El avance de la derecha intentando reescribir la historia sobre lo que pasó en los años de dictadura, no es de ahora. La necesidad de marcar un enemigo se junta con la bronca y el resentimiento que ciertos grupos y espectros de derecha, de la más conservadora, tienen por haber quedado en el lado más siniestro de la historia. Civiles, militares, empresarios y políticos, fueron protagonistas del Golpe de Estado del 73’. Después de haber quedado en minoría institucional durante quince años, hay un tufo a revancha imponente.
Lo que sí es nuevo es la operación mediática que se está llevando adelante a partir de este mes: el Presidente abrió el mes hablando de los desaparecidos, buscando afinidad con las familias que él mismo ignoró años atrás; Manini tuvo mala suerte y Juan López le arruinó su momento; la Cárcel del Pueblo ya es presentada como un lugar horrible, mintiendo descaradamente sobre lo sucedido allí.
Ahora, la pregunta debería ser ¿por qué tanto interés en el tema por parte del Gobierno? ¿se le termina la pandemia? ¿que bajó la pobreza no lo cree nadie? El Ministerio del Interior ya no da risa, debido a las brutales consecuencia de una mala visión y peor gestión.
¿Acaso lo que está en disputa es el relato hacia las nuevas generaciones, que ni vivieron ni tuvieron a un familiar o alguien que les haya contado cómo fue?
¿O tan sólo responden a una lógica interna para disputarse el liderazgo a partir de un vomito constante de odio?
Como en cualquier disputa, el entrevero siempre termina beneficiando al que va ganando.
Retomar el camino del revisionismo, que no se escuchaba con tanto interés desde el 2004, para algunos está pensado como una estrategia para tener cámara (y vaya si las tienen) y a la vez distraer a la gente lo suficiente frente al empobrecimiento, y mal vivir sostenido al que nos quieren acostumbrar