Punta Carretas: 50 años de una fuga inigualable

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@mateamargouy

Colectivo Histórico «Las Chirusas»

Usted abusó
Sacó provecho de mí
Abusó (1)

A las 5 de la mañana, un 6 de setiembre de 1971, 100 integrantes del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T), 3 integrantes de la Organización Popular Revolucionaria – 33 orientales (OPR-33), 3 integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Orientales (FARO) y 5 presos comunes se fugaban del Penal de Punta Carretas: “…una obra multitudinariamente colectiva en la que participaron de un modo u otro, sabiéndolo o no, miles de compañeros y compañeras” (2)

Un abuso, ‘el abuso’.

El frente político de izquierda toma forma

Hacia fines de 1970 se retomaron con fuerza las gestiones de unificar a la izquierda, ensanchando el abanico ideológico y -a la vez- sintetizando las diferencias en la necesidad de construir una herramienta que condujera hacia buen destino las peripecias de un país que acarreaba unos cuantos años de plutocracia y represión.

En febrero de 1971, mediante el acuerdo, se aprobó un programa con definición medular: romper las ataduras de la dependencia para transitar a la liberación. Y Seregni definía “la organización y planificación de nuestra economía debe tender hacia fines socialistas de organización económica.” (3)

En marzo las calles se vistieron con los colores de la bandera de Otorgués en un acto de masas impresionante: 300.000 personas. Adentro del Penal la idea del FA se había ido haciendo fuerte, sobre todo en los peludos que fueron los primeros en captar lo sustancial del planteo: “Para Sendic el Frente Amplio era un proyecto similar al que había impulsado desde mediados de los años cincuenta en el Partido Socialista, estaba en la esencia de su concepción política.” (4)

A través de los abogados Erro, Collazo y Arturo Dubra, los tupamaros del penal fueron transmitiendo sus posturas. Y a excepción del Partido Comunista, el resto de los sectores y actores políticos fueron hasta el Penal a conocer de primera mano la opinión de los tupamaros.

Hubo mucha discusión interna fuerte, adentro y afuera, que no tenía que ver con el planteo político sino con la efectividad que el mismo podía tener en ese momento y la ‘Declaración de adhesión al Frente Amplio’ del 23 de diciembre de 1970 así lo demostraba: “no creemos, honestamente, que en el Uruguay, hoy, se pueda llegar a la revolución por las elecciones […] la radio, la televisión y el 90% de la prensa escrita está en poder de los capitalistas y el 100% está censurado […] Dudamos que se avengan a entregar pasivamente el gobierno a sus prisioneros y torturados de ayer”.

El mismo documento sostenía que “Al apoyar al Frente lo hacemos en el entendido de que su tarea principal debe ser la movilización de las masas trabajadoras, y de que su labor dentro de las mismas no empieza ni termina con las elecciones”. En una semana el 26 de marzo aportó 96 grupos de base al FA en todo Montevideo.

2 luchas: un túnel

Decía Erich Fromm en su ‘Miedo a la libertad’: “Cuando el fascismo llegó al poder la mayoría de

la gente se hallaba desprevenida tanto desde el punto de vista práctico como teórico. Era incapaz de creer que el hombre llegara a mostrar tamaña propensión al mal, un apetito tal de poder, semejante desprecio por los derechos de los débiles o parecido anhelo de sumisión. Tan sólo unos pocos se habían percatado de ese sordo retumbar del volcán que precede a la erupción.” (5)

Pero ni el mal pudo con la libertad, ni el encierro pudo con el ingenio, tanto en 1931 como en 1971. Un mismo deseo y dos luchas fueron a encontrarse 40 años después, un 28 de agosto, cuando 4 compañeros del interior en plena decimoctava jornada de trabajo excavaron hasta dar con unos caños. Y lo que al principio pareció un cable de alta tensión de tendido subterráneo que espantó a los improvisados mineros, pronto -y tras la inspección del “inge” Manera Lluberas- se transformó en un hallazgo histórico, los tupamaros habían dado con el túnel de los anarcos: “La lucha eterna por la libertad, la misma lucha, el lenguaje tozudo y valiente de los oprimidos de ayer y de hoy se cruzaba por mandato de destino allí, debajo del hormigón, a la salida de una cárcel. Habíamos construido sin darnos cuenta una esquina de la historia.” (6)

