Reconocimiento de la Población Indígena. Rebatiendo el discurso negacionista riverista.

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Martín Delgado Cultelli

1. El reconocimiento del aporte guaraní a la conformación nacional no significa desconocer el aporte charrúa y de otros grupos indígenas. Las fronteras culturales de los pueblos indígenas no están relacionadas con las fronteras de los Estados Criollos, es por eso que es una falacia pensar en un “indio nacional”. Se debe reconocer la diversidad de pueblos y culturas que han habitado y habitan el territorio de Uruguay. Se debe reconocer al guaraní, al charrúa, al guenoa, al chaná y al bohan.
2. Es una falacia sostener la extranjería de los charrúas, la supuesta “argentinidad” de los mismos. Los Estado Criollos de Uruguay y Argentina no tienen más de 200 años de existencia, mientras la presencia charrúa tiene varios milenios de existencia. Los charrúas somos preexistentes a los Estados Nacionales de Uruguay y Argentina. Son las fronteras nacionales las que se construyeron arriba de los territorios indígenas, dividiéndolos y desconociéndolos. Además, hay claras referencias de cronistas del siglo XVI y XVII, la época de contacto y la conquista, de la presencia charrúa al norte del Río de la Plata y al oeste del Río Uruguay. Cronistas como Diego García, Ulrich Schmilt, Martín del Barco Centenera, Hernandarias y Ruiz Díaz de Guzmán por mencionar algunos de los más representativos del siglo XVI y principios del XVII hacen claras referencias a que en el actual territorio de Uruguay habitaba el pueblo “charrúa”. Justamente Diego García es el primero en mencionar el nombre “charrúa” ya en 1526.
3. Como puede ser que la República Argentina y la República Federalista de Brasil reconozcan a los charrúas y a los guaraníes, pero justo el país que está en el medio de ambos, la República Oriental del Uruguay no reconocen a ninguno de los dos. Claramente Uruguay es territorio charrúa y guaraní y esto debe ser reconocido formalmente por el Estado.
4. Un Estado Laico, como lo es Uruguay desde 1918, no solo debe reconocer a los grupos indígenas cristianizados como los guaraníes y los chanás, debe también reconocer a los grupos indígenas no cristianizados como los charrúas y guenoas. El Estado Laico debe garantizar la pluralidad de creencias, no solo las cristianas. Y los grupos indígenas “infieles” (o sea fieles a su propia espiritualidad) tienen derecho a seguir creyendo en su propia espiritualidad. El Estado debe respetar las creencias ancestrales de los grupos indígenas y no jerarquizar los cultos cristianos sobre las espiritualidades animistas.
5. Una cosa es reconocer el aporte de los refugiados españoles que vinieron durante la Guerra Civil Española (1936-1939) o las Guerras Carlistas (1869-1876) y otra cosa muy distinta es reivindicar el Colonialismo Español y los crímenes del Imperialismo. Los proyectos colonizadores del Imperio Español no deben ser reivindicados por un Estado independiente y democrático. Se debe hablar de las víctimas del colonialismo y de las deudas de la sociedad con ellas, como lo son los pueblos indígenas y afro-descendientes.
6. Revindicar las operaciones militares del Cuerpo de Blandengues contra los charrúas y guenoa-minuan en el siglo XVIII y principios del XIX, no desprestigia a los charrúas y guenoa-minuan, sino todo lo contrario, desprestigia al Cuerpo de Blandengues. Se debe reconocer que antes de la Revolución Artiguista, el Cuerpo de Blandengues fue un cuerpo militar-policial de represión contra los indígenas y de saqueo territorial. Una historia que no debe ser revindicada.
7. Los charrúas, los guenoa-minuan, los guaraníes-misioneros y los guaycurúes fueron actores clave en todo el proceso Revolucionario Artiguista. En el caso de la Banda Oriental, los pueblos originarios fueron actores claves en todo el proceso artiguista. La profunda visión indigenista, igualitarista y federalista de Artigas se debe a la participación constante de los distintos grupos indígenas en todo el proceso. Pero los charrúas y guaraníes-misioneros no solo participaron en el ciclo revolucionario artiguista, sino también en la Cruzada Libertadora de Lavalleja y Oribe y en la Campaña de las Misiones de Rivera. Básicamente la independencia del Uruguay se debe a la lucha de los pueblos indígenas. Algo no reconocido y olvidado. El Estado tiene una profunda deuda con los pueblos indígenas.
8. La Campaña de Rivera contra los pueblos indígenas si bien estuvo centrada en combatir a los charrúas, también masacro a los guaraníes. Entre los años 1831-1834, además de perpetrar la Masacre de Salsipuedes y la persecución de los grupos charrúas sobrevivientes, se despoja de ganados, tierras y poder político al Cabildo Indígena de Bella Unión, lo que provocará un levantamiento en protesta el cual será reprimido y escarmentado por Bernabé Rivera (el mismo que perseguía a los charrúas). Básicamente hay una política generalizada de despojo y represión contra los indígenas, sean charrúas o guaraníes-misioneros.
