes. En su informe temático sobre Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) sostiene que el 51,3% y el 36.2% de la población afrodescendiente e indígena respectivamente residen en hogares que tienen al menos una NBI (35,6% la amarilla y 31,9% la blanca). “Si se compara a las minorías étnico-raciales respecto de la población blanca, la situación es desfavorable para todas ellas”2.

A esto se le debe sumar que los departamentos con mayor población indígena en proporción a su demografía, son los del norte (Tacuarembó con un 8% y Salto con un 6%). Los departamentos norteños son también los que presentan más altos porcentajes de NBI (Salto con 49,4% y Tacuarembó con 45,2%).

Sans identifica una distribución clara entre aporte genético indígena y la situación socio-económica referido a la asistencia en Salud. La investigadora destaca el peso mayor de la ancestría indígena en ASSE, hecho que estaría relacionado al nivel socioeconómico, diferencia que se observa en todas las regiones, si bien en el norte es menor y no es significativa.

“En Montevideo, así como también en el sur, el aporte indígena de quienes se atienden en ASSE es mayor en relación a quienes lo hacen en IAMC. El aporte biparental indígena fue calculado en 15,4% en los primeros y 9,5% en los segundos, y el materno en 41,2% y 18,5% respectivamente. Esta diferencia se hace a expensas del aporte europeo (51% versus 69,1% para herencia biparental media, y 50,3% versus 74,1% para herencia materna, respectivamente)”3

Efectivamente hay una correlación entre ascendencia indígena y posición socio-económica. Los estudios demográficos nos demuestran las estructuras coloniales que siguen organizando al Uruguay. Aunque muy pocos se animen a hablar de ello.


1 Sans, M. 2009. “Raza”, adscripción étnica y genética en Uruguay. En: RUNA XXX (2), pp163-174, FFyL. UBA.

2 Calvo J. J. et al. 2013. Atlas Sociodemográfico y de la Desigualdad del Uruguay. Pág. 59

3 Sans, M. et al. 2021. Ancestría genética y estratificación social en Montevideo, Uruguay. En: Revista Argentina de Antropología Biológica, Vol 23, Nº 1 Asociación de Antropología Biológica Argentina.

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