Por lo general las guerras suelen tener explicaciones más complejas que un par de bandos, o alguna razón única prevaleciente según las historias oficiales que divulgan los medios de difusión masiva, digitales o no, cambiantes, pero con una supuesta verdad única: la que ellos inventan. La realidad no existe a pesar de que rompa los ojos de quienes la viven y la sufren, porque no la muestran ellos.
8 años de conflicto en la zona, las advertencias de personas y gobiernos de paz no pudieron contra la voracidad del Capital. Ya en 2014 Raúl Castro advertía del peligro “no debe ignorarse que estos hechos pueden tener consecuencias muy graves para la paz y la seguridad internacional” dijo, y en 2018 era Diaz Canel quien expresaba: “la continuada expansión de la OTAN hacia las fronteras con Rusia provoca serios peligros, agravados por la imposición de sanciones arbitrarias que rechazamos”. A los conflictos locales exacerbados por un gobierno fascista en Ucrania proveniente de aquel golpe de estado de hace 8 años (auspiciado por Obama), se le agrega la crisis y la necesidad económica de guerrear no solo por la cantidad de mano de obra que emplean estas industrias evitando desequilibrios sociales ante el desempleo en los países que “producen las bombas” al decir de Galeano y las grandes ganancias de los capitales allí invertidos, si no por el propio dinamismo de esa industria en momentos de una de las mayores crisis de la historia del siglo XX y XXI. La bala se produce, se utiliza en un segundo o en poco tiempo entra en desuso y a producirla de nuevo, y millones y millones de dólares gastados por el siempre mejor comprador, el Gobierno de los países beligerantes. Se suma la decadencia de un imperio, o el cambio georreferencial de los centros del capital y que la historia no conoce imperio que deje su status mansamente. Y ahí está la OTAN y sus misiles cada vez más cerca de la frontera rusa, y ahí están los pactos y negociaciones no respetadas.
Decía Eduardo Galeano que “ninguna guerra tiene la honestidad de confesar: yo mato para robar”, guerras que como también él decía “matan en nombre de la paz”, invocan dictaduras reales o inventadas, pero siempre ajenas. Y continuaba Galeano “en nombre de la democracia y si por las dudas, si tanta mentira no alcanzara, ahí están los grandes medios de comunicación dispuestos a inventar enemigos imaginarios para justificar la conversión del mundo en un gran manicomio y un inmenso matadero… Las armas exigen guerras y las guerras exigen armas. Y los 5 países que manejan las Naciones Unidas… resultan ser también los 5 principales productores de armas. Uno se pregunta ¿hasta cuándo? ¿hasta cuando la paz del mundo estará en manos de los que hacen el negocio de la guerra?”.
¿Hasta cuando los lobos (con piel de corderos) seguirán instigando guerras, golpes de Estado, masacres?.