9. Cualquiera que haya investigado los documentos relativos a la Masacre de Salsipuedes y la Campaña del General Fructuoso Rivera contra los charrúas puede ver claramente que se trata de una política genocida. La mayoría de los documentos hablan textualmente de “destruir” y de “exterminar”. Recordemos que el concepto de “Genocidio” se define no por la cantidad de asesinados sino por la intención de exterminar a un grupo humano. Recordemos también que el parte oficial de guerra (que habla de más de 40 asesinados), no detalla cómo fue la operación militar en sí. La operación militar se puede reconstruir en base a testimonios de militares que participaron en ella y que claramente dan cuenta de un par de cientos de asesinados, pero sin tener en claro el numero preciso. También recordemos que en 1830 el país no tenía más de 70.000 habitantes, por lo cual una masacre de un par de cientos de personas, demográficamente es muy significativa. También se debe tener en cuenta que cuando nosotros nos referimos al “Genocidio Charrúa” no solo nos referimos a Salsipuedes, sino a todas las masacres, batallas, persecuciones, políticas de esclavización y de asimilación cultural forzada que fueron llevadas a cabo por el Estado (Presidencia de la República, Consejo de Ministros, Estado Mayor del Ejército, Parlamento, Policía Rural e Intendencias de Montevideo, Durazno y de Paysandú) contra los pueblos indígenas entre 1831 y 1834. Para más referencias sobre el Genocidio Charrúa y la Masacre de Salsipuedes consultar los documentos del reconocimiento de Salsipuedes como Sitio de Memoria.
10. Los indígenas sobrevivientes de las masacres también fuimos actores centrales en las guerras civiles del siglo XIX. Hay varios documentos de indígenas que se aliaron con Lavalleja, Oribe, Giró, Timoteo Aparicio y Aparicio Saravia o fueron reclutados forzosamente por Rivera, Antonio Gabriel Pereira y Batlle y Ordoñez. Incluso en el caso de Oribe con los caciques Sepé y Barbacena, le prometió tierras a cambio de su apoyo en las guerras civiles. Sin embargo, estas promesas nunca se cumplieron y las guerras civiles terminaron siendo un desangramiento para la población indígena. El sistema político uruguayo tiene un debe con la población indígena por instrumentalizarla y no compensarla en lo más mínimo.
11. Varios antropólogos, historiadores e investigadores contemporáneos validan completamente a las organizaciones indígenas contemporáneas como el CONACHA. Antropólogos biológicos como Mónica Sans y Gonzalo Figueiro han demostrado las continuidades genéticas entre los primeros habitantes que llegaron a este territorio hace más de 11.000 años y los descendientes de indígenas actuales. Nicolás Guigou y Gustavo Verdesio han demostrado los dispostivios racistas que siguen operando en el país y que invisibilizan y menosprecian a la población indígena actual. Así como reconociendo la importante lucha de los colectivos indígenas contra las estructuras racistas del Estado y la sociedad. Las antropólogas Mariela Eva Rodriguez, Francesca Repetto y Andrea Olivera han demostrado la continuidad de rasgos culturales y de memoria ancestral entre los colectivos indígenas contemporáneos. Historiadores como Jeff Erbig y José Ignacio Gomeza Gómez Corte han abordado la política sistemática de persecución y genocidio contra los pueblos indígenas desde el Imperio Español y Portugués hasta la República Criolla. Y más recientemente arqueólogos como José María López Mazz, Camila Gianotti y Moira Sotelo han señalado la importancia de la protección del patrimonio indígena para los colectivos contemporáneos. En el caso de Lopez Mazz, este logro ubicar concretamente el lugar tanto de la Masacre de Salsipuedes como de la Masacre de la “Estancia del Viejo Bonifacio” (donde fue asesinado el cacique Venado). Las posiciones de Daniel Vidart y Renzo Pi Hugarte no son referencias válidas para discutir el reconocimiento indígena en la actualidad. La academia de la actualidad valida las posiciones del CONACHA.
12. Los pueblos indígenas contemporáneos somos una continuidad histórica de miles de años que no ha sido reconocida debidamente por el Estado y el sistema político. No somos un “invento comunista”. Mucho antes de que existiera el comunismo nosotros ya estábamos en esta tierra y luchando por nuestras comunidades. Hay que tener cuidado con agitar viejos fantasmas de la Guerra Fría, no vaya a ser que caigamos en los viejos discursos racistas y autoritario de la Dictadura Militar.

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