Era obligación bajar al patio a hacer gimnasia, había que estar en forma por cualquier cosa. Por cualquier cosa porque los compañeros sabían que Punta Carretas ni cerca estaba de ser la prisión que les sobrevendría y había que prepararse para salir a continuar la lucha. Y por cualquier cosa como, por ejemplo, caber por el túnel que se estaba construyendo, que encima lo tuvieron que achicar de un metro de alto a 0,80, ahorrando cantidades de tierra a esconder.

La fuga había terminado en Punta Carretas, pero en La Teja las compañeras y los compañeros seguían manteniendo la ocupación y la protesta, muchos sin siquiera saber por qué o para qué. Como si la operación que había sido diseñada para distraer las fuerzas del enemigo, de pronto, y con la ayuda de todo un barrio que se sumó a la lucha contra el gobierno, se transformó en un fin en sí mismo. Un fin popular, el barrio hizo suya la operación y el barrio dio refugio a las y los combatientes que no pudieron alejarse de la zona.

Alcances históricos de la operación

Imposible precisar -a ciencia cierta- la cantidad de compañeros y compañeras que participaron de la operación, la gran mayoría sin saber de qué se trataba. Demasiada gente involucrada, adentro y afuera, la fuga y el reacomodo, había que ser rigurosos para que nada se pudiera filtrar y tirar abajo semejante operación.

Un abuso en su dimensión fundante y en el día después, que incluso en nuestros días -shopping mediante- los avergonzados (sinverguenzas) no han logrado descifrar, destruir, olvidar. Porque hasta la fecha no han logrado acreditar todo lo que pasó bajo sus narices y menos logran desalentar la apropiación popular de un acontecimiento que mostró la capacidad de los seres humanos dispuestos a hacerse de su libertad, burlando al sistema en su propio centro.

Y la afrenta, el abuso, no terminó ese 6 de setiembre. Los tupamaros que habían secuestrado al embajador inglés Geoffrey Jackson para canjearlo por prisioneros del Penal, lo sueltan a los 4 días de la fuga porque los presos se habían liberado por si solos.

Hoy se cumplen 50 años, de aquel -también- lunes 6 de setiembre de 1971, y todavía no ha habido otro evento en ninguna parte del mundo que se parezca al golpe material y moral que el MLN-T le infligió a las fuerzas represivas de un gobierno oligarca al servicio de los Estados Unidos.

Una mancha oscura para quienes quisieron hacer del encierro un orden; una luz al final de un túnel para quienes materializaron su libertad, haciendo carne la Proclama de Mercedes, para los orientales y la América toda: “¡A la empresa compatriotas! Que el triunfo es nuestro: vencer o morir sea nuestra cifra; y tiemblen esos tiranos de haber excitado vuestro enojo, sin advertir que los americanos del Sur, están dispuestos a defender su patria; y a morir antes con honor, que vivir con ignominia en afrentoso cautiverio.” (7)

NOTAS
1- Extracto de la canción Você Abusou de Maria Creuza.
2- Fernández Huidobro, Eleuterio. La fuga de Punta Carretas. Tomo II: El abuso. Grupo Editor,
3- Montevideo, 1998, Pág. 25.
4- Machado, Carlos. Historia de los Orientales. Banda Oriental, Montevideo, 1992, Pág. 615.
5- Blixen, Samuel. Sendic. Trilce, Montevideo, 2000, Pág. 209.
6- Fromm, Erich. El miedo a la libertad. Paidós, Buenos Aires, 1971, Pág. 33.
7- Fernández Huidobro, Eleuterio: Op. Cit., Pág. 84.
8- Fragmento de la “Proclama de Mercedes”: José Artigas, Cuartel General de Mercedes, 11 de abril de 1811.

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