Sergio Schvarz
Hace muy poco tiempo, coincidente con cierta mejoría en términos sanitarios, se abrió un nuevo espacio para el disfrute cultural en una zona tradicional ya de la calle Tristán Narvaja al 1578. Nos referimos a Lo de Molina, lugar que ha sido remodelado con muy buen gusto, y que invita a hacer uso de sus instalaciones. Tiene una librería, un restaurante-bar, y una sala de exposición de cuadros que se usa, también, para hacer lecturas poéticas. Es de esto último que voy a contar.
Acudí a la segunda de esas lecturas poéticas, integrada por cuatro editores independientes que, a su vez, son poetas. En esa ocasión estuvieron: María Sánchez (Editorial Encuentros), Luis Pereira Severo (Editorial Civiles Iletrados), Lucía Delbene (La Coqueta Editora) y Gustavo Wojciechowski (Editorial Yaugurú).
Convocados por María Laura Blanco, Cecilia Gianlupi, Claudia Magliano, Diego Cubelli e Ismael Smith, la introducción estuvo a cargo de la escritora y poeta Melba Guariglia, quien destacó que los editores que publican poesía lo hacen por amor al arte, pero también por un fin personal, porque les gusta, les anima la poesía, y por un fin colectivo, ya que la poesía contribuye a hacer cierta síntesis de la sociedad, y que a menudo muestra una alternativa quimérica. Lo cierto es que la poesía no es un bien de consumo, sino de disfrute.
Separada en dos partes, los y las editoras-poetas —haciendo partícipe la paridad de género en todas las cosas— leyeron varios poemas de muy variado tono. En Luis Pereira Severo, por ejemplo, hubo reminiscencia de otro tiempo y un renovado homenaje a Elder Silva, poeta de los grandes. En Wojchiecowski, Maca, una fina ironía hizo cuenta de para qué sirve la poesía, con un espíritu siempre joven. En tanto Delbene hizo una poesía con cierto aliento de “canciones de mayo”, y la más joven, María Sánchez, desnudó poemas plenos de sentimientos, algo introspectivos.
Después, acomodados a una mesa, tuvimos la ocasión de departir con algunos de los poetas allí presentes y hablar sobre las cosas del tiempo, de lo que una vez fue y lo que ya nunca será.
Pero esa es otra historia.