EconomiaPolitica.uy
Otro de los cuentos pre -electorales de la coalición de gobierno, y de otros que incluso se decían de izquierda por aquellos años, fue el “crecimiento desmedido” del endeudamiento público en el período de gobierno frenteamplista. Dejando a los segundos de lado pues prácticamente ya no se dejan oír en ninguna parte, los primeros, o sea los miembros de la coalición del gobierno actual, no solo tenían cola de paja por el desarrollo histórico de nuestro endeudamiento, sino que recién empiezan y otra vez aparece la tendencia a endeudarnos por encima de nuestras posibilidades. Comprometen así proyectos futuros de desarrollo y por tanto a generaciones venideras, posiblemente al mismo estilo que lo hicieron antes.
Por más que digan y digan, e incluso más allá de la crisis económica actual y la pandemia que la agrava, no puede ser de otra manera. Es el resultado del paquete de medidas neoliberales, que a contrapelo de su discurso trajo, trae y traerá consigo mayores déficits fiscales y con ello mayor endeudamiento público, aunque el gasto sea más reducido. La falta de dinamismo para el conjunto de la economía real, que provoca el neoliberalismo impulsando sin más a unos pocos, es histórico además de lógico, tanto en Uruguay, como en el mundo cuando se han aplicado estos paquetes tan ortodoxos de medidas, que parecen en varias, cortados por la misma tijera se trate del país que se trate, de “manual”.
El gráfico muestra la evolución de la relación Deuda BRUTA pública y el PBI desde el 2000 al año 2020. Luego de la brutal crisis llamada del 2002, entre 2000 y 2004, el endeudamiento sube al tiempo que cae el PBI, llegando a superar el valor del mismoi. Posteriormente desciende y hasta 2016, ante un crecimiento más lento del PBI.
Hacia el año 2020 con el nuevo gobierno se dispara la deuda pública al tiempo que desciende el PBI, retrocediendo a los niveles del año 2006 cuando dicha deuda fue de casi 80% del producto.
O sea, hay un crecimiento de la Deuda Pública en relación al PBI tanto por incremento de la Deuda como por caída del PBI, que no se compensa ni con medidas sociales ni de impulso productivo, en los marcos de la LUC, o sea, cuando la regla fiscal ahora la ponen sin pasar por el parlamento, cosa que hace que el hecho sea mucho más peligroso. Detengámonos un momento en este último tema.
La regla fiscal implementada en la administración frenteamplista (muy diferente a la aplicada en Chile), refería a que el límite del gasto público se asociaba a un monto específico de endeudamiento neto público, del cual el Poder Ejecutivo en condiciones extraordinarias podía superarlo en un 50% y con una sanción muy fuerte al Poder Ejecutivo en caso de incumplimiento. Si se requería un aumento del endeudamiento, tendría que ser autorizado por el Poder Legislativo, y sumamente justificado. El artículo 208 que esperemos sea derogado junto a otros 134 artículos más con el referéndum para el cual alcanzamos más de 800 mil firmas, quitó esta potestad al legislativo, lo que en buen criollo quiere decir que el gobierno hace lo que quiere con la deuda pública. La nueva regla fiscal propuesta en la LUC no contiene medidas sancionatorias en caso de incumplimiento.
Otro elemento que es oportuno tener presente es que los activos de reserva han permanecido más o menos constantes, por lo que la variación de la DEUDA NETA (Deuda Neta = Deuda Bruta – Reservas) en relación al PIB, que es la relación que verdaderamente muestra nuestra capacidad de pago, se comporta evolutivamente similar a la Deuda Bruta y por iguales razones (crece la Deuda y cae el PBI).
Debemos tener en cuenta además que este nuevo endeudamiento se realiza en un marco de disminución de las inversiones estatales, que habían aumentado en gran proporción desde 2005. Se vulnera entonces lo que algunos economistas llaman la regla de oro del endeudamiento público en el entendido que el objetivo principal de endeudarse para el sector público debe ser la inversión. En el período 2005-2019 la inversión pública creció 58%, la inversión privada 63%, y el PBI lo hizo en 67%. Mientras la deuda pública crecía 25%, también en términos reales.
Lamentablemente y a pesar de la cacareada transparencia, el BCU ya no publica la inversión por sector institucional, por lo cual debimos recurrir a los datos de la Rendición de Cuentas, donde resalta muy claro que uno de los componentes del ajuste fiscal es precisamente la disminución de la inversión pública, mientras como ya vimos, la deuda pública creció en 2020 más de un 7% en dólares corrientes y 20% términos reales.
¿A quién le debemos más?
El 86% del endeudamiento público es mayormente con el sector financiero o mercado de capitales. Dentro de ello el 88% es con “Otras Instituciones Financieras” (OIF) dónde las AFAPs tienen un peso importante pues son la tercera parte (33%) de la deuda de las OIF, nada menos que 9.473 millones de dólares del total ahorrado por los trabajadores en este sistema previsional. La deuda del Estado con las AFAP es la cuarta parte de la deuda bruta que en total llegó en el 1er. Trimestre del 2021 a 39.384 millones de dólares.
Digan lo que digan
El crecimiento del endeudamiento público fue acelerado en términos relativos y en términos absolutos. También en términos netos pues los activos de reserva se mantuvieron casi constantes hacia el 31 de marzo del 2021 en relación a un año antes, el crecimiento de la deuda fue mucho mayor.
La empresa Fitch, mantuvo el grado inversor a Uruguay, pero con un crecimiento del PBI real, proyectado, de 2,5% en 2021 y 2,7% en 2022 ya de hecho, con una recuperación más lenta que la media de los países con calificación BBB. La calificadora de riesgo puso énfasis también en el crecimiento de los flujos de deuda, entonces nos preguntamos ¿Qué pasará con el grado inversor si el PBI no crece para el 2021 como el esperado?, perder el grado inversor implicaría como es sabido, encarecer la deuda.
i Dicho de otra manera, la deuda pública llegó a ser mayor que toda la producción anual